¿Pero de donde viene la energía que mueve las cosas en el lugar? Pues
amigo te cuento, principalmente del bosque, la leña calefactora, del
mundo petroquímico el butano, para el mínimo uso de la cocina, porque
cuando hay sol 2 cocinas parabólicas Ksol
y un horno solar echan humo limpio. Para funciones eléctricas disponen
de un campo fv de 700 vatios de potencia montado después de recuperar
diversos paneles y que funcionan bien cuando tu también lo haces. Está
situado a 10 metros del suelo, que los sabios del lugar idearon con
mínimos recursos y mucho ingenio. El seguidor solar cada dos/tres horas
conviene ponerlo cara al sol (y no me mal interpretes, ehh). Ósea que
tres días por 10 horas de sol unas 10 reorientaciones, total 1 minuto
por cada vez, poco tiempo para obtener un 30% más de energía que si
estuviera fija la instalación. Es decir, debes saber que esa central
energética situada a 150 millones de kilómetros que mandará durante los
próximos 5000 millones de años sus fotones, muy rápidos por cierto, en
9 minutos están sobre tu cuerpo y el mío, nutre al lugar del
maravilloso fenómeno eléctrico y desde unas baterías reguladas, la
nevera de mínimo consumo, la iluminación de altísima eficiencia (las
bombillas de bajo consumo habituales), la base del teléfono y un
fantástico mac ofrecen los servicios mínimos para una satisfactoria
vida sencilla.
El sol y su limpia energía también se captura en
el lugar de forma pasiva, es decir que sé no se le ponen trabas para
que entre a potencia máxima (invierno) en el interior de la vivienda
por sus ventanas bien abiertas, unos reflectores que he bajada cada
mañana y subido cada atardecer aumentan el flujo y hacen que noche
fuera hasta – 4 y dentro hasta +15, todo sin emisiones de CO2 y sin
pagar factura alguna. Oleeee ¡¡
Bajar y subir persianas de la
cara sur en alguna de las estancias de la casa es otra de las
actividades que a diario he realizado. Y es que usar energía gratuita
también requiere su tiempo, un tiempo eso sí precioso, emocionante y de
altísima responsabilidad. Ah, me olvidaba, no hay nada en el mundo
higiénico para mi tan poderoso y gratificante que darse una duchilla
con el agua calentada por el sol y acumulada durante el día para estar
a disposición hasta dos días después. Amigo cuando pruebes tu primera
ducha solarizada, si no lo has hecho todavía, te recomiendo una
meditación acuática, tomas conciencia, no habrá una sensación igual
hasta que no lo repitas: imagina que tu piel esta físicamente conectada
con el más fascinante de los viajes medidos, recuerda, un hilo dorado
te une a ti con el Sol. Casi ná y tan cierto como divino. Seguro que
después puedes valorar la captación solar térmica como una de las más
fantásticas inversiones a realizar en la vida, siempre que el sol
llegue a tus dominios.
Y claro, en temas energéticos no me olvidaré de citar la
fotosíntesis, el chute vital para todo lo vivo vegetal y animal del
lugar, que como algo aletargada a finales de otoño, es la recogida
energética más poderosa y la única vital que hacemos desde la tierra
todos los que por ella pululamos. Pero oye, aquí caen heladas ya, y
bajar cada tarde a cubrir los puerros, las coles, las lechugas y
algunos cardos, alimentos que quedan como reserva estratégica en el
huerto saludable de la finca, y hacerlo con la tela térmica
también ha sido actividad loable además de la más cercana a tierra
después de pisarla continuamente. Nada que ver el primer día con el
ultimo. De flipar para mover 50 metros cuadrado de plásticos por encima
de una coles a sacar mis dotes de torero al viento y distribuirla con
maestría sobre la plantación de alimentos del lugar el ultimo día, me
ha servio para valorar lo importante que es el la vida, la constancia,
la intuición y la habilidad, que yo por lo menos me disfruto con las
cosas pequeñas y que a simple vista parecen sencillas.
La vida en el campo con alto grado de autosuficiencia, no me refiero
a la cuestionable segunda residencia, lujo solo de ricos desarrollados
insosteniblemente, es una aventura que todos tendríamos que vivir, por
lo menos como yo, durante unos días. Te das cuenta al poco rato de que
si las ciudades triunfan es porque en ellas es fácil pagar por todo lo
que un complejo sistema energético, ahora sucio, pone a disposición.
Energía abundante para cuando nos movemos, nos alimentamos, nos
duchamos, nos comunicamos...mientras, en esos espacios mayoritarios en
el computo geográfico, allá donde el mayor numero de especies pululan
presionadas y muchas en continuo riesgo, es quizás donde deberíamos
comenzar a dejarles territorio para su desarrollo en libertad. En esos
lugares y descontando a la economía fotosintética (agricultura y
ganadería, gestión de bienes naturales (agua, biomasa...) es posible
estar sin dañar, es más, donde realmente como especie animal podemos
relacionarnos con el resto y aprender lo mucho que nos ha pasado casi
desapercibo, según pienso yo.
Ya ando planteando a los colegas de Más Lluerna que cuenten con
nobel ecocasero para las siguientes salidas que tengan previstas, y es
que, he aprendido más en tres días en algunas percepciones de
autosuficiencia que en 40 años de andaduras diversas.
Parte (I), parte (II) |