Ciudad sostenible (y III). Agua, residuos y vida saludable

Muchos de los problemas ambientales que aquejan a nuestra sociedad como la pérdida de biodiversidad, la contaminación, el agotamiento de los recursos naturales y energéticos tienen que ver con el estilo de vida de las personas. Las ciudades son ya el hábitat de más del 60 % de la población mundial. Del diseño y el uso que hagamos de los elementos básicos como el agua, los alimentos o los residuos que se generen dependerá que estas sean habitables y saludables.

Hoy por hoy la mayoría de las ciudades son ajenas al aprovechamiento de las aguas pluviales, a utilizar las propias construcciones para captar la energía solar, a planificar espacios para el cultivo de plantas comestibles tanto dentro de los cascos urbanos como en las zonas periurbanas, etc. Una agricultura sin venenos ni fertilizantes químicos es esencial para la seguridad de las ciudades. Actualmente, el suministro de agua potable de muchas ciudades está contaminado por el exceso de nitratos procedente de los abonos químicos vertidos en los cultivos. Pero, también la gestión de los residuos sólidos urbanos ha ocasionado un grave problema a muchas poblaciones porque no se practican políticas de reciclaje, recuperación, minimización, etc.

Dada la actual dinámica de crecimiento poblacional se precisa planificar el urbanismo para que este permita reducir la demanda de transporte privado y acerque los espacios de vida laboral, ocio, familiar, etc. La ciudad compacta mediterránea en este sentido es un buen ejemplo de partida. Pero, todavía estamos lejos de conseguir la ciudad sostenible. A continuación se aportan algunas ideas y experiencias relacionadas con la gestión del agua, los residuos y las posibilidades para un estilo de vida más ecológico en las ciudades.

La gestión del agua
El agua es un elemento clave en la gestión de la ciudad, especialmente por el acento que toma la llamada crisis hídrica en todo el planeta y que las futuras previsiones no son muy halagüeñas sobre la disponibilidad de este recurso básico para la vida. Esto exige un cambio en la percepción del concepto en si mismo del agua dado que se trata de un recurso con múltiples usos y a la vez frágil y limitado en muchas áreas. La optimización en su uso y para evitar su degradación constituye un elemento esencial en su gestión.

La mejora en la eficiencia del agua en la ciudad pasa por la captación del agua de lluvia y separarla de las aguas grises o negras de evacuación de las viviendas. La organización del alcantarillado para que el agua pluvial pueda ser almacenada y posteriormente usada para el riego del verde urbano e incluso para otros usos empieza a valorarse como esencial. Esta misma captación se puede realizar en las propias viviendas. En algún edificio de nueva construcción se han establecido dos sistemas de distribución del agua, uno para el agua potable y otra para el agua pluvial que se utiliza con una pequeña depuración para lavar la ropa, atender las necesidades de agua higiénica o regar las plantas. Actualmente, existen edificios que además de recuperar el agua pluvial reciclan las aguas grises de lavabos y duchas para su uso en el váter o lavar la ropa previa depuración.

En la ciudad es imprescindible una gestión del agua que reduzca la demanda, que mejora la eficiencia en su uso y que evite el deterioro de los recursos hídricos. Incentivar el uso de sistemas de ahorro de agua en las instalaciones domésticas tales como perlizadores, reductores de caudal, limitadores en la cisterna del WC, etc. permiten reducir hasta un 40 % el consumo de agua de una vivienda. El reciclaje de aguas grises puede ahorrar en una vivienda hasta el 24 % del consumo total. Por su parte las aguas residuales domésticas sin tratar pueden contener una media de unos 35 mg/l de nitrógeno aportado por las heces y la orina.

Un tratamiento secundario convencional elimina entre del 10 al 30 % de este nitrógeno y aplicado al riego convierte esta agua en un nutriente que puede permitir reducir en un 70 % los fertilizantes convencionales en los terrenos agrícolas. Otra posibilidad son los váteres compostadores que aunque no tienen mucha buena predisposición cultural constituyen un recurso que permite ahorrar un 30 % del consumo de agua doméstico y aprovechar la materia orgánica como fertilizante.

El tratamiento terciario de las aguas depuradas permite obtener una agua de calidad (en España está incluso incentivado su uso legalmente) que puede emplearse para la limpieza y riego urbano. El uso de agua depurada en la gestión del espacio público urbano puede significar ahorros de hasta el 80 %. Lamentablemente, muy pocas ciudades españolas aprovechan este importante recurso y las aguas depuradas se vierten nuevamente a los ríos o incluso al mar sin darle este uso público.

Depuradoras biológicas verdes
Imitar a la naturaleza es lo que hacen  este tipo instalaciones que se utilizan en diversos campos como son la purificación de aguas residuales domésticas, comerciales o industriales y también para la humificación de fangos de las depuradoras convencionales.

Una depuradora biológica vegetal no es más que una balsa impermeabilizada en la cual se plantan carrizales y se deja fluir el agua residual por el subsuelo de la plantación de forma que la materia orgánica que contiene sirva de alimento para las plantas. El carrizo tiene la particularidad de generar un amasijo de raíces las cuales son como una red impenetrable que actúa de filtro natural. La carga orgánica de las aguas residuales se convierte en alimento para el carrizal que lo hace crecer.

Así pues la depuradora biológica verde no precisa más que dejar que el ciclo vital del carrizo se desarrolle. En invierno, a pesar que esta planta no tenga crecimiento vegetativo, las raíces continúan absorbiendo nutrientes y depurando el agua residual.  La depuración biológica vegetal también se ha hecho hueco con la humificación de fangos en bancales plantados de carrizos que permite deshidratar los lodos de las depuradoras convencionales para convertirlos en un substrato de alta calidad. Esta tecnología está bien implantada en algunos países, especialmente, en Alemania, aunque también hay algún ejemplo en España.


Reciclaje y otras erres para la gestión sostenible de los residuos
El Worldwatch Institute establece que la circulación de materiales residuales aprovechables en una ciudad puede ser proporcionalmente mayor que las materias primas que se necesitan extraídas de una mina. Lo cierto es que en las últimas décadas el crecimiento imparable de generación de residuos domésticos ha obligado a tomar medidas (la tasa actual media en nuestro país sobre pasa los 1,6 kg/habitante/día). Una de las soluciones ha sido instalar contenedores para la recogida selectiva de diferentes fracciones valorizables tales como papel, vidrio y envases. Estas islas de contenedores ya sean de superficie o enterrados en la vía pública no constituye, sin embargo, la mejor opción en la medida que en ellos determinados materiales, especialmente, los envases acumulan mucho volumen y poco peso.

Para otros materiales residuales (aceite usado, ropa, electrodomésticos, etc.) que se encuentran en menor proporción se ha organizado su recogida selectiva a partir de los llamados puntos verdes o centros de reciclaje ya sean móviles o fijos. Estas áreas de aportación, sin embargo, no se instalan cerca de las zonas de viviendas porque se visualizan como una molestia aún cuando son materiales inertes que no causan ninguna molestia.

En la ciudad sostenible los residuos deberían tratarse a partir de implicar el ciudadano como persona individual de la misma forma que se hace con la sanidad o la educación, aún cuando después este habite en un grupo familiar o de amistad. La recogida selectiva con la actual metodología en los países más avanzados no llega al 60 % en el mejor de los casos lo que demuestra que el ciudadano no lo percibe como un hábito suficientemente importante. Los países con un mayor índice de recogida selectiva son los que han incrementado la tasa sobre los residuos sólidos urbanos. La recogida domiciliaria también se perfila como un buen método, aunque no es más complejo en las ciudades de alta densidad poblacional.

Una de las claves en la gestión de los residuos está en la materia orgánica o desechos de nuestra comida. Existen algunas tecnologías que permiten el compostaje dentro del propio hogar que constituye la mejor solución para convertir más de un 45 % de nuestros residuos en fertilizante útil para la propia jardinería urbana o agricultura periurbana. También se puede disponer de un vermicompostador que aunque no es tan efectivo como un compostador convencional permite una importante función educativa en el hogar respecto al reciclaje. Mientras estas tecnologías de compostaje en el propio hogar no se instala, algunas ciudades han optado para ofrecer puntos de compostaje comunitario ubicado en algunos parques y jardines e incluso dentro de los propios edificios.

La reparación de enseres y la recuperación de bienes para su venta de segunda mano en tiendas de productos usados es otra posibilidad que además de ofrecer puestos de trabajo permite reducir residuos en la medida que alarga la vida útil de los objetos antes de convertirse inevitablemente en materiales no valorizables.    


Alimentos biológicos y proximidad de las mercancías
Consumir alimentos biológicos es una garantía no sólo para nuestra salud sino para las generaciones futuras. La contaminación por plaguicidas y fertilizantes supone un grave riesgo de contaminación para los ecosistemas terrestres y acuáticos, así como para las fuentes de agua dulce para el suministro de boca. Por este motivo, apoyar la producción de la agricultura y la ganadería ecológica aporta grandes beneficios para el entorno. Las ciudades como grandes centros consumidores pueden impulsar en buena medida el desarrollo de la agricultura sin venenos.

Cada vez más los alimentos biológicos se alejan de ser un producto minoritario que sólo podía adquirirse en pequeñas tiendas muy localizadas. En algunos países como Alemania ya existen verdaderos supermercados no sólo con alimentos biológicos sino, además con productos manufacturados elaborados con criterios de respeto ambiental. En nuestro país todavía estamos frente a un fenómeno incipiente a pesar de que cada vez son más los establecimientos en la ciudad que permiten cambiar a un estilo de vida con menor impacto ambiental.

Otra realidad para impulsar la agricultura biológica son los mercados de granjeros biológicos. Una vez a la semana o incluso más días la ciudad sostenible debe organizar espacios para que los granjeros con productos locales elaborados con criterios de sostenibilidad y frescos los puedan vender de forma directa en los centros urbanos. En algunas ciudades los mercados de granjeros con productos frescos y biológicos cultivados a menos de 150 km de la ciudad ya se han incorporado en el dinamismo urbano. Esta realidad se complementa con granjas urbanas para el autoabastecimiento de verduras y frutas de barrios enteros.

Nuestra administración todavía valora que los huertos urbanos no puedan vender sus frutos y los limita al autoconsumo. Sin embargo, en el futuro, tanto en terrazas y balcones como en espacios verdes dentro de la ciudad el cultivo de plantas comestibles va a constituir uno de los cambios más sorprendentes de la fisionomía de las ciudades.


Centros de educación ambiental
La ciudad sostenible es también la ciudad educadora, la ciudad que facilita que su ciudadano pueda resolver las dudas ambientales que puedan asaltarle. En este sentido, tanto el hecho que los colegios dispongan de programas específicos de formación en los que el eje curricular sea el medio ambiente, como que existan equipamientos específicos para atender a los ciudadanos son estrategias válidas y complementarias. Los centros de recursos para la sostenibilidad son espacios donde la ciudadanía encuentra recopilaciones de tecnología y posibilidades a favor del medio ambiente. De la misma forma que una ciudad moderna no puede concebirse sin la presencia de centros de atención sanitaria, los centros de atención medioambientales son igualmente de gran importancia.

Acompañar, aconsejar, facilitar que la población asuma cambios de hábitos que sean más favorables para la conservación de nuestro entorno, son iniciativas imprescindibles en la ciudad sostenible. La organización de las comunidades en asociaciones, en consejos de sostenibilidad, etc. también puede generar actividades ambientales que mejoren la calidad del entorno urbano. Un buen ejemplo de centro de divulgación de ecología urbana proporciona recursos y facilita actividades para que la ciudadanía pueda ser activa.

Algunos centros de este tipo han participado en la promoción de los llamados mapas verdes que existen en diversas ciudades y donde se detallan todas las tiendas, servicios y equipamientos que pueden contribuir a un estilo de vida más ecológico.

- Síntesis de elementos de la ciudad sostenible (I). Edificios y espacios verde

-Síntesis de elementos de la ciudad sostenible (II). La movilidad

Artículo elaborado por la redacción de terra.org. Fotos: Fundación Tierra y varias fuentes.

Canviat
26/04/2018

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