Cerca de 1.500 millones de persones de este planeta viven en pobreza extrema con poco más de 1 dólar al día. Esta población, confinada en las áreas rurales sobrevive por que producen sus propios alimentos. La agricultura familiar es pues una herramienta para combatir el hambre y la pobreza. De ahí que facilitar conocimiento para el mejor aprovechamiento de la fertilidad de la tierra y obtener la mejor cosecha posible, ha sido incluso aconsejado por la FAO quien ha declarado el 2014 como el Año Internacional de la Agricultura Familiar.
El valor de la agricultura familiar
Tal como la define la FAO, la agricultura familiar incluye todas las actividades agrícolas de base familiar y está relacionada con varios ámbitos del desarrollo rural. La agricultura familiar es una forma de clasificar la producción agrícola, forestal, pesquera, pastoril y acuícola gestionada y operada por una familia y que depende principalmente de la mano de obra familiar, incluyendo tanto a mujeres como a hombres.
Tanto en países en desarrollo como en países desarrollados, la agricultura familiar es la forma predominante de agricultura en la producción de alimentos. A nivel nacional hay varios factores clave para un desarrollo exitoso de la agricultura familiar, como las condiciones agroecológicas y las características territoriales, el entorno normativo, el acceso a los mercados, el acceso a la tierra y a los recursos naturales, el acceso a la tecnología y a los servicios de extensión, el acceso a la financiación, las condiciones demográficas, económicas y socioculturales, o la disponibilidad de educación especializada, entre otros. La agricultura familiar tiene un importante papel socioeconómico, ambiental y cultural.
Facilitar el acceso a la tierra, el agua y otros recursos naturales e implementar políticas públicas específicas para los agricultores familiares (crédito, asistencia técnica, seguros, acceso a los mercados, compras públicas, tecnologías apropiadas) son componentes clave para incrementar la productividad agrícola, erradicar la pobreza y alcanzar la seguridad alimentaria.
Impulsar la agricultura familiar
La población campesina ha decaído en todo el planeta. Y aunque en términos generales se estima en un 40 % en los países desarrollados como España, a penas alcanza el 2 %. Está claro que esta situación desigual nos advierte que muchas prácticas agrícolas se desarrollan con métodos intensivos (maquinaria, fertilizantes químicos, plaguicidas tóxicos y semillas transgénicas). A la vez que estos métodos conviven con una agricultura casi sin recursos y en condiciones de precariedad. Más del 70 % de los pequeños agriculturas afectados por la seguridad alimentaria tienen problemas para acceder a la tierra cultivable.
Mientras, esta población rural empobrecida no puede acceder a la tierra se da la insólita situación de una progresiva aceleración de la degradación de los suelos por erosión, de pérdida de recursos hídricos (pozos exhaustos) a la vez que estos terrenos se convierten en áreas para la especulación y concentración de la tierra para convertirlas en áreas de agricultura intensiva en manos de multinacionales.
El acceso a la tierra para el cultivo familiar es una condición básica para luchar contra el hambre y la pobreza. A la vez lo es facilitar los medios económicos para acceder a los recursos básicos (agua, semillas, abonos, etc.) a la vez que expandir el conocimiento sobre prácticas agrícolas sostenibles que protejan la fertilidad del suelo y otorguen seguridad alimentaria a sus practicantes.
Los agricultores familiares desarrollan sistemas agrícolas basados en la diversificación de cultivos y preservan los alimentos tradicionales, contribuyendo a la vez a una dieta equilibrada y a la protección de la biodiversidad agrícola mundial.
Impulsar fórmulas de comercialización cooperativa de los productos de la agricultura familiar es una forma para que los más pobres puedan también tener una cierta autonomía económica y poder desarrollar su vida con dignidad. Los gobiernos deberían pues fomentar y dar facilidades para la implantación de cooperativas y otras fórmulas organizativas que empoderen a los agricultores familiares. En definitiva, facilitar el acceso a la tierra, el agua y otros recursos naturales e implementar políticas públicas específicas para los agricultores familiares (crédito, asistencia técnica, seguros, acceso a los mercados, compras públicas, tecnologías apropiadas) son componentes clave para incrementar la productividad agrícola, erradicar la pobreza y alcanzar la seguridad alimentaria.
Otro aspecto clave es el de la capacitación adaptada a las condiciones ambientales y meteorológicas de una determinada zona para que puedan disponer del mejor conocimiento para aplicar las técnicas agrícolas más adecuadas no sólo en términos de producción sino también de facilidad para su comercialización y protección de la fertilidad del suelo.
La agricultura familiar es la forma predominante de agricultura tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo. Se caracteriza por que su actividadr es gestionada y operada por una familia y depende principalmente de la mano de obra familiar.
La agricultura familiar como garante de la seguridad alimentaria
La agricultura familiar es la mejor opción para contribuir a la seguridad alimentaria a la vez que procurar un modo de subsistencia a la población rural más desfavorecida. La agricultura a pequeña escala en comparación suele ser más productiva que la convencional e intensiva. De hecho el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial señaló en su último informe que en muchas regiones del planeta son los principales productores de los alimentos que consumimos a diario. Sólo en China, unos 250 millones de pequeñas explotaciones agrícolas producen cerca del 20 % de los alimentos del mundo. Actualmente, hay más de 500 millones de explotaciones agrícolas familiares en el mundo
Las pequeñas explotaciones favorecen una comercialización más justa y permiten avanzar en una alimentación basada en los criterios de proximidad que contribuye a la salud de las personas al proporcionar alimentos más frescos y de mejor calidad alimentaria. También contribuye a la mejor conservación de los recursos hídricos y a la sostenibilidad de la propia actividad (se producen las semillas, minimizan los riesgos de la erosión, etc.). El mantenimiento de una agricultura familiar es la mejor garantía para frenar los procesos de monopolio no sólo de acaparar tierras fértiles sino también de evitar políticas económicas que menosprecien la economía familiar y local. Los gobiernos deben demostrar su compromiso político creando un marco jurídico, instituciones y políticas para los agricultores familiares. Por su parte, la cooperación internacional puede fomentar el debate sobre políticas entre las partes interesadas y ayudar a forjar soluciones concretas y sostenibles.
El Año Internacional de la Agricultura Familiar constituye una oportunidad para destacar el papel socioecológico de los pequeños agricultores, de los problemas que amenazan la seguridad alimentaria y de favorecer las prácticas sostenibles en la agricultura a la vez que fomentar alimentos más saludables.
Artículo elaborado por la redacción de terra.org basado en los contenidos proporcionados por la FAO con motivo del Año Internacional de la Agricultura Familiar. Las fotos y los textos han sido extraídos de la web de esta campaña.