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Detalle del hongo quitridio Batrochochytrium dendrobatidis que ataca las poblaciones de anfibios.
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Presencia del hongo en el planeta.
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Los anfibios son buenos indicadores de la salud del medio ambiente.
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Enero, 2007.
Por sus características biológicas los anfibios resultan ser los
animales más sensibles ante cualquier alteración de su medio, por lo
que son los primeros en reaccionar cuando surge algún problema. Por
ello son una clase particularmente amenazada, pues un 33% de las
especies de anfibios se encuentran amenazadas, en comparación con los
mamíferos (el 23%) y las aves (el 12%). Según Russel Mittermeier,
presidente de Conservation Internacional, “los anfibios son uno de los
mejores indicadores de la salud de la naturaleza” y su declive nos
advierte de que "estamos en un periodo de significativa degradación
ambiental”.
Desde los años ochenta sus poblaciones se están reduciendo de forma
alarmante según los investigadores. Hasta ese momento su desaparición
en determinadas zonas se relacionaba con el aumento de la
contaminación, la lluvia ácida y la alteración de sus hábitats. Pero
entonces se evidenció que estaban desapareciendo varias especies en
zonas lo suficientemente vírgenes como para que los efectos del hombre
llegaran con esa virulencia. Así se determinó la extinción de la rana
incubadora gástrica en la zona tropical del Este de Australia o el sapo
dorado de Costa Rica que desapareció en sólo tres años.
Un proyecto impulsado por la Fundación BBVA ha identificado la causa de
la muerte de tantos anfibios; resulta ser un hongo quitridio llamado
Batrachochytrium dendrobatidis que produce la enfermedad denominada
quitridiomicosis en estas especies, atacándoles la piel, un órgano
impresicindible para su homeostasis hídrica y gaseosa y defensa
inmunológica.
Aunque este hongo siempre ha estado en contacto con los anfibios hay
algunos factores que lo han convertido en peligroso para el
equilibrio de los ecosistemas. Por un lado la comercialización y
utilización de determinados anfibios para usos terapéuticos, de
investigación o de consumo alimentario ha provocado su difusión en el
territorio. Por otro lado, el cambio climático ha jugado un papel
determinante en hacerlo tan peligroso. El hongo representa una
enfermedad emergente, y la segunda específica para los anfibios
conocida hasta entonces, la pata roja, pero que no tiene el mismo
efecto de mortalidad en todas las especies.
El proyecto “Enfermedades Emergentes en Anfibios”, dirigido por Jaime
Bosch, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales y
responsable del equipo que en 2001 describió el primer caso de
quitidriomicosis en Europa, está siendo posible gracias a las ayudas a
la investigación en Ecología de la Conservación de la Fundación BBVA, y
empieza a poner remedio a un problema urgente y de abasto planetario.
Con Bosch trabajan investigadores de Australia, del Reino Unido y de
Ecuador. Otros países como Perú, Bolivia, Cuba, Chile, Costa Rica y la
India, con grandes poblaciones de anfibios, colaboran y se beneficiarán
de estas investigaciones. Equipos de científicos de otros países se han
ido sumando, consiguiendo llegar a reunir más de cinco mil muestras,
que son sometidas a la reacción en cadena de la polimerasa en tiempo
real, técnica que permite detectar –a través del ADN, la presencia del
quitidrio y la gravedad de infección en cada ejemplar.
Los análisis efectuados en los animales estudiados hacían preguntarse
qué modificación del entorno ha producido que el hongo se extendiera y
fuera más virulento, y la respuesta ha tenido que ver con el
calentamiento global. Bosch lo explica de la siguiente manera: “El
hongo sobrevive a temperaturas tan bajas como 4ºC, pero sin embargo
deja de crecer a los 28ºC y muere a partir de los 31ºC. Su temperatura
óptima de desarrollo es 23ºC.” En los últimos años han aumentado
sensiblemente los días con temperaturas entre 21ºC y 27ºC, momento en
que los anfibios son más vulnerables ante el hongo.
El tratamiento inicial de los animales afectados se realizaba con
fungicidas, pero a menudo provocaban efectos secundarios más nocivos
que el propio hongo. Así el tratamiento más eficaz pasa por exponer los
ejemplares por temperaturas más altas para matar el quitrido, pero esa
solución sólo puede aplicarse en cautividad, por lo que algunos de
estos países están criando especies de anfibios en cautividad para
repoblar en caso que desaparezcan en su medio natural.
Como vemos la solución al problema que estamos provocando a los
anfibios es complicada, y puede desequilibrar ecosistemas enteros; si
realmente estos animales sirven de sensores sobre la calidad del
ambiente deberíamos prestar más atención a otro síntoma que proviene
del mismo problema ambiental y del que somos responsables, y actuar a
nivel personal para tratar de solucionar el gran reto de los próximos
años.
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