El nuevo libro del científico italiano Stefano Mancuso, sigue la senda de Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal (2015) pero revela investigaciones más recientes sobre la capacidad de las plantas para entender su entorno y comunicarse. Con el título El futuro es vegetal, Galaxia Gutenberg, 2017, nos pone a disposición una nueva obra imprescindible de este autor disruptor. El punto de partida para este científico de las plantas es que comprendamos la innovación vegetal en la vida del planeta Tierra. Estas son capaces de gernerar energía gracias a la captación de la radiación solar a la vez que fijan emisiones de carbono, pueden autoensamblarse usando un diseño modular y replicativo y su inteligencia no está centralizada sino que es distribuida sin un órgano de control central que pueda ser destruido fácilmente. Finalmente, sus posibilidades de reproducción no sólo utiliza la via sexual sino también son capaces de replicarse a sí misma y generar dos unidades funcionales.
Con estos planteamientos, Mancuso pretende hacernos descubrir las bondades del reino vegetal que está ayudando a dar conocer con sus libros e investigaciones. Su nuevo libro El futuro es vegetal explica algunos descubrimientos recientes sobre la fisiología de las plantas y en el que defiende que ayuda a salir de muchas de nuestras ideas preconcebidas sobre el mundo vegetal. “Respiramos gracias al oxígeno que producen los vegetales, la cadena alimentaria y todo lo que comemos tiene su base en ellos y hasta la energía fósil de la que dependemos fue producida por las plantas hace millones de años”.
Así que se sorprende. “¿Cómo es posible entonces que prestemos tan poca atención al mundo vegetal?”. Pero remata y argumenta que “Deberíamos fijarnos en las plantas no sólo por los servicios que nos prestan, sino también por lo que podemos imitar y aprender de ellas. Son una fuente de conocimiento para la ingeniería, el diseño y multitud de disciplinas”.
En el planeta hay más de 31.000 especies tienen uso documentado, de estas casi 18.000 se usan con fines medicinales; 6.000 para alimentación; 11.000 como fibras técnicas o material de construcción; 1.300 con fines sociales incluyendo las drogas. Es evidente que las utilidades del mundo vegetal para mejorar la vida humana están todavía por explorar y no sólo en la tierra firme sino también en el mar.
Según Mancuso "Todo nuestro planeta está cubierto en su mayor parte por agua. Nuestra vida cambiará cuando empecemos a cultivar el mar y comprobemos las desconocidas posibilidades que ofrecen las algas y las plantas acuáticas. Es un mundo que es casi del todo desconocido para nosotros y podremos obtener insospechadas fuentes de alimentos, medicinas y todo tipo de productos. Pienso que cuando se habla del futuro de la humanidad hay que pensar en el mar más que en Marte”, afirma.
Inteligencia vegetal en estudio
En el Laboratorio Internacional de Neurobiología Vegetal que dirige en la Universidad de Florencia trabaja un nutrido equipo de científicos para estudiar las capacidades de comunicación, de recogida de información, de memoria y de relación que tienen las plantas. Toda esta experimentación les ha permitido observar que lejos de ser organismos inanimados, como suelen ser consideradas, las plantas son estructuras dotadas de todo tipo de habilidades sociales. Sin duda la principal capacidad es la de relación con el entorno y de intercambio de información con este.
Stefano Mancuso en una charla divulgativa.
Según Mancuso: "Cuando se habla de plantas, que no tienen cerebro, lo habitual es inventar otros términos: aclimatación, endurecimiento, priming, condicionamiento... Acrobacias lingüísticas todas ellas que los científicos han ido acuñando a lo largo de los años con el fin de no utilizar una palabra muy antigua, cómoda y simple: «memoria».Todas las plantas son capaces de aprender de la experiencia y, por tanto, poseen mecanismos de memorización.
Los experimentos de Mancuso ya habn sido plasmados en más de 200 artículos científicos en revistas de referencia. Entre ellos se describe como el ápice terminal de las raíces de las plantas, un órgano especializado en la exploración, es capaz de detectar hasta 40 parámetros distintos de su entorno. Otros analizan los efectos de la luz y el sonido y la presión hasta una gran variedad de señales químicas en sus relaciones con el entorno. Pero lo más fascinante es que las plantas no tienen un ápice en sus raíces, sino miles de ellos, que intercambian información no sólo entre los que forman parte de un individuo, sino con los que lo rodean. Las raíces son el orgáno de información por excelencia de las plantas. En los bosques maduros se ha comprobado que los ejemplares más sanos transportan alimentos a los más envejecidos y a los jóvenes, explica el botánico. Lo importante, parece ser, es la estabilidad de la comunidad, no la permanencia del individuo.
Laboratorio Internacional de Neurobiología Vegetal en la Universidad de Florencia.
Las plantas tienen una organización tan distinta a los seres humanos que nos cuesta comprenderlas y entender la brillantez de su planteamiento evolutivo. Así que “Todas las ideas novedosas que tenemos sobre la sociedad del siglo XXI y la era de la globalización y de internet, como la inteligencia distribuida, el conocimiento compartido, los contenidos subidos en la nube, la configuración de internet como una red sin centro definido... todas esas habilidades que demandamos para la sociedad del siglo XXI son la forma que tienen las plantas de funcionar”, afirma. “Las plantas tienen una organización tan distinta a nosotros que nos cuesta comprenderlas y entender la brillantez de su planteamiento”, añade.
Para el autor de El futuro es vegetal hay un aspecto clave para comprender porque no sabemos observar la inteligencia vegetal. Mientras nos miramos la naturaleza desde la óptica humana, desde un pedestal de superioridad, que es el del animalocentrismo, juzgamos el mundo desde nuestra óptica animal: generamos estructuras y conceptos basados en nuestra propia estructura de individuos, con órganos y funciones definidas, un centro de control único en el cerebro que envía señales a todas las partes e incluso una mecánica basada en la bilateralidad y el movimiento bípedo o cuadrúpedo.
En su laboratorio Stefano Mancuso ha desarrollado robots diseñados siguiendo el esquema de los vegetales, es decir, unos “robot plantoides”. Defiende que la exploración espacial se beneficiaría de usarlas como modelo. “No tiene sentido gastar enormes cantidades en un solo robot exploratorio, esos Rover marcianos que solo pueden explorar una pequeña parte de terreno y que funcionan según nuestras estructuras mentales. Mancuso defiende que sería más útil enviar cientos de pequeños robots y hacerlos llover sobre el planeta, que fueran capaces de abastecerse de energía y de extender sus ‘raíces’ robóticas en el subsuelo para medir y analizar el planeta y comunicarse entre ellos.
Una forma de vida compleja que cambia nuestro paradigma sobre la vida
Otro de los campos que llaman la atención a Mancuso por su cortedad de miras es la ciencia ficción. “Siempre nos pintan extraterrestres con forma de insecto o de humanoide, resulta difícil que a alguien se le ocurra imaginar un alienígena con forma y funciones de planta”, afirma. Y, sin embargo, para nosotros “las plantas son mucho más extraterrestres que muchos relatos de ciencia ficción, tan distintas que no llegamos a comprender cuán diversas son y cuán capaces de hacer cosas que no sabemos hacer, como captar energía o compartir información para adaptarse a las circustancias cambiantes del entorno y sobrevivir”, añade.
Imágenes de detalles de partes vegetales obtenidas en el laboratorio de Stefano Mancuso de la Universidad de Florencia. Foto: Linv.org
Las plantas han tomado un camino distinto al nuestro. Renunciaron al movimiento, para eludir la depredación y han evolucionado de una forma única e insólita, desarrollando enormes capacidades. Una de ellas es manipular a los animales gracias a la ingente variedad de productos bioquímicos que producen. En El futuro es vegetal, el botánico explica el resultado de multitud de investigaciones sobre cómo las plantas usan las recompensas o los reclamos del olor, del néctar o de los compuestos de sus frutos para emplear en su beneficio a animales e insectos. Los frutales atacados por orugas, por ejemplo, envían una sustancia química volátil que es detectada por los pájaros insectívoros, que acuden a ese árbol para librarle de depredadores.
Otro campo novedoso abierto por las investigaciones de Mancuso es el de la memoria vegetal. Según él, las plantas, incluso los individuos como los grandes árboles centenarios, acumulan experiencia de lo vivido y con ello generan resistencia y resiliencia ante nuevas circustancias. Esto puede ser sumamente importante en el contexto actual del cambio climático.
Las plantas están sometidas a cambios rápidos en su entorno generados por el impacto humano sobre el clima. Están mostrando cierta elasticidad para adaptarse a la subida de CO2 y capturando más cuánto más hay; sufren con el aumento de temperatura y más todavía con las variaciones en las precipitaciones y el acceso al agua. En el contexto Mediterráneo, como Italia o España, la suma de aumento de temperaturas y falta de agua es el factor que más las estresa. Cómo responderán estas maestras de la ingeniería al nuevo panorama es algo que veremos en las próximas décadas.
Artículos relacionados: