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Esto no queda mal: practicar la humildad energética como ciudadano poco contribuyente al cambio acelerado del clima, y una reflexión antes de empezar: No
sólo cambia el clima, con ello ya ha comenzado a cambiar el paradigma
vital de una especie sobre un limitado y bondadoso planeta
Las
renovables avanzan solas y a toda vela desde el prisma capitalista del
que todo somos parte y algunos de los paisajes soñados de un mundo
lleno de energías limpias comienzan a visualizarse. Date una vuelta por
Navarra, atraviesa por la carretera nacional 2 el parque eólico de La
Muela en Zaragoza, escucha los planes de la gran economía sobre las
megacentrales solares que ya llegan, conoce las innovadoras fábricas de
silicio que alumbran en breve en nuestros lares, o por fin la cordura
de construir nuestros cobijos con inteligencia energética. Percibe el
sentimiento social ya potente de que no hay futuro sin renovables. Conoce dos escenarios extraordinarios realizados por organizaciones ecologistas y que generan recelos, por su calidad y potencia, en personas e instituciones que tendrían que haber sido ellos los que los acometieran, no te abrume su complejidad, son dos manuales del combate social que tendremos que defender, son Renovables 100% y Catalunya Solar. Aunque un mundo justo con buenas energías hay ya que lucharlo como igual no imaginamos.
Sí,
lo que un día soñé que quería ya comienza a estar aquí, y lo hace más
rápido de lo esperado, y me emociona sentirlo y verlo, me da confianza
y también me genera dudas. Pero en mis sueños no incorporé una visión
que ahora considero crucial: todos los que somos podremos seguir
nuestra expansión, ¿hay suficientes recursos para que una especie
depredadora pueda mantenerse en armonía en este planeta aun
sustituyendo las fuentes de energías carbonosas por fuentes de energías
renovables y limpias?
Las matemáticas empíricas sólo me dejan
entender un escenario, del que casi nadie trata y valora, disponemos de
11.200 millones de hectáreas bioproductivas para sacar y desechar lo
que creemos que necesitamos (según dicen y yo creo, los sabios humanistas de Redefining Progress)
y somos ahora ya más de 6.500 millones de humanos en una planeta que
sin remedio ya se calienta rápido alterando la vida plácida. Si hago
una simple división me salen 1,725 hectáreas por humano (aquí para nada
se cuenta el espacio que precisan los miles de billones de miembros de
las otras especies que han permitido ser lo que somos y que sin ellos
no seremos nada) y si calculo online mi huella ecológica después de
completar un formulario con 16 cuestiones cotidianas, me abrumo. España
tiene una huella ecológica de 4,7 hectáreas, a mi me salen 3,2, es
decir cojo de la tierra el doble de lo que me toca, otro humano no
puede cogerlo simplemente porque para él no hay. Si él pudiera coger
tendríamos que disponer de 1,8 planetas, ahora como es obvio sólo
tenemos uno, hermoso y bondadoso, pero lleno de ladrones inconscientes
y afortunados sobrealimentados y de miles de millones de perdedores
humanos y por supuesto de otra incalculable suma de perdedores sin
salvación a la vista, las otras especies.
Pero como no quiero
que nada ni nadie me robe la ilusión por el mundo que un día soñé y que
comienza a querer llegar y yo lo seguiré animando, aunque llegue según
mi visión a rebosar de errores, malas prácticas y mínima cultura
ambiental, hago voto de control de mi soberbia y quiero si puedo y sin
decírselo a casi nadie vivir mejor con menos simplemente para que otros
(humanos o no) puedan tener más oportunidades para sentir la vida que
les toque desde la más alta dosis de dicha que sea posible.
Reducir
el impacto personal sobre el clima para ver que pasa de bueno es
sencillo y precisa dosis elevada de valentía y convicción, sólo
requiere quererlo hacer, y sólo es necesaria la voluntad de la acción y
el valor de la creatividad para además de reducir el impacto aumentar
la satisfacción que por ello podamos sentir.
No es que me mande,
no es que me imponga, es simplemente lo que siento en mi interior lo
que apunto, y créeme, ser integro es una gran labor que no cuesta un
rato. -No volaré ni viajaré por placer más allá de los limites accesibles de la justicia energética
-No
comeré alimentos llegados de más allá de la localidad por mecanismos
injustos, aun sabiéndolo como difícil, haré lo posible por nutrirme con
la energía extraída y agradecida más cercana a mi plato
-No
infravalorare a ninguna otra especie, sea bacteria o el más voluminoso,
animal o vegetal y cuidaré con vehemencia de sus entornos de vida
-Denunciaré
activamente, no callaré, cualquier tiranía contra la democracia
energética, ambiental, cultural, espiritual y social que las fuerzas
instauradas intenten imponer a la libertad y laicidad humanas
-Usaré
el menor volumen de energía transformada y con la mayor eficiencia que
pueda y brindaré por la que proceda de fuentes limpias de la Biosfera
-Consumiré
lo necesario y reduciré la intensidad, dando soporte a los servicios y
bienes elaborados con ecointeligencia, desaprobando todo consumo de
recursos no necesarios para la evolución de mercados justos y solidarios
-Daré
mi apoyo y colaboraré en las demandas de las propuestas políticas que
actúen y sientan hacia la tierra y la vida lo mismo que siento yo,
respeto
-Sentiré como inversión a fondo “ganado” para los perdedores
que están y para todos los que serán sobre la tierra socializada que me
tocará dejar algún día, la huella ecológica más liviana que pueda
conseguir desde mi convicción como ciudadano afortunado sobre este
planeta
-y soñaré y actuaré para hacer posible la invasión hacia un
paisaje global cargado de justicia, con equidad entre humanos y entre
especies que disfrutan los servicios eficientes de las fuentes de
energía renovable y de los recursos que queden, donde la fertilidad de
la tierra respetada lo sea como sagrado y donde el consenso por el bien
común de una especie frágil en un planeta dulce sea el principal motivo
de los intereses generales sociales planetarios.
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