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Som
lo que sembrem, la plataforma que está recogiendo firmas para la
Iniciativa Legislativa Popular contra los transgénicos no faltaron a
esta cita de la II Fira Agroecològica de Barcelona.
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Verduras, quesos, pan, embutidos ecológicos y la planta de estevia en una amenizada feria popular.
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En
el marco de un espacio barcelonés que ha sido polémica durante años
-pues el Ayuntamiento lo quería convertir en una "inversión" en lugar de
que fuera para la ciudadanía- se ubicó la II Fira Agroecológica de
Barcelona
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Esther, experta en semillas, aplicándose en su taller de cómo conservar nuestras propias semillas.
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Los artesanos, los activistas, los revolucionarios que siembran huertos, tomaron pacíficamente el Forat de la Vergonya.
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La fiesta terminó con concierto de música étnica.
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Un
día radiante -el día del solsticio de verano- y con las primeras
advertencias de calor sofocante, me he dirigido al llamado Forat de la Vergonya (Pou de
la Figuera), cerca del Mercat de Santa Caterina de Barcelona, donde diversas
organizaciones ligadas al movimiento Slow Food
convocaban la II Fira Agroecológica de Barcelona. Un espacio que
diversos artesanos de embutidos ecológicos, de quesos y pan, de frutas
y verduras sin químicos y jóvenes preocupados por la conservación
del patrimonio de nuestras semillas, han llenado de propuestas saludables.
Me acerco a este espacio ciudadano, que ha sido escenario de una dilatada
lucha vecinal para conservarlo, y lo primero que me encuentro es a los
voluntarios de la Plataforma Som lo que Sembrem recogiendo firmas para la Iniciativa
Legislativa Popular para declarar Catalunya libre de transgénicos.
Porque lo que la gente de estos lares no sabe es que tenemos más
transgénicos plantados que en ninguna otra parte.
El anuncio de esta Feria
no podía ser más atractivo para darse un paseo, pero sobre todo para llevarse
la cesta y adquirir productos artesanales de calidad, a la vez
que poder seguir un programa detallado y cuidado:
- 30-40 productores ecológicos y de proximidad han vendido y han hablado de sus productos, de su vida, de sus dificultades..
- 10 asociaciones han presentado distintas formas de conseguir un mundo
mejor.
- Un pabellón de cerveceros artesanos.
- Tres talleres para niños y adultos.
- Tres debates.
- Tres conciertos han alargado la jornada, a partir de las 20 h hasta
la 1h.
También me ha servido para poder aprender algunas cosillas prácticas
gracias a los talleres que se han realizado y al final, además de llenar la
cestilla, me he pillado una planta de estevia que he regalado a un amigote.
Entre algunos de los artesanos presentes había productores de carne ecológica como los criadores de pollos ecológicos, de ternera de ganadería sana criada en el Pirineo o del pan artesanal como el de antes que hacen con espelta, kamut, etc. los del horno Barcelona Reykhavik. Sin faltar en un día caluroso, había varias cervezas artesanales y también el grupo activista de los conservadores de variedades locales hortícolas.
De estos últimos me entero que el próximo día 12 de julio organizan
unas jornadas de puertas abiertas, destinadas a fomentar el conocimiento
sobre el patrimonio genético de las plantas agrícolas locales, con un
taller práctico de cómo guardar semillas de col, rábano, haba y
lechuga. Bueno, seguro que intento acercarme a esta hortifiesta.
No he detallado todos los artesanos, pero las paradas eran todas ellas
seductoras. Aunque a última hora de la tarde, lo que me ha apeticido ha
sido asistir a la conferencia del activista Josep Pàmies, una persona que, desde la humildad de reconocer los errores
del pasado como agricultor adicto a pesticidas y fertilizantes, hace 10 años se reconvirtió a una agricultura menos
agresiva y, sobre todo, destinada a producir alimentos vegetales que,
además de nutritivos, fueran medicinales, y se ha convertido en un líder
de la lucha contra los transgénicos. Bueno, su oferta
de verduras y hierbas alimentarias está en las mesas de los
restaurantes más gourmets, pero su vocación es extender la idea que
cuando comemos podemos también contribuir a nuestra salud. Desde su
blog, Pàmies cuelga información que nos muestra lo irracional de la
agricultura con semillas transgénicas o, peor todavía, de los llamados alimentos de la
nanotecnología.
La charla de Pàmies me ha parecido un oasis de información que debería conocer todo
el mundo. Ha iniciado su charla contando la historia de la monja activista Teresa Forcades,
que ha publicado un libro titulado Los crímenes de las grandes compañías farmacéuticas
(PDF). Esta monja benedictina, doctora en medicina, ha estudiado las
relaciones entre las farmacéuticas y las pruebas de fármacos en humanos, que han causado miles de víctimas en lo que puede considerarse un genocidio,
pero del que ningún gobierno o tribunal internacional se hace acusador.
También nos ha documentado sobre los movimientos de las grandes
corporaciones, que patentan la vida como si nada. Este es el caso de
Cargill, que acaba de patentar uno de los edulcorantes de la estevia
para usar en la Coca Cola Light en los países donde este edulcorante
está autorizado, después de años de fomentar un edulcorante todavía
muy usado y con sospechas más que fundadas de que es cancerígeno: el aspartamo.
Pero las historias que cuenta Pàmies no son más que lo que una persona
sensible investiga, por haber sido víctima del horror de estas empresas
que se han lanzado al control de la alimentación humana, acaparando el
mercado de las semillas y, así, determinando lo que comemos, como
Montsanto; por cierto, una empresa americana que lleva el nombre de la
esposa española de su fundador.
Me ha asombrado particularmente de la charla de Pàmies lo de la historia de la Artemisa annua,
una planta milenaria de la medicina china y que es altamente efectiva
contra la malaria y algunos cánceres. Pero resulta que, mientras una
infusión de 4 g de hoja de esta hierba durante unos días deja limpio el
cuerpo del Plasmodium, la industria farmacéutica trabaja para encontrar
medicamentos que hagan la enfermedad crónica en lugar de curarla.
Aunque lo malo es que los humanos prefieran el pinchazo o tomarse una
pastilla en lugar de preparase una tisana, que es mucho más saludable y
no nos hace dependientes de las multinacionales.
En la alimentación tenemos nuestro combustible para vivir y nuestra
mejor medicina para sobrevivir. La naturaleza nos aporta cantidad de
vegetales nutritivos y medicinales, como la albahaca morada, que es un
potente antioxidante y de la que se sospecha que tiene propiedades
antiasmáticas, antiespasmódicas, hipotensoras, analgésicas, antipiréticas,
antiinflamatorias, hepatoprotectoras y sedantes.
Finalmente, Pàmies nos ha animado a interesarnos por el trabajo de el Grupo ETC, que se dedica a la conservación y promoción de la diversidad
cultural y ecológica y de los derechos humanos. El trabajo de ETC
promueve el desarrollo de tecnologías socialmente responsables que
sirvan a los pobres y marginados y se distingue por cuestiones de
gobernancia internacional y monitoreo del poder corporativo.
El día de la Fira Agroecológica se ha terminado con una tanda de
conciertos que han puesto la guinda a esta fiesta de recursos por un
mundo mejor, que nos ha recordado que todos y cada uno de nosotros podemos
hacer pequeños cambios que apoyen un nuevo camino en el que lo local,
lo artesanal y el trabajo colectivo sumen para que nuestra descendencia
no se avergüence de nosotros y no nos tire en cara que tuvimos la
oportunidad de dar un nuevo rumbo al destino de la humanidad.
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