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La "seta ostra”, Pleurotus ostreatus, es uno de los hongos comestibles salvajes más comunes y puede ser empleado en aplicaciones industriales para bioremediación de suelos. Imagen: Paul Stamets / Green Lifestyles in Planet Paradise.
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El moho Physarum polycephalum escoge la ruta más corta entre dos fuentes de comida en un laberinto, evitando los caminos sin salida. Toshuiki Nakagaki propone que esto representa una forma de inteligencia celular. Imagen: Paul Stamets / Green Lifestyles in Planet Paradise.
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Las setas shiitake (Lentinula edodes) son hongos comestibles cultivados en Japón y China desde hace más de mil años. Se han investigado las propiedades de los extractos de las setas shiitake por sus efectos antitumorales y otros beneficios inmunológicos, desde propiedades antivirales hasta posibles tratamientos para alergias severas o artritis. También son una de las pocas fuentes conocidas de vitamina D apta para una dieta vegana y para los preceptos kosher. Imagen: Paul Stamets / Green Lifestyles in Planet Paradise.
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Paul Stamets junto a la base de un abeto que alberga Bridgeoporus nobilisimus, el primer hongo oficialmente designado como especie en peligro. Su libro “Mycelium Running” es un manual para el rescate micológico del planeta. Cultivar y hacer crecer hongos podría ser lo mejor que podemos hacer para salvar el mundo. Adquisición e información en http://www.fungi.com.
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Montón de suelo contaminado con diesel, siendo tratado por "setas ostra”. Hacia el final del experimento, conforme los hongos iban descomponiéndose, aparecieron las plantas y el montón se volvió verde y lleno de vida. Imagen: Paul Stamets / Green Lifestyles in Planet Paradise.
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Hongos medicinales |
“Tan solo muy recientemente los científicos han podido confirmar lo que culturas ancestrales han sabido durante siglos”, anuncia Paul Stamets en su libro MycoMedicinals. “Los hongos contienen en su interior algunas de las medicinas más potentes que se encuentran en la naturaleza”. Reveladores estudios del experto Dr. Ikekawa afirman que se daban niveles más reducidos de muertes por cáncer entre personas que cultivaban hongos Enoki en Japón (1989). Tras un estudio más a fondo, el Dr. Ikekawa descubrió la proflamina, un polisacárido de acción por vía oral que mejora significativamente el sistema inmunológico (2001). Las cualidades medicinales de un modesto hongo desde ahora reciben la atención del mundo occidental.
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Superar los falsos mitos y vislumbrar nuevas posibilidades |
Desafortunadamente, a lo largo de los siglos se ha ido alimentando un gran número de mitos sobre los hongos. Uno de ellos es el temor de que todos los hongos sean venenosos. Otro mito es el de que los hongos no tienen valor nutricional. Según el micólogo Paul Stamets, los máximos beneficios nutricionales de un hongo se liberan solamente al ser cocinados. “Los hongos tienen un contenido relativamente alto de proteínas, una media del 20 % de su masa seca”, explica Stamets, “y contribuyen a aportar un amplio abanico de aminoácidos esenciales. Son bajos en grasa y altos en fibra… los hongos proveen también de diferentes grupos de vitaminas, particularmente tiamina, riboflavina, niacina, biotina, ácido ascórbico y vitamina C”.
“Los hongos no son sólo útiles como comida o medicina”, prosigue Stamets, ”algunos se están utilizando con propósitos de bioremediación para absorber y digerir sustancias peligrosas como fuel, pesticidas, o residuos industriales, que amenazan el entorno”. En su último libro Mycellium Running. How Mushrooms Can Save the World, Paul Stamets presenta el concepto de que los hongos pueden rescatar el planeta, y llega a afirmar que cultivar hongos podría ser lo mejor que podemos hacer para proteger el medio ambiente.
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Unos seres únicos |
Las células microscópicas que forman el “micelio”, el cuerpo que nosotros vemos y conocemos como “hongo”, son capaces de reciclar carbono, nitrógeno, y otros elementos esenciales. Por ello, los humanos podríamos aprovechar ese poder de digestión y dirigirlo hacia la descomposición de residuos tóxicos y contaminantes (micoremediación), la captación y reducción de lodos de depuración y patógenos de cuencas agrícolas (micofiltración), control de poblaciones de insectos (micopesticidas) y, en general, aumentar la salud de nuestros bosques y jardines (micosilvicultura y micojardinería).
Otra de las propuestas de esta visión es dejar de pensar en los hongos como seres vivos inferiores sin inteligencia. El investigador Toshuyiki Nakagki desmostró en un experimento que un moho, el Physarum polycephalum, supo crecer escogiendo el camino más corto entre dos fuentes de comida evitando los caminos sin salida (2000).
“El micelio es una membrana expuesta, sensible y que responde a los cambios en su medio”, explica Stamets, ”a medida que los excursionistas, los ciervos o los insectos caminan sobre estas redes filamentosas sensitivas, dejan una huella. El micelio lo siente y responde a estos movimientos. Puede sentirlo especialmente al entrar en un bosque después de la lluvia cuando, según creo, las membranas de micelios entrelazados se despiertan. Conforme el metabolismo de los micelios renace, emiten sustancias atrayentes, impartiendo dulces fragancias al bosque y conectando los ecosistemas y sus especies con rastros aromáticos. Como una autopista biomolecular, estas membranas están atentas, reaccionan al cambio y colectivamente tienen la salud a largo plazo del ecosistema 'en la cabeza'. Estas redes no sólo sobreviven, sino que a veces se expanden hasta alcanzar miles de acres de superficie, alcanzando la mayor masa conseguida por un organismo individual del planeta”.
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Una propuesta para mejorar el mundo |
“A menos que colectivamente juntemos esfuerzos y recursos, el genoma de los hongos se verá progresivamente amenazado y, entonces, nuestra propia existencia podría estar en juego. La pérdida de estos organismos clave debería ser una llamada a la acción para todos aquellos preocupados por el futuro de sus hijos y de este planeta”.
Sintiendo esta seria urgencia, Stamets postula: "El momento para actuar es ahora. Esperar a que la ciencia y la sociedad se despierten a la importancia de estos hongos ancestrales es una visión peligrosamente lenta y estrecha. Los exiguos intentos realizados hasta ahora pueden ser demasiado pequeños, demasiado tarde”. Paul Stamets, además, se enfrenta al hecho de que los amenazados bosques tropicales del pacífico noroeste podrían albergar especies de hongos con extraordinarias propiedades medicinales. “A la tasa de extinción actual”, dice, “este último refugio del genoma de los hongos debería estar a la cabeza de las prioridades de ambientalistas, micólogos y gobiernos. Si puedo ayudar a avanzar en este conocimiento, habré contribuido con mi parte a proteger la vida en este planeta”.
Los hongos forman parte de nuestra vida diaria y la mejoran con exquisiteces alimentarias y beneficios medicinales. Además, y aún más importante, las setas son capaces de reciclar los residuos de nuestra defectuosa gestión humana de los recursos, y restaurar el entorno, los bosques… y eso, sin duda, sí es salvar nuestras vidas y nuestro planeta, sí es “salvar el mundo”.
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- - - - - - - - - - - Paul Stamets se ha dedicado a la micología durante más de 30 años y es presidente de Fungi Perfecti, un negocio de venta por correo que provee de mycotecnologías a cultivadores de hongos de todo el mundo. Ha descubierto cuatro nuevas especies de setas, ha impulsado incontables técnicas para el cultivo de hongos comestibles o medicinales y para la restauración biológica con hongos. Ha escrito seis libros sobre el cultivo, uso e identificación de hongos, incluyendo “Growing Gourmet and Medicinal Mushrooms", "The Mushroom Cultivator", "Psilocybin Mushrooms of the World", "Mycellium Running: How Mushrooms Can Help Save The World" y artículos científicos sobre el tema. Es un entusiasta excursionista, conservacionista y explorador. Su pasión es preservar, proteger y expandir tantas variedades ancestrales de setas de los bosques ancestrales del noroeste del Pacífico como sea posible.
Más información en http://www.fungi.com.
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