Siempre he sentido por el agua un interés cómplice con no sé bien que pero si que se acerca a lo pasional por saber, conocer, entender e intentar comprender cualquier detalle y fenómeno que ocurra entorno, dentro o con el agua. Ahorrarla, cuidarla, sanearla, bien aprovecharla... han sido hasta el momento objetivos de mi personal activismo acuático.
Atento siempre a cualquier propuesta, comentario o discurso entorno al termino AGUA, días atrás cayo en mi mano el folleto de la exposición SOM AIGUA La nova cultura del aigua (Somos agua), organizada por la Fundació Caixa Sabadell y Fundació Cassa (Compañía de Agua de Sabadell), que se puede ver y disfrutar hasta el próximo 26 de febrero en la Sala de Exposiciones de Caixa Sabadell y cuando acabe aquí se trasladará al Museo Marítimo en la Drassanes de Barcelona (Puerto), para inaugurarla el 22 de marzo que es marcado como el Día Mundial del Agua. Estará a disposición hasta el 4 de junio.
La esencia de este taller expositivo interactivo para viajar por el planeta azul es que los visitantes tomemos conciencia de la importancia del agua dentro de nuestras vidas diarias y de las medidas para ahorrarla, tratarla bien y no contaminarla. Todo sobre el agua, sus orígenes, la disponibilidad y la nueva y necesaria cultura de uso y consumo responsable son el eje expositivo.
Me he acompañao de mis padres, que por edad y condición han tenido una relación más de cercania con el acopio y uso del agua en tiempos de escasez de infraestructuras, juntos nos hemos acercao a disfrutar y aprender sobre la sugerente llamada acuática. La exposición no es de grandes dimensiones, está formada por paneles explicativos, algunos ordenadores que te trasladan desde un mapamundi por todos los rincones del planeta azul, aportando informaciones curiosas de cada continente. Unos juegos con refranes populares sobre el líquido elemento muestran como culturalmente el agua esta presente desde siempre en los avatares de nuestra especie. Se trata también el agua como vehículo de salud y enfermedad, se sigue con las redes de obtención y distribución, acabando con las muestras de tecnologías para el ahorro y la gestión más correcta del agua.
Mi madre se ha mirao con tiempo el panel de aquello tan conocido, pero creo no tan valorado de que formamos parte de una realidad biológica alucinante, el 70% de nuestro cuerpo está formado por agua. Subida a una bascula que da el peso, tienes una calculadora a mano para conocer que porcentaje de tu cuerpo en kilos son de agua. De los 75 kg que pesa la señora, nos han salido 52,5 kg, casi ná. Eso si, me ha ido bien la lectura grafica de un panel donde me enterao que en porcentajes de agua, el tomate que me zampo con alegria contienen un 95%, y la lechuga que le acompaña en la ensalada un 98%, y si me la como a la sombra de un querido árbol, este tendrá de agua algo más que yo, un 75%.Y es que el agua nos envuelve y la contenemos de forma y en cantidad sorprendente.
El plafón del ciclo del agua me recordaba a la escuela y aquellos dibujos de los libros de texto que tanto hacia yo por entender y que no siempre conseguía. Delante del grafico me he enterao de que andamos en una hidrosfera de 1.360.000.000 km3 de volumen de la que solo un 0,64% corresponde a agua dulce en estado liquido. De cómo el agua se relaciona con la tierra explican que está la base de todos los climas planetarios. Y como aquí el que nos toca es el mediterráneo, que con sus irregularidades pluviométricas durante el año nos obliga a que nos apliquemos en la buena gestión del recurso. De lo que cae en Barcelona de media cada mes desde las nubes del cielo, esas valvulas naturales del ciclo del agua, un plafón indica los litros por metro cuadrado, y mira que bien, me he enterao que son 598 al año.
No te pasa a ti que te gusta encontrarte con cifras comparativas de esas que van de un sitio al otro mostrando la realidad que si no es con números no se entiende rápido, pues bien, en la expo me he encontrao esto: 500 litros de agua son los que caen en una ciudad como Tortosa sobre un m2 al año; 500 litros de agua son los que consume un catalán en 3 días en su casa o el agua que consume un habitante de India en 20 días. También es el volumen que sale de un grifo abierto durante una hora o de uno que gotea durante 15 días, también 500 litros de agua son los que ahorramos en 15 días si cerramos el grifo mientras nos limpiamos los dientes (haciéndolo 3 veces al día) o el agua que ahorramos en 2,5 días sin nos duchamos en vez de bañarnos (haciéndolo una vez al día). En fin, los datos cantan y nos pueden hacer bailar bajo su lluvia.
Siguiendo por la red interactiva al alcance de cualquiera que es esta expo, se muestra la manera que tenemos los humanos de convivir con el agua, de cómo la disfrutamos y modela los paisajes y como la tradición se coge a la mitología y la sabiduría popular para emocionar o asustarnos desde infinitas visiones acuosas.
Te das cuenta de que abrir un grifo y que por el fluya agua potable es algo tan habitual que no valoramos en toda su intensidad e importancia. Es bueno viajar a las realidades de muchos humanos, hoy quizás 2000 millones de miembros de la familia humana que quizás sueñan con poder hacerlo de forma cotidiana. Hoy millones de humanos beben agua contaminada, no potable, y su búsqueda y acceso no es para nada tan fácil como la abundancia que a nosotros nos envuelve en la disponibilidad de agua saludable. Acarrear agua es todo un reto para las gentes que no lo tienen fácil, en la expo puedes conocer cómo desde la antigüedad no hemos parado de inventar métodos y sistemas para acercarnos al agua y controlarla para nuestro consumo. Las obras hidráulicas y los sistemas de potabilización y distribución hasta los domicilios tienen su espacio final en Som Aigua.
Como leo y suscribo para terminar este particular viaje épico por la ruta del agua, emotivo y cultural, aprovechando el disfrute de la exposición, al agua nos debe hacer solidarios de verdad. No solo la que entra en nuestras viviendas, si no la que interviene en casi todos los procesos productivos que facilitan que tengamos accesos a bienes materiales y alimentación nos obliga, si queremos ser consecuentes, a consumir con responsabilidad y sólo lo necesario, es decir reducir nuestro consumo, siendo esta actitud también una gran aportación personal al trato dado al agua.
Al abrir cada grifo comienza nuestra responsabilidad ciudadana para hacer un uso racional y solidario, que es la base de la nueva cultura del agua. Una cultura que tiene que comenzar con el ahorro y por evitar al máximo las contaminaciones industriales y urbanas que estamos obligados a corregir con una buena red de depuradoras. Y es que nuestra salud y la de nuestro entorno dependen directamente de la calidad del agua.
El ciclo del agua y la especie humana precisan de un enamoramiento definitivo, de una relación estable y armoniosa, ninguno de los dos tiene garantías de permanecer estable en el tiempo, unos por uso y la otra por abuso externo. |