La gestión pública de las administraciones puede mejorar en el ámbito ambiental comprometiéndose con la transparencia y la gestión transformadora desde nuevas visiones, implicando la participación ciudadana en un marco de democracia deliberativa. A continuación esbozamos algunos de estos retos con ideas sencillas para favorecer la sostenibilidad local.
1. VEHICULIZAR UNA NUEVA CULTURA DEL AGUA
Todavía muchos municipios no han incorporado la Directiva Marco del Agua europea o tienen pendiente lograr un buen estado ecológico de los ecosistemas acuáticos (ríos, lagos, humedales y mar), respetando la clara estacionalidad en los regímenes hídricos del municipio. Al mismo tiempo, hay que garantizar un suministro de agua de calidad controlando y previniendo su demanda.
Hay que aplicar medidas de ahorro, eficiencia y reutilización. Hay que establecer planes de utilización eficiente y de ahorro de agua, así como de reutilización de las aguas residuales.
Entre otras medidas es importante no olvidar:
- El fomento de usos de los recursos locales (por ejemplo pozos).
- Planes para la utilización de las aguas pluviales.
- Normativas de uso del agua en jardinería e impulsar la xerojardinería o con poca agua.
- Sensibilizar y educar a la ciudadanía dando ejemplo como administración local en el ahorro y reutilización del agua
2. IMPULSAR UNA GESTIÓN INTEGRAL DE LOS RESIDUOS
Una buena gestión de los residuos no es recoger las basuras simplemente sino impulsar iniciativas de participación ciudadana y prevención en origen -sobre todo de envases y embalajes.
Para saber más: “El vidrio, el material más sostenible"
Si se disponen de plantas de tratamiento y de gestión de residuos, estas deben someterse a una constante mejora respecto a la protección del entorno; y sobre todo hay que minimizar y valorizar los residuos antes de destinarlos a tratamientos finalistas (depósitos controlados e incineradoras).
Hay que reconocer que para cambiar de hábitos colectivos y reducir la cantidad de residuos hay que establecer programas de sensibilización no solo destinados a los ciudadanos, sino también a las empresas, los establecimientos comerciales, etc. Una medida clave es potenciar el consumo cercano, ecológico y responsable.
En cuanto al tratamiento de los residuos, primero hay que impulsar la minimización y la separación en origen y la recogida selectiva en todos los ámbitos por parte de todos los actores (fabricantes, distribuidores, ciudadanos y administraciones). Los puntos verdes o áreas de acopio de productos de especial toxicidad son imprescindibles.
Fomentar la cooperación intermunicipal en la gestión de los residuos, mediante la transferencia mutua de conocimientos y experiencias así como el establecimiento de mancomunidades, consorcios y equipamientos públicos compartidos, tanto en materia de reducción como de recogida selectiva, reciclaje, reutilización y recuperación. Sólo de este modo se puede avanzar en la gestión directa de los servicios municipales.
3. PREVENIR LA CONTAMINACIÓN ATMOSFÉRICA Y EL CAMBIO CLIMÁTICO
Garantizar una buena calidad del aire exige impulsar un nuevo modelo de gestión urbana (planificación urbanística, transporte, energía, consumo ...), basado en la implicación de todos los agentes políticos, sociales y económicos.
Cuando se dan episodios críticos de contaminación porque las condiciones meteorológicas propician situaciones de mayor incremento de contaminantes atmosféricos, hay que articular medidas de reducción de la movilidad y de las principales fuentes de contaminación atmosférica en el municipio.
Aceptar el cambio climático implica favorecer el cumplimiento del Acuerdo de París sobre la reducción de emisión de CO 2 en la atmósfera como base para contribuir a la prevención del calentamiento global.
Una mejor calidad atmosférica también exige intervenir en:
- la reducción del ruido y de las vibraciones, ya sea con la información que aportan los mapas de capacidad acústica o por los datos en tiempo real;
- desincentivar la generación de ruidos nocturnos, especialmente, en el ámbito vecinal;
- la reducción de la contaminación lumínica, electromagnética y de los olores.
4. IMPLANTAR UNA NUEVA CULTURA ENERGÉTICA
El mundo local no puede ser ajeno a un nuevo modelo energético sostenible basado en el compromiso de una actuación que implique un cambio ético en la sociedad. Un modelo de gestionar lo público que mejore la contención de la demanda y promueva la eficiencia, la eficacia y el ahorro energético.
Las necesidades municipales pueden satisfacerse a partir de actuaciones innovadoras, explotando todas las posibilidades que ofrecen las energías renovables y las tecnologías que permiten la reducción de los combustibles fósiles. No se puede olvidar tampoco el fomento de la edificación sostenible y la promoción de ordenanzas solares.
Los municipios pueden impulsar una gestión del ciclo energético adquiriendo redes de transporte, gestionando instalaciones productoras, fomentando la generación más descentralizada de energía y minimizando las pérdidas generadas por la distribución.
El autoconsumo con energías renovables es una alternativa que la ciudadanía podría abrazar con más fuerza si la administración municipal lo avalara, lo facilitara e hiciera pedagogía sobre ello. En los edificios plurifamiliares, el autoconsumo fotovoltaico para los servicios comunes podría ahorrar muchas emisiones de gases de efecto invernadero.
El municipio es la administración mejor preparada para combatir la pobreza energética. Para ello hay que acompañar a la población de riesgo a que disponga de un suministro eléctrico adaptado a sus necesidades y no a lo que las comercializadoras consiguen con su insaciable y perversa picaresca.
5. FAVORECER LA MOVILIDAD SOSTENIBLE
Hay que diseñar la movilidad sostenible en términos de accesibilidad y de equidad. Para ello hay que fomentar políticas públicas y privadas que garanticen a todas las personas el derecho a acceder a las actividades cotidianas con medios de transporte sostenibles y seguros.
Hay que fomentar propuestas y pactos para que los desplazamientos cotidianos laborales y escolares, sobretodo, provoquen los mínimos impactos posibles y se garantice la eficacia y la eficiencia. Promover un modelo urbano compacto, integrado y multifuncional lo facilita.
Priorizar los medios más equitativos y sostenibles (ir a pie y en bicicleta o en transporte público) no es complejo ni caro cuando se toman las medidas en términos de análisis respecto a los recursos individuales (tiempo invertido) o colectivos (energéticos); o a los recursos privados (precio del billete) o públicos (coste de las infraestructuras) utilizadas.
6. FOMENTAR EL CONSUMO RESPONSABLE Y LA PRODUCCIÓN ECOLÓGICA
Los ayuntamientos como administración de referencia y cercana a la ciudadanía puede apostar por una economía más sostenible, por medio de un ciclo productivo de bienes y servicios ecológicos, aplicando la mejor tecnología disponible y un consumo responsable.
En la gestión de los servicios municipales se puede incorporar el concepto de ecología de servicios, cuantificando y minimizando el impacto ambiental asociado al ciclo de vida de los mismos. Se pueden promover modelos de consumo respetuosos con el medio a través de la ambientalización de los pliegos de condiciones de los concursos y de las compras públicas. Los ayuntamientos pueden impulsar la contratación ecológica de bienes y servicios (con certificación ecológica, de comercio justo y que permita una compra ambientalmente correcta), con la intención de influir sobre los mercados y modificar los hábitos comerciales y la comunicación que manipula a los ciudadanos.
7. CONSERVACIÓN Y MEJORA DE LA BIODIVERSIDAD
Los espacios con valores naturales juegan un papel clave en la conservación de la biodiversidad y la funcionalidad de los ecosistemas a la vez que estructuran el territorio. Estos espacios verdes son imprescindibles para una buena calidad de vida de la ciudadanía.
En las políticas de conservación de la biodiversidad hay que:
- Conservar el ámbito azul: la biodiversidad y la funcionalidad de los ecosistemas acuáticos continentales y litorales.
- Conservar los espacios verdes con valores naturales y favorecer su conectividad: la biodiversidad y la funcionalidad de los ecosistemas terrestres mediante la protección de zonas y el establecimiento de corredores ecológicos y vías verdes en red, como inversión de futuro.
- Promover los espacios periurbanos y estimular biodiversidad urbana; planificar zonas de horticultura urbana para cultivar alimentos de calidad, ecológicos y de kilómetro cero, y establecer zonas de jardinería urbana en las que predominen las especies autóctonas.
8. IMPLICAR A LAS EMPRESAS DEL TERRITORIO EN LAS PRÁCTICAS DE RESPONSABILIDAD SOCIAL CORPORATIVA
La responsabilidad social aporta a las empresas beneficios en el funcionamiento interno del negocio, ya que mejora la relación con el entorno y el modelo de competitividad de la empresa en varios ámbitos:
- Aumenta la calidad de las relaciones laborales: en términos de contratación, retribución, formación continuada, promoción y participación del trabajador; se consigue una mejor captación y retención de talento, un buen clima laboral, una calidad máxima de los productos y servicios y una mejor atención al cliente.
-Favorece la salud y la seguridad con la prevención de riesgos laborales desde un sentido amplio -incorporando en ella los riesgos psicosociales, que permita una mejora de la productividad y una reducción del absentismo; todo ello redunda en una mejor imagen de la empresa y contribuye a la sensibilización del resto de las partes interesadas.
-Mejora la reputación de la empresa en cuanto a transparencia y acción social; se consigue la fidelización e implicación del cliente y se incrementa el prestigio comercial; todo ello puede complementarse con acciones de patrocinio social hacia la sociedad.
Desde la administración pública hay que fomentar la responsabilidad ambiental de las empresas dando cumplimiento a la legislación vigente y potenciando las herramientas y los mecanismos voluntarios en materia ambiental, acompañando a las empresas en su aplicación.
9. EDUCAR PARA EL CAMBIO HACIA LA SOSTENIBILIDAD
La sostenibilidad no es un concepto sino un modo de afrontar los diferentes ámbitos de la vida. Hacerlo comprensible, y que permita la corresponsabilidad de todos los agentes sociales hacia un modelo de desarrollo sostenible es una tarea en la que los municipios pueden implicarse.
En muchas de las comunicaciones municipales se pueden aprovechar los recursos informativos y divulgativos en diferentes soportes para acercar la sostenibilidad a la ciudadanía. Hay que formar a los técnicos y políticos en el ámbito de la gestión ambiental para de este modo poder impulsar mejores políticas locales sostenibles.
10. VALIDAR POLÍTICAS PÚBLICAS DE DESARROLLO INTEGRAL Y SOSTENIBLE DEL TERRITORIO DESDE LA PARTICIPACIÓN
Tradicionalmente el territorio se ha visto como un espacio para la especulación urbanística, (...) y en el que los sistemas naturales y culturales no eran más que realidades que había que sortear, especialmente, si la legislación los protegía.
Aunque hoy puede considerarse una metodología anticuada las Agendas 21 promovidas por Naciones Unidades siguen siendo un instrumento útil para la planificación estratégica integral, municipal y supramunicipal ya que permiten una visión territorial sostenible. Esta visión sistémica del territorio y conceptos
impulsados los últimos años por la Unión Europea como son los servicios ecosistémicos municipales permiten la integración de las políticas ambientales en los instrumentos de planificación, asegurando la aplicación de la evaluación ambiental estratégica. Hay que promover los planes estratégicos, los planes de ordenación urbanística municipal, los planes territoriales sectoriales con criterios de sostenibilidad ambiental con la participación ciudadana. De este modo se permite la neutralización de los excesos actuales o futuros sobre el suelo urbanizable y se fomenta la vivienda asequible y de alquiler.
En la aplicación de la sostenibilidad resulta muy útil impulsar indicadores de sostenibilidad territorial que permitan el análisis de la evolución de los diferentes vectores ambientales. La llamada ciencia ciudadana o las tecnologías de obtención de datos “Smart city” facilitan precisamente la implicación ciudadana a la hora de implantar las políticas e instrumentos de planificación urbanística.
En las políticas urbanísticas municipales se pueden integrar los criterios de sostenibilidad en la edificación y la construcción (controlando que se aplica el Código Técnico de la Edificación en el caso de las viviendas) y promoviendo la rehabilitación de edificios para el ahorro.
Hay que reforzar los procesos y las dinámicas de participación y compromiso social: no sólo implicando a la ciudadanía (de forma individual o a través de entidades y asociaciones), sino también reconociendo el esfuerzo que hacen los ciudadanos y apoyando al tejido asociativo local.
Artículo elaborado por la redacción de terra.org a partir de diferentes materiales sobre políticas ambientales. Fotografías: Fundación Tierra.
Revisado: 18/02/2023