El Perro Mongol



 

 


El perro mongol es una propuesta de cine poético y comprometido con la diversidad cultural



Una familia mongolesa muestra sus inquietudes vitales a través de los ojos de su hija de diez años.


ficha técnica
El Perro Mongol

Titulo Original: Die Höhle des gelben Hundes
Dirección y guión: Byambasuren Davaa
Intérpretes: Batchuluun Urjindorj, Buyandulam Daramdadi Barchuluun, Nansal Batchuluun, Nansalmaa Batchuluun, Batbayar Batchuluun
Fotografía:  Daniel Schoenauer
Música:  Börte Band
País: Alemania, Mongolia
Género: Drama
Año: 2005
Duración: 93 minutos
Distribuye: Karma Films




El Perro Mongol
Una fábula sobre la VIDA en mayúsculas

La película empieza con una frase que el padre dice a su hija Nansal mientras entierran al perro: Todo el mundo muere, pero nadie está muerto. Esta podría ser la moraleja de este nuevo filme de la directora mongolesa afincada en Alemania, Byambasuren Davaa que ya sorprendió por su habilidad en la dirección de La historia de un camello que llora. El Perro Mongol se adentra en la vida de una familia nómada no compuesta por actores, aunque interpretan de forma creativa y magistral, mientras permanece en un valle aislado de Mongolia para pasar el verano. Una vida sencilla pero llena de mensajes. El padre viaja ocasionalmente a la ciudad para vender algunos productos, la madre atiende la casa y las labores del campo y los niños juegan y ayudan en lo que pueden. La protagonista, Nansal es la hija mayor, con a penas diez años tras volver de la escuela con su uniforme de delantal y lazos en las coletas, se cambia, se pone su ropa de faena y su madre le indica sus tareas: recoger estiercol para calentar la casa, conducir el rebaño de animales a caballo, etc.... Nansal trabaja y juega, y se recorre la estepa y encuentra un perro abandonado que bautiza como Zochor (lleno de vida en mongol). Sin embargo, su padre no quiere al perro. Su razones se basan en que mucha gente deja el campo, se va a la ciudad y entonces abandona a los perros los cuales se cruzan con los lobos y se convierten en perros salvajes que no son de fiar para los humanos. Los perros abandonados se van juntando entre sí y junto a los lobos acaban atacando a los nómadas, matan a sus ovejas y cabras y por tanto son una gran amenaza para los medios de subsistencia de los que disponen.

Los lobos, pero también los perros asilvestrados cada vez más constituyen un mayor peligro para los nómadas y estos organizan cacerías. Pensemos que en Mongolia hay unos 2,5 millones de personas, pero más de 25 millones de animales domésticos, esencialmente, ovejas, cabras, caballos y camellos. Por este motivo el padre de Nansal tiene miedo de que les traiga mala suerte, ya que cree que puede ser descendiente de lobos, y le pide que se deshaga inmediatamente de él. En la era actual, muchos mongoles se están alejando de las creencias tradicionales a favor de un estilo de vida mucho más moderno. Como resultado de esto, la relación entre el hombre y el perro está también cambiando. El Perro Mongol nos cuenta la historia del antiguo vínculo que existe entre el hombre y el perro y el significado especial que este vínculo tiene en Mongolia para el eterno ciclo de la reencarnación.

Esta es una película de la vida en el campo donde impera la tranquilidad pero siempre esforzada, donde deambulan los yaks, las cabras, las ovejas, y un centro: la yurta, el hogar temporal. El entorno no es más que una estepa verde infinita rodeada de un cielo no menos infinito.  Esta es la cotidianidad en la cual nos sumerge la película El Perro Mongol. Algo natural pero a la vez fantástico si tenemos en cuenta el estilo de vida de nuestras familias en Occidente. El film aprovecha esta ventaja de la directora que es el conocimiento del mundo mongolés al cual se acerca con una sensibilidad poco corriente y saber extraer la autenticidad de unos actores que son una familia real de nómadas.

Pero en la historia Nansal acabará perdida con su perro y entonces la historia se convierte en un aprendizaje sobre el ciclo vital humano: la muerte sin la cual no hay vida y una niña enfrentándose de forma inocente a esta realidad. Cuando le pregunta a una anciana sobre sus vidas pasadas esta tira granos de arroz sobre una aguja…. "Cuando veas quedarse un grano en la punta de la aguja me avisas: es así de difícil que un alma se encarne en un ser humano. Por eso, la vida de cada ser humano tiene un valor incalculable".

Byambasuren Davaa deja que en la película lo moderno y lo tradicional fluya con realismo, sin tintes nostálgicos, los nómadas se trasladan en moto y la ciudad es omnipresente en las pertenencias que hay en la yurta. Sin embargo, la propia directora reconoce que sin querer poner en tela de juicio si el desarrollo (como el que advierte su país) es bueno o malo (ella misma tuvo la oportunidad de estudiar en Alemania) siente algo muy especial todavía por los valores tradicionales que adquirió de su abuela. Este nuevo film es un homenaje más a esta sabiduría de lo cotidiano que deberíamos conservar si queremos que lo global siga existiendo. El perrito de Nansal, por tanto, se convierte en "su perro amarillo" con lo que la narración adquiere una dimensión metafórica. Nansal empieza a saber sobre sus raíces culturales y espirituales.


Curiosidades...
Una vez más no estamos ante un documental, ni tampoco una película de acción. Sin embargo, de forma serena esta fábula agarra al espectador y le ofrece una nueva visión de la vida. Cada cual puede sacar sus propias conclusiones: reencarnación, renacimiento, modernidad, tradición. "La cueva del perro amarillo", tal como traduciríamos el título original está relacionado con el tema de la creciente urbanización de la que ni los nómadas mongoles se salvan. Por tanto, este paseo por los cambios en la vasta estepa mongolesa es también un motivo de reflexión para nuestra sociedad de la construcción sin respeto alguno por paisajes y cultura. Una película exquisita y hermosa, sencilla y vital.



Canviat
09/02/2017

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