Cuentas anuales de un ecologista practicante

9 de Enero 2010. Ha llegado la hora de pasar cuentas anuales con el planeta (como ya hice del 2008). Eso debería ser una práctica habitual en los institutos de educación. En lugar de hablar sobre los destinos exóticos de las vacaciones invernales quizás debería hacerse incapié en el tema de nuestra huella ecológica o de carbono anual. En un año en que debemos asumir el fracaso definitivo para la lucha contra el cambio climático tiene más sentido que nunca ser proactivos como ciudadanos, pues, es evidente, que nuestros políticos están o bien más que perdidos o simplemente, corroboran que la democracia del siglo XXI es una tapadera para el gobierno de las Corporaciones que con sus productos nos ponen a sus pies, cual viles vasallos. Pero, no vamos a filosofar, aunque leerse librillos como Buena crisis ayuda a soportar la frustración. O puede que como advertía el articulista Georges Monbiot acerca del fracaso de Copenhague "¿No está esta música al gusto del señor o la señora? Quizás usted quisiera que nuestra pequeña orquesta tocara algo más alto, para ahogar ese ruido chirriante horrible”.

Paneles de energía solar, un equipo termosifónico para generar el agua caliente sanitaria, y otro para compensar hasta un 10 % el consumo eléctrico personal.

Así que en el año 2009, en mi piso de 55 m2 se han consumido 621 kWh eléctricos (o sea un 30 % menos que el año pasado) con las mismas condiciones de pasar en mi íntimo habitáculo unas 4 horas·día·año insomne. Esta reducción se debe a haber instalado una nueva bomba de calor inverter de Clase A el verano pasado y no haberlo utilizado más que para elevar la temperatura hasta 19 ºC en invierno y no dejarla subir por encima de 28,5 ºC en verano. A este mínimo consumo debo añadirle como ya aprecié el año pasado de la parte proporcional de mi actividad de ecologista de 16 h a 20,30 h. En esta ocasión, sigue siendo muy similar pues el consumo hora los 365 días es de 3,95 kWh, o sea que en mi equivalencia que valoro en unos 1.625 kWh y otro tanto equivalente de mi trabajo profesional de 8 a 15 h, que estimaré en unos 2.500 kWh·año que en total sumarían 4.764 kWh eléctricos. En total, cerca de unos 5.000 kWh·año, que suponen menos de 2.000 kg de CO2.

En el consumo de agua no se ha producido reducción alguna si no más bien ha sido la misma que el año pasado, o sea de 11 m3·año, lo que supone una media de unos 30 litros/día en duchas, sanitario, lavado de la ropa y la vajilla (no tengo el vicio de la ducha diaria todo el año, sino según lo requiera). Debería añadirle el agua consumida en horas de trabajo en agua para el retrete, que calculo en 7 m3·año (pues ahora bebo más agua). O sea que, en total, serían casi 50 litros diarios. No sumo a éstos el agua consumida en el lavado de la vajilla en restaurantes por la comida del mediodía en sus instalaciones, que por razones de mis obligaciones está ligada a ellos. Pero debería contar a mi favor los litros de agua recogidos en el cubo que tengo en la ducha para recoger el agua fría antes de que salga caliente y con la que calculo me he ahorrado una media de unos 1.500 litros de agua·año.

Mis dos bicis, una para recorrer la jungla del asfalto, la otra plegable, para poder combinar con transportes públicos como si uno llevara una maletilla.

En el ámbito de la movilidad personal, he realizado menos km en mis bicis, sólo 2.465 km en la citybike Fetama, más  los 390 km por ocio los fines de semana o combinando con transportes públicos en mi plegable (una Dahon Vitesse del 2004 con sistema de pedaleo Rotor). Pero donde toda mi contabilidad intentando ahorrar se ha ido al traste ha sido con la estela de CO2 de este año por haber realizado un vuelo transatlántico por razones familiares. En mi descargo sólo puedo decir que hacía más de 10 años que no tomaba un avión para vuelos transatlánticos, pero mis 18.000 km en avión suponen 7,5 toneladas de CO2 (en fin, ya argumenté  hace meses sobre como se podría compensar este viaje).  O sea que aun que en desplazamientos de media distancia, que fueron alrededor 6.700 km, los realicé en tren, o sea 0,167 toneladas de CO2 (1 viaje a París, 1 a Granada y a Madrid 2 veces)". En carsharing he realizado 420 km, aunque por razones profesionales en el vehículo de la empresa he realizado una media de unos 8.500 km (un viaje al sur de Alemania incluido) lo que sumarían 1,61 toneladas. En fin, todo ello según me indica la calculadora de CO2. Finalmente, debo sumar a esta contabilidad un viaje en globo por ocio que consumió 180 kg de propano en un hora y media (o sea a 2,7 kg de gases por kg) suponen 486 kg de CO2. En fin, que en transportes he generado 9,75 toneladas.

En lo referente a mis reducciones están las inversiones en producción de energía renovable. Por ejemplo mi equipo termosifónico solar doméstico, que me ha aportado agua caliente sanitaria solar casi a diario  por encima de 45 ºC, excepto 12 kWh/año consumidos por el calentador eléctrico de alta eficiencia Stiebel Eletron (menos que el año pasado) y esto es porqué he adaptado mis costumbres en aprovechar el máximo la temperatura del termo solar y cuando al final del día había alcanzado menos de 49 ºC solares me duchaba por la noche y de este modo aprovechar al máximo la energía solar acumulada. En mi participación en energía solar fotovoltaica en la Ola Solar del Mercat del Carmel, suman unos 300 kWh/año, o sea que he evitado sólo unos 120 kg/CO2. Aunque, también me he apuntado al proyecto "Vivir del aire del cielo" para invertir en un aerogenerador colectivo que empezará a andar a partir del 2010 su tramitación administrativa). En fin, que para compensar el desaguisado, finalmente hice una donación de 710 euros para proyectos ambientales relacionados con las renovables.

Viajar en tren de cercanías, requiere en algunas líneas armarse de paciencia, pero, también es una buena ocasión para simplemente vivir en slow time.

En cuanto a enseres consumidos, siguiendo las tablas de Simplicidad Radical he tenido la suerte de no tener que haber comprado más que una cámara digital compacta que pesa 200 g, y al hecho que me regalaron otra cámara digital reflex no solicitada por mi cumpleaños, cuyo peso es de 1 kg de electrónica. A mi favor, sólo puedo mencionar que no he cambiado el terminal del teléfono móvil que ya suma tres años. O sea, un total de 2.928 m2 de huella ecológica.

En otro ámbito, debería contar que me he zampado en libros alrededor de 10 kg, aunque tras su lectura mayoritariamente se han quedado en la biblioteca de la Fundación Tierra, pero que añaden 10.494 m2 de huella ecológica. Otra fuente de consumo han sido los DVD-Video, que he intentado no incrementar mucho y han sumado unos 610 m2 de huella. A su vez he ido 12 veces al cine lo que es difícil de calcular (aunque he intentado seleccionar al máximo la temática de las películas, aunque sucumbí a la magia de la ecofantasía de Avatar que me visioné dos veces antes de final de año).

Mi buen comportamiento como ya fue el año pasado llevando enseres reciclables al Punto Verde de barrio me ha permitido el abono de 7,18 euros sobre la tasa de residuos (aunque he ido más veces que el año pasado me descontaron menos, bueno nadie sabe muy bien como lo hacen). El papel vertido en los contenedores se me ha incrementado hasta los 200 kg al año (mayoritariamente papel de periódico, pues me compro uno diariamente, y otros) y la cantidad de  basura no reciclable ha bajado ligeramente a unos 130 kg·año en parte por qué estuve un mes fuera de casa. Los rollos de papel higiénico han sumado en un año cuatro rollos de papel reciclado.

No se puede ser ecologista y no morir en el intento si uno pretende seguir un manual de buena conducta. Basta con estar enamorado de la naturaleza y uno empieza a ver claras todas las posibilidades en la reducción de las emisiones y su huella ecológica con toda sencillez.

En el consumo de químicos he reducido mi consumo a dos paquetes de 5 kg de detergente sin tóxicos Ecolino para la lavadora y a 4 litros de lavavajillas también de Ecolino. Un litro de alcohol para la limpieza general y 2 litros de limpiador general de Ecolino. Ha eso hay que añadir 1 litro de champú Urtekram, 2 litros de gel para el baño de la misma marca y cuatro tubos de dentífrico Biodent de 75 ml. También he consumido para diversos cacharros 8 pilas alcalinas AAA. Y finalmente, debo mencionar la compra de 8 bombillas fluorescentes compactas para substituir las también de bajo consumo PL-C2P pero con reactancia y 2 bombillas LED de 5 W que he substituido para reducir el consumo eléctrico en un 60 % la iluminación de mi hogar.

En definitiva, la vida, cuando se mide de esta forma, toma otra dimensión que nos hace más conscientes de nuestro mochila ecológica y de las estrategias para aplicarse en el próximo periodo. Espero que estas cuentas te sirvan para animarte a hacer las tuyas y sirvan de punto de comparación (ni bueno ni malo). Al final, esto de las cuentas ambientales tiene mucho de ejercicio para seguir aprendiendo... Sólo me queda dejar constancia de que para el 2010 voy a seguirme aplicando hasta donde me sea posible. Porqué de nuestros esfuerzos, sólo hay un ganador: el planeta que dejamos a nuestros/as hijos/as.

Fotos: Fundación Tierra
+ sobre el Diario de un ecologista

Canviat
09/02/2017

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