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Frente al problema del incremento en el uso de bolsas de plástico, las bolsas de tela son la mejor opción para realizar las pequeñas compras diarias
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Una buena forma de plegar las bolsa de plástico para que sean útiles en otra ocasión
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Una tortuga marina con un trozo de plástico en la boca
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Algunos fabricantes de latas ofrecen la posibilidad de adquirirlas sin las típicas anillas de plástico en packs de cartoncillo reciclado y reciclable
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Un problema creciente |
Son prácticas, eficientes, limpias y… ¡son gratis! Nos han acostumbrado a que es agradable ir al supermercado hacer la compra y salir con todos los artículos dentro de bolsas de plástico. Hay bolsas de plástico por doquier. Su mínimo peso, unos 6 gramos capaces de llevar hasta cinco kilos, su bajo coste y su impermeabilidad al agua las ha convertido una costumbre para llevar alimentos, ropa o cualquier otra compra cotidiana. ¿Puedes imaginar tu vida sin bolsas de plástico? Cada bolsa de plástico que se utiliza en las compras diarias tiene un importante coste medioambiental. En su fabricación se usa energía, se gastan productos no renovables del planeta y se contamina el medioambiente. En tierra y en el mar las bolsas de plástico ya constituyen casi un elemento de los paisajes.
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Más de medio siglo con plásticos |
La Segunda Guerra Mundial aceleró la investigación sobre los plásticos ante la necesidad de contar con nuevos materiales. Así surgió el nylon, el poliester y varios tipos de caucho sintético. Tras el conflicto, se crearon los policarbonatos, los acetatos y las poliamidas. En 1953 el químico alemán Karl Ziegler desarrolló el polietileno y en 1954 el italiano Giullio Natta creó el polipropileno, los dos plásticos más utilizados actualmente. Las primeras bolsas de plástico para pan, bocadillos, fruta y verduras fueron introducidas en Estados Unidos en 1957. Las bolsas de basura de plástico empezaron a aparecer en las casas y por las cunetas de todo el mundo a finales de los sesenta. Pero el verdadero despegue de estos productos tuvo lugar a mediados de los setenta, cuando un nuevo proceso de fabricación abarató los costes de producción de bolsas individuales, permitiendo a las principales tiendas y supermercados ofrecer a sus clientes una alternativa a las cestas de mimbre o al carrito de comprar. Hoy cuatro de cada cinco bolsas utilizadas en las tiendas de comestibles son de plástico. Se calcula que al año se distribuyen en España 16.000 millones de bolsas desechables (2005). Cicloplast, la entidad que agrupa a faricantes y distribuidores de bolsas, asegura que el mercado total es de 96.000 toneladas de las que a penas se reciclan alrededor de un 10 %.
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Petróleo transparente |
El origen de las bolsas de plástico es el petróleo, el gas natural y otros derivados de la industria petroquímica, que en las fábricas de plástico se transforman en moléculas de hidrógeno y carbono conocidos como polímeros o resinas polímeras. El polietileno se calienta a altas temperaturas y el polímero fundido se convierte en un tubo, en cierto modo como si se tratara de hacer churros. Una vez conseguida la forma deseada, el plástico se enfría, se endurece y puede ser aplastado, sellado, reforzado, perforado o impreso. La típica bolsa de plástico, que pesa tan sólo unos gramos y tiene un grosor de milímetros, podría parecer un artículo completamente inocuo de no ser por el increíble número en que se producen. De las fábricas de todo el mundo salieron en 2002 aproximadamente 4 o 5 billones de bolsas de plástico, desde bolsas de basura de gran tamaño hasta bolsas gruesas para la compra y más finas para alimentos. Entre Norteamérica y Europa Occidental se consumen ya el 80 por ciento de la producción y su uso se está generalizando también en los países más pobres, por lo que la situación mundial podría agravarse. El 4% del total del petróleo extraído se destina a la industria del plástico y, entre los años 2000 y 2002, en España se consumió 1.502.519 toneladas de plástico que, posteriormente a su uso, se convirtió en residuo, reciclándose tan sólo el 17,1% del total. En una ciudad como Zaragoza, de unos 600.000 habitantes, se tiran aproximadamente 12.800 toneladas de bolsas de plástico al año. Estamos frente a un problema de notable dimensión por lo que en aquella ciudad la Asociación de Consumidores San Jorge, en colaboración con el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón, inició una campaña de información y sensibilización medioambiental en Zaragoza bajo el lema “La bolsa o la vida”, para concienciar a los ciudadanos de la necesidad de reducir el consumo de bolsas de plástico que utilizan en su vida diaria. Actualmente, algunos supermercados ofrecen bolsas de tela que cuando han sido desgastadas te la renuevan.
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Los costes externos que se olvidan |
Nosotros recibimos gratuitamente las bolsas de plástico nuevas cada vez que vamos al supermercado, en donde un alimento puede ser embalado primorosamente con hasta tres o cuatro embalajes sucesivos. La "generosidad" del supermercado proviene de lo poco que cuesta la materia prima para hacer dichas bolsas. Lo que se debe al hecho no tan fortuito de que el petróleo por ahora es muy barato. Y el petróleo es tan barato porque las empresas no toman en cuenta su costo integral, es decir externalizan los costos ambientales, dejándolos fuera del coste real que pagamos. La experiencia de algunas tiendas y supermercados demuestra que cuando las bolsas de plástico se les pone un precio simbólico de entre 0,15 a 0,5 euros se puede reducir su consumo hasta un 30 %.
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Porquería en las calles |
Pero multitud de bolsas traviesas escapan a su destino final en el vertedero, volando por los aires una vez desechadas, y contribuyen a ensuciar los paisajes, las playas y los mares. Cuando las bolsas de plástico están serigrafiadas todavía es peor ya que las tintas contienen residuos metálicos también contaminantes. Las pinturas de impresión contienen plomo y cadmio, metales pesados altamente tóxicos. Puedes observar en las calles la cantidad de restos de bolsas de plástico por doquier. Y otro inconveniente del material plástico es que, si queremos solucionar su falta de biodegradabilidad valorizándolo como combustible, su incineración genera también gases que resultan altamente tóxicos. |
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El precio que paga la fauna silvestre |
Desgraciadamente, los plásticos no sólo se acumulan en tierra sino también en el mar. Quizás podemos pensar que van al fondo del océano y de esta manera desaparecen. Sin embargo, muchos plásticos son casi indestructibles y algunos pueden permanecer estables por 400 años antes no se degraden. Depositados sobre el fondo marino los plásticos no dejan crecer las algas del fondo. Los animales que viven entre ellas mueren y la cadena mortífera se traslada hacia los otros animales que habitan cerca de las superficies por falta de alimentos. El caso es que también muchas bolsas de plástico flotan en el agua. Numerosas tortugas marinas mueren atrapadas en estas bolsas de plástico flotantes. También se han encontrado en el estómago de los delfines o las ballenas que se tragan estos residuos confundidas entre los peces o plancton del que se alimentan. Las anillas de plástico que sujetan las latas de bebidas también han causado estragos entre las aves y la fauna marina... En el verano en 2004 una bolsa de basura y otra de un supermercado español provocaron la muerte de un cachalote en la costa francesa. Las causantes de su defunción fueron la debilidad que sufría por haber tragado las bolsas de plástico halladas en su aparato digestivo. El problema no es nuevo, otros ocho cetáceos encontrados en las costas francesas desde 1970 fueron ya víctimas de la ingestión de bolsas de plástico, aunque, según los expertos, las mayores víctimas de esos peligrosos falsos moluscos etiquetados son las tortugas marinas por su afición a las medusas que se confunden con los plásticos. No hace falta mucha imaginación para pensar qué nos pasaría si nos tragamos una bolsa de plástico, algo que nuestro estómago no puede digerir en absoluto. Lo más probable es que acabemos con una obstrucción intestinal que acabe en el quirófano. Pero los animales marinos no tienen quirófanos. Las tortugas, las ballenas, los delfines, las focas, todos estos seres se ven en peligro pues el tamaño de su boca hace posible que se traguen estos materiales y acaben muertos de inanición, al tener el tubo digestivo obstruido, o asfixiados por no poder respirar al quedar el plástico atascado en su boca.
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Las anillas de plástico de las latas son reciclables, pero... |
Las anillas de plástico que sujetan las latas de bebidas son de polietileno de baja densidad un material fácilmente reciclable y que es fotodegradable (entre 3 y 4 meses en invierno, menos en verano). Sin embargo, su poca consistencia hace que la mayoría acaben desperdigadas o en la basura convencional y no en el contenedor amarillo de embalajes. La empresa ITW Hi-Cone, la multinacional que inventó las anillas para las latas (tiene fábrica en España), empezó en el 2005 un programa escolar en el que participaron unos 15.000 alumnos y recogieron un total de 64.300 anillas plásticas que representaron 193 kg de polietileno de baja densidad que pudo ser convertido nuevamente en anillas plásticas. Sin embargo, cada vez hay más fabricantes que consideran que estas anillas constituyen un problema por lo que algunos de estos envasadores con latas han empezado a utilizar el cartoncillo reciclado en packs de 10 unidades que facilita su almacenaje en la nevera. El cartoncillo es un material que nadie asocia a que no pueda convertirse nuevamente en pasta de papel y además no precisa de la separación obligada como sucede con los plásticos depositados en los contenedores de embalajes. El problema de las anillas plásticas es que sino se recogen específicamente la mayor parte acaba fuera de las cadenas de reciclaje. Ya hemos comentado que en el mar, pero también en tierra, las anillas plásticas que sujetan las latas de bebidas pueden ser una trampa mortal para mamíferos marinos y aves. Evitar las bolsas de las tiendas
El mejor residuo es el que no se genera y el reciclaje debe ser la última opción. Para avanzar hacia un desarrollo sostenible, lo importante es reducir los residuos de origen. Reducir el consumo es la mejor opción, después de la reutilización y como última alternativa depositarlas en el contenedor amarillo de embalajes. Deberíamos adoptar la costumbre de llevar una bolsa plegada en el bolsillo o bolso para compras inesperadas, aunque mejor que fueran de tela. De todas maneras lo interesante es planificar las compras y buscar métodos alternativos como llevar cajas de cartón si llevas coche, un carro de compra (los hay incluso para llevar en una bicicleta) o simplemente, la tradicional cesta. Las bolsas ya adquiridas pueden ser utilizadas para nuevas compras o úsarlas como bolsas de basura, cuando estén demasiado degradadas. En Suecia o Alemania son los países donde hay una mayor conciencia para evitar el uso de bolsas de plástico. En Francia se van a prohibir los embalajes plásticos no degradables a partir del 2010. También en este país, merced a campañas de sensibilización, se ha reducido ya un 20 % el volumen de bolsas de polietileno: de 15.000 millones en el 2003 a 12.000 millones en la actualidad. Hay que acostumbrarse a llevar sus propias bolsas (las de tela son las más adecuadas), cuando vamos de compras. En los países antes mencionados los que van con las manos vacías, reciben las de plástico, pero previo pago. Algo que al menos simbólicamente expresa que cuestan recursos. Que no son un regalo. Algunos fabricantes han introducido recientemente bolsas de plástico biodegradables, a base de polímeros de almidón o ácidos polilácticos que no contienen derivados del petróleo y que pueden transformarse en compost. Pero la cuota de mercado de estas bolsas es de menos de un por ciento porque su precio es mayor. Las bolsas de papel pueden ser convertidas nuevamente en pasta de papel, pero para ello hay que depositarlas en el contenedor azul de la recogida selectiva. Sin embargo, la cuestión es que los supermercados deberían estar animando a los compradores a evitar las bolsas y traer las suyas propias, cobrando un pequeño suplemento por las bolsas de plástico. Algunas cadenas de “descuento” ya lo practican y sus clientes mayoritariamente las evitan aunque cuestan unos pocos céntimos. La idea de llevar bolsas reutilizables siempre que se va de compras es tan simple y tan evidente, que es increíble que la mayor parte de la gente no se haya dado cuenta de la enorme repercusión que podría tener este pequeño gesto ambiental.
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