Nueva temporada de ensayos para el cultivo de soja en ecológico

JORDI GISPERT (21-06-2022)

La soja, una leguminosa proveniente del sudeste asiático, e implantada a gran escala en norteamérica a partir de los 60, es preciada por su contenido especial en proteínas (35 % - 45%) y también por su completa aportación de aminoácidos esenciales. Un tesoro alimenticio que ha caído en manos del negocio y la codicia de magnates de la industria y que ha impulsado en consecuencia una guerra comercial y unos desastres ambientales que aún crecen sin un freno claro a corto plazo.

Las cifras de la desforestación

Estados Unidos (123.664.230 toneladas/año), Brasil (117.887.672 toneladas/año), Argentina (37.787.927 toneladas/año) y China (14.193.621 toneladas/año) son actualmente los mayores productores a nivel mundial. México ocupa un lugar de relevancia entre los países centroamericanos, (324.091 toneladas/año) mientras que el estado español se sitúa lejos, en el puesto 71 (4.249 toneladas/año). Los sistemas intensivos acaparan la gran parte del pastel, y dañan los campos, el entorno y destrozan magnas extensiones forestales. 6 de las empresas que controlan un mercado insostenible y concentrado (DM, Bunge, Cargill, COFCO, Louis Dreyfus Company y Viterra) crearon en 2019 el Soft Commodities Forum, una plataforma impulsada para proteger a 25 zonas de alto riesgo en la zona de Cerrado, la sabana tropical que circunda el Amazonas y que ocupa un 22% de la superficie del país.
Una vez más sin embargo, el informe publicado por la Rainforest Foundation Norway (2022), una de las entidades internacionales más activas en defensa de los bosques tropicales, deja claro que ninguno de los compromisos ni promesas se han cumplido. Entre 2018 y 2020 la desforestación relacionada con los cultivos de soja aumentó un 61% en Brasil, y entre agosto de 2020 y julio de 2021, 235.917 hectáreas adicionales fueron saqueadas y destruidas en favor del suculento lucro.

La nueva legislación europea

La Unión Europea es parte importante de un problema que concierne múltiples variables, y que puede resumirse en escaso respeto hacia recursos, animales y naturaleza. El 17% de la soja que importa, dejando a parte la enorme huella de carbono que origina el transporte transatlántico, tiene relación directa con la progresiva destrucción del Amazonas.
El pasado 22 de junio se conmemoró el Día Internacional de los Bosques Tropicales. Una fecha aprovechada por 350 científicos españoles para publicar un manifiesto unitario. Instan las autoridades españolas y europeas a no dar un paso atrás en la propuesta de un nuevo reglamento para poner freno a la Desforestación Importada. Una ley que debería ser en breve aprobada, y que teme ser diluida por el poder de los lobbys que conforman la potente agroindustria. Si se lleva a cabo sin recortes significativos, este marco pionero proporcionaría obligaciones claras para todas las empresas que en el continente compran a terceros soja, palma, café, madera, cacao y productos de vacuno. Una nota positiva porque los importadores deberían identificar la procedencia de los bienes y demostrar cuidadosamente que su producción no ha causado ningún daño a los ecosistemas.

La investigación en la península

Producir la soja a nivel local es la gran alternativa a un problema que acelera igualmente el calentamiento del planeta. En el Viejo Continente, es España la que contribuye en tercer lugar a esa desforestación, y en el mundo es actualmente cuarta importadora por lo que hace referencia a soja (3,16 millones de kilogramos por año), un producto que destina en gran parte a la alimentación de su ganadería. Junto a Francia encabeza el ranking de producción ecológica (2,4 millones de hectáreas) y aunque en la leguminosa este margen sea tímido (1.400 hectáreas), ya varios indicadores marcan una pauta ascendente.
“El Gobierno de Aragón abrirá en otoño un proyecto específico para cultivar la soja en ecológico”. Son palabras de Miguel Gutiérrez, jefe de la Unidad de Cultivos Herbáceos del Centro de Transferencia Agroalimentaria de la Junta. Esta planta, que precisa suelos aireados, y mucha agua, ha crecido como opción de regadío. Y aunque no existe todavía, se ha tanteado ya el modelo de cultivo orgánico. Actualmente ocupa en la comunidad 632 hectáreas, ubicadas en gran parte en la zona esteparia de Monegros.
Cataluña, por su parte, tiene 200 hectáreas destinadas a la soja, y proyectos de investigación que desarrolla en la demarcación de Lleida desde hace 8 años el IRTA (Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentària). La producción, sin transgénicos, ha aumentado progresivamente. Se ensayan variedades en modo convencional (uso de herbicidas para combatir las malas hierbas) y ecológico (prevención mediante la rotación de cultivos y el desherbado mecánico). Este último modelo representa ya el 15% del total, impulsado por la creciente demanda ciudadana y el aumento de proyectos de ganadería en extensivo. “A parte de la gestión de la vegetación que crea competencia, tanto orgánico como convencional proporcionan grandes beneficios ecológicos y acrecentan posibilidades y fertilidad al campo”, argumenta Josep Anton Betbesé, responsable del programa de cultivos extensivos del IRTA.
Su alta compatibilidad estacional (siembra entre abril y junio y cosecha en otoño) con los cereales de invierno (trigo, cebada, centeno o avena), y el ahorro en abono que supone su simbiosis con Bradyrhizobium japonicum, un tipo de bacteria que le proporciona el 75% del nitrógeno que necesita, la hacen una opción inmejorable de futuro para generar economía sustentable, saciar la demanda proteínica y aportar remarcables beneficios al entorno más cercano y al planeta en general.