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La épica biciruta de Álvaro.
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Encuadre de las dos piezas del proyecto.
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Con la nariz roja en una cárcel de Etiopia.
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El libro con un par de muchas cosas.
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Uno
de ellos representa lo sucio, lo ruidoso, la potencia destructora, el
machismo, la supremacía del poder, la maquina del consumo que genera
cacharros con nostálgico nombre, como es Tata para los no ricos que
quieren serlo y correr por el asfalto rumbo a un oscuro futuro global.
El rápido asturiano, gracias a la potencia técnica y consumista, no me
dice nada; para mí simboliza un sistema caduco, que poco o nada tiene
que hacer ahora que nos estamos dando cuenta que los limites ya están
aquí. Su uniforme lleno de marcas le deja buenos dividendos, la furia
social levantada no es más, para mí, que la decadencia de una parte de
la especie infantilizada dentro de los tiempos normales. Ahora, según
creo, los tiempos normales ya no existen ni existirán durante largo
periodo, ahora los tiempos son extraordinarios y extraordinarias y
emocionantes van a ser las secuencias de esta película social basada en
nuestros hechos reales, de una especie frágil, muy frágil, en un
planeta tremendamente poderoso. Sí, esta descarga de rabia no es con el
humano marioneta sino hacia el sistema sucio, y criminal en ocasiones,
al que representa.
Hay otro asturiano más dulce, mucho más
auténtico, porque el otro es sólo uno más con elevados privilegios. De
este asturiano cercano sé que un día dejó los atascos y pensó que
circular también por el asfalto en ocasiones, y por otros terrenos con
baches con más frecuencia, sería bueno para él y bueno para los otros.
Al asturiano veloz gracias a ensuciar el mundo y vidas diversas, como he
dicho, no tengo ningún interés en prestarle ni un segundo de mi tiempo,
pero a Álvaro Neil, el Biciclown, le debo ya buenos ratos, agradables
comentarios y períodos plácidos como un observador más de sus
biciandaduras. Los dos tenemos algo que nos une, somos cómplices en una
patología tecnoamorosa, se debe a un extraño idilio técnico con
la máquina verde de verdad: la bicicleta, ese símbolo de paz, de
velocidad justa y solidaria, de aire limpio mientras te desplazas
alegre y rápido, con cargas o sin ellas, solo o con colegas, lejos o
cerca, pero siempre sin hacer daño a nada ni a nadie.
El cambio
de año ha dejado sobre mi mesa dos libros, de dos colegas que aman la
vida con una intensidad parecida; José Luis Gallego, con su Contes per canviar el món
me lo puso fácil para saber qué sorbos de belleza y utilidad literaria
tenía que trasladar a los más jóvenes que me rodean. De Álvaro Neil me
encontré con su libro África con un par… Tres años de alegrías, de
tristezas, de miedos, de fuerzas, de encuentros, de noches y cielos
únicos, de desiertos inciertos pero bellos, de asfaltos con baches, de
malarias muy jodidas, de sonrisas de otros a raudales; tres años por
Afrecha, sintiéndola, pedaleándola, amando a pedales y a pie a sus
gentes y culturas. Sí, eso sé que está en el libro del Biciclown que, al
igual que yo, corre matriculado con el NO OIL, airoso y endurecido pero feliz con su destino y decidido con sus caminos.
Ahora contabliiza esto en su vida alrededor del mundo: 40. 374 kilometros; 1156 días; 35 paises; localizado en Beirut/Libano y millones de sonrisas repartidas.
Si te apetece oírle y verlo, mírate este video, y si quieres sentirle conoce su libro y búscatelo aquí y si, además, quieres conocerle búscalo en su sitio con todos.
Salud, auténtico asturiano universal.
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