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La mesa de la Taula Nacional de la Sequera reunida en Barcelona el día de su constitución, el 28 de abril de 2008.
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El descenso de los pantanos era apreciable durante los primeros días de la primavera 2008.
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La escasez de agua no es sólo un problema ambiental sino también de gestión de la demanda.
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La web de la sequía de la Generalitat de Catalunya
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El trasvase de agua, ni que sea excepcional, ya ha levantado otra vez la guerra del agua.
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El
agua de las depuradoras, con el tratamiento complementario del
terciario, permite su reutilización para riego y baldeo así como
para determinadas actividades industriales. ¿A qué esperamos en
Catalunya a reutilizarla si tenemos la mayor red de depuradoras del
Estado?
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Hoy
me ha tocado asistir como representante de la Fundació Terra a la Mesa
Nacional de la Sequía convocada por el Gobierno catalán a solicitud del
Parlamento. El Parlamento instó a la creación de una mesa donde
plantear propuestas excepcionales y que más tarde se pudiera realizar
su seguimiento, analizando su incidencia sobre las posibilidades reales
de hacer frente a la sequía pertinaz que se está cebando sobre
Catalunya.
El objetivo de la mesa, formada por representantes de los regantes,
entidades sindicales, colegios oficiales, entidades ambientales y
delegados del gobierno es, pues, el de analizar y valorar la
viabilidad, ejecución y efectividad de las propuestas formuladas por el
gobierno autonómico. Presidida por el Consejero de Medio Ambiente
y Vivienda, la reunión ha durado 3 horas en las que, aparte de
presentar las medidas excepcionales, se han escuchado las
intervenciones de la mitad de los presentes. Todas ellas estarán
disponibles en la web de la sequía y además se podrán enviar también
propuestas por parte de los representantes de la mesa.
Dada mi limitada capacidad oratoria y ante semejante elenco de
personajes de tan alto nivel, he decido algo siempre difícil: mantener
prudente silencio y tomar buena nota para formular mi opinión por
escrito, algo que considero más apropiado que nunca para esta ocasión.
Curioso es que mientras estábamos encerrados en la Mesa de la Sequía en
el Palau Reial, hayan caído unos cuantos litros de agua
celestial. Dato empírico a añadir al que nos han comunicado en el
momento de la reunión (dato oficial), referente a que el agua
almacenada en embalses por las últimas lluvias nos ha dado reservas
para un mes más.
Por este motivo, el catedrático de ecología Narcís Prat ha recomendado
encarecidamente que se aplazaran las medidas excepcionales ese mes de
gracia para buscar un consenso sobre la diagnosis del problema del
agua.
También es cierto que varias intervenciones han hecho hincapié en la
necesidad de valorar la política del agua más allá de las medidas
excepcionales. Porque resulta que de las cuencas del Ebro catalanas con
un 8% de la población, se extrae para consumo un 60 % de su agua,
mientras que de las cuencas internas con un 92 % de la población se
consume el 40 %.
Hay quien ha remarcado que en la región metropolitana el consumo de
agua por día y habitante está en 192 litros, una cantidad por debajo de
la prevista en la situación excepcional y cuyo valor de garantía
sería de 230 litros. Aunque claro, en algunas zonas menos concentradas
del territorio se llega a cifras de 400 litros/habitante y día, por aquello de jardines y piscinas. En cualquier caso, por el momento,
el nivel medio de los embalses no está todavía al 20 % previsto para la
emergencia máxima, sino al 23,8 % a fecha de hoy.
Por mi parte, y continuando con mi satisfactoria reducción cotidiana en
el uso del agua, mi consumo medio en los últimos cinco años no
supera los 70 litros/día. Bien es cierto que no como en casa y que por
tanto, mi consumo de agua sanitaria no es equiparable al de alguien con
otros ritmos familiares. Pero en cualquier caso, uno procura un alto
control del gasto incluso en los más elementales menesteres
fisiológicos.
Dicho de otra manera, las cifras nos constatan que los embalses no los
vaciamos los ciudadanos. El rango de consumo humano se mueve en cifras
próximas a las consideradas para situaciones de emergencia. Por tanto,
parece empezar a tomar forma la idea de que el dispendio que ha
traído esta escasez a Barcelona proviene más de baldear calles y regar
gramíneas con agua de boca que de otra cosa. Así de simple. Y así de
grave.
Entre las medidas adoptadas contra la sequía por el Gobierno
catalán, está la contratación de 6 barcos para traer agua de diversos
puntos, con un coste de 22 millones de euros/mensuales que aportarán 2,6
Hm3/mes (un 8,5 % de la demanda). También han repartido más de 650 mil
unidades de reductores para grifos gratis (bueno, pagados con nuestros
impuestos) que estiman aportarán un ahorro de 2 Hm3/año. Y queda
finalmente la aportación temporal y excepcional del Ebro, que requiere
de la construcción de una tubería de 60 km a ejecutar en un plazo de 6
meses, que con un caudal máximo de 1,5 m3/segundo durante unos 8 meses
proporcionará un total de 30 Hm3. Así las cosas, el agua aportada con
las medidas de emergencia supone un 35 % de la demanda y otro 27 %
provendrá de pozos rehabilitados.
Me quedan, sin embargo, dudas razonables ante todo este mar de datos.
Estas medidas excepcionales deberían ir acompañadas de una batería de
medidas a medio y largo plazo.
Yo, que no soy ningún experto -sólo mínimamente documentado- podría
citar muchas medidas estructurales para ahorrar agua en una vitalista y
acelerada comunidad de personas, pero ni una sola de ellas prescindiría
de una forma u otra de la reutilización. Vayan dos ejemplos:
-En edificación, normativa para incorporar sistemas separativos para la regeneración de aguas grises.
-En grandes ciudades, la prohibición de utilizar agua de boca
para riego de espacios verdes y baldeo de calles, con una moratoria a
estudiar, claro está.
El calado de medidas de este tipo exige mucha sensibilidad normativa,
pero supone un revulsivo sin parangón a la capacidad técnica del país y
a un planteamiento cuidadoso y moderno de definición y renovación de
nuestras infraestructuras. Sólo en estos términos podremos hablar de
futuro.
La desalinizadora de El Prat -que entrará en funcionamiento a mediados
del 2009 y aportará 60 Hm3/año- bienvenida sea, pero un somero estudio
de su balance energético nos pondrá los pelos de punta cuando
consumamos su agua.
Existe un camino realmente próximo y sostenible centrado en la
reutilización del agua de las depuradoras, con el llamado tratamiento
complementario del terciario, que permite su utilización para riego y
baldeo, así como para determinadas actividades industriales.
Esta medida ha sido aplicada en el área de Madrid, donde pusieron en
marcha hace unos 8 años un plan para recuperar agua de las depuradoras
y ahora ya cuentan con más de 12 Hm3/año disponibles y llegarán en dos
años a los 22 Hm3/año. Una agua libre de patógenos y con la amenaza de
la legionella resuelta y que tiene allí múltiples aplicaciones.
La inversión realizada para este tipo de obra es aproximadamente de
1 millón de euros por cada Hm3 entregado a la red urbana de agua
regenerada. Siendo además una inversión en infraestructura de largo
recorrido, duradera y con posibilidades de incorporar avances
tecnológicos que mejoren sus prestaciones año tras año.
O sea, la décima parte de lo que pagaremos aquí por traer agua en barcos. Que pagaremos en concepto de gasto
que no deja nada, que es efímero y, lo mejor de todo, que para repetirse
o no el año que viene dependeremos exclusivamente del cielo.
Resulta, pues, increíble que siendo una de las comunidades autónomas con
una red más amplia de depuradoras no tengamos una red integrada de agua
regenerada en nuestras poblaciones.
Está claro que hay que tomar medidas excepcionales para evitar
problemas a una población de más de 5 millones de personas. Una
responsabilidad del gobierno, pero esta vez más. Cabe exigir nuevos
planteamientos ante la necesidad de revisar el actual modelo de
política hídrica, aplicando una visión a medio y largo plazo más allá de
las interconexiones de las cuencas que siempre acarrearán controversia.
Si no lo planteamos así, dará igual traer el Ebro, el Ródano o muchos
barcos. Acabaremos con toda el agua.
No es suficiente con pedir ahorro a la ciudadanía, que está cada vez más
consciente, sino que hay que admitir que debemos replantearnos la política
territorial y agrícola, así como valorar la importancia de administrar
la reutilización del agua de forma inteligente y con la mejor
tecnología disponible. Está claro que los asistentes a la Mesa de la
Sequía bajo el lema de Diálogo y Soluciones tenemos la responsabilidad
de dar credibilidad a las medidas excepcionales, pero no sin recordar
que también hay que ser diligentes en cuanto a previsión. Y por tanto,
me vuelve a la cabeza el modelo de la Comunidad de Madrid, que ha sabido
sacar partido del agua de sus depuradoras mientras que aquí, en
Catalunya, la lanzamos al fondo del mar con emisarios submarinos. Ahora
llevamos un retraso en obras de infraestructura de reutilización
hidráulica, pero es evidente que la sequía nos acompañará año a año como
lo ha hecho siempre. Y siempre estará sobre nuestras cabezas como la
espada de Damocles, puesto que con la actual evolución meteorológica
nuestra latitud acumulará déficit en lluvias.
Los ecologistas del Ebro advierten que, abierta la veda de los
trasvases, ni que sean temporales, se abre también la caja de Pandora. Está claro
que si uno no quiere problemas vecinales, requiere gestionar el agua de
que dispone.
También está claro que, más allá de las medidas, el precio del agua
debería disuadir del sobreconsumo a partir de una medida mínima. El
agua, por encima de los 200 litros/habitante/día, debería estar con un
precio que desincentivara su derroche. El problema viene cuando el
ciudadano paga lo que le han vendido como un bien de todos y escaso,
pero identifica día a día el derroche que su propia administración hace
de ese bien, con la tarifa que sea.
El gobierno autonómico tiene la necesidad de gestionar la crisis, pero
también de afrontar una planificación territorial y de infraestructuras
basadas en la nueva cultura del agua.
Y finalmente, sabiendo que la lluvia es algo incierto, cualquier
respiro debería aprovecharse para buscar un consenso social que
permitiera asumir las mejores opciones no sólo ambientalmente, sino
socialmente.
Queda claro que hay mucho trabajo por hacer en esto de la nueva cultura
del agua. Pero también me da la impresión que no siempre los gobiernos
saben asumir el diálogo que posibilita esta Mesa de la Sequía como una herramienta, más allá de la catarsis colectiva.
En fin, salgo de la reunión y flanqueo una columna de periodistas que
por suerte no se han fijado en mí. Tomo mi bicicleta y pedaleo entre
charcos casi 3 km hasta mi casa. Una tarde en que el agua ha sido
protagonista en todos sus frentes. En un plazo de un mes se convocará
otra reunión y veremos como se ha comportado la meteorología. En
cualquier caso, cada respiro de esta pertinaz sequía nos debería
permitir pensar sin cortapisas y con consenso social como razonadamente
apelaba el Dr. Narcís Prat. Claro que el representante del Parlamento
por parte de uno de los partidos políticos del gobierno autonómico ha
reiterado que no es hora de pensar sino de asumir responsabilidades.
Claro que entonces uno podría preguntarse : ... Y entonces, ¿por
qué nos convocan a tanto experto y representante social?... En fin,
como dicen por ahí: Los caminos del agua son inescrutables…
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