Que cada día se destruyen 14.000 puestos de trabajo y se ejecutan cada minuto 7,5 deshaucios, es sólo la punta de iceberg de un film que se adentra con humor, pero también con ingenio y optimismo, en las entrañas de un sistema económico nada respetuoso con las personas, llamado capitalismo. Como en toda historia de amor, el cineasta Moore se centra en las mentiras, traiciones y sobretodo en la tiranía de la jerarquía de poder. Un poder que pensamos que está en manos de los políticos que votamos pero que, en realidad, éstos no hacen sino dejarse manejar cual títeres. Aunque hay algunas excepciones, y estas excepciones de políticos comprometidos también tienen su espacio en el documental.
Capitalismo: una historia de amor
Título original: Capitalism: a love story
Director, guión y producción: Michael Moore
Intérpretes: ciudadanos, políticos, etc.
Montaje: Conor O’Neill
Música original: Jeff Gibs
Director de fotografía: Dan Marracino y Jayme Roy
Género: documental
Duración: 126 min.
País: EUA
Año: 2009
Distribuida por Alta Classics
El documental empieza con una versión de cómo el imperio romano se hundió cuando le faltaron los esclavos. Y precisamente eso es lo que el capitalismo hace por medio mundo: buscar esclavos que permitan a los ricos ser más ricos. Aunque sea a costa de empobrecer la clase media a base de estratagemas tan complejas como las llamadas subprimes o hipotecas tóxicas, a mayor gloria de los ingeniosos financieros que crearon la posibilidad de convertir en polvo el esfuerzo de miles de ciudadanos que cayeron en los tentáculos de las mismas. Ahí está en primera línea Michael Moore para presentar en primicia cómo gente que ha trabajado duro, pierde sus más de cuarenta años de esfuerzos. Y el sistema no tiene piedad.
El capitalismo basa su estrategia en provocar el consumo al coste que sea, o en ejecutar un servicio al precio que sea, como la reeducación de menores encerrados por meses por puras nimiedades. Y es justamente este consumo la energía que lo alimenta. El filme no entra a plantear las consecuencias ambientales que se pueden apreciar por todo el planeta causadas por un sistema basado en el expolio de los bienes naturales para enriquecer a unos pocos. Tampoco entra el filme en las consecuencias para las futuras generaciones que van a ver cómo un planeta finito les deja sin posibilidades para el futuro, ni para seguir progresando, ni tan siquiera de forma sostenible.
En el fondo, Capitalismo, una historia de amor es un análisis de cómo la política no es más que un refugio de los poderosos para seguir dominando el mundo. Lo muestra con una irreverente documentación en la que sitúa a ex directivos de bancos y grandes corporaciones en sitios claves del gobierno americano para, desde éstos, lanzarse a promover regulaciones que les favorezcan y puedan seguir así en el poder. Porque de esto trata el capitalismo, de cómo seguir en el poder, y seguir ganando más y más.
El propio director afirma que “en el mundo no hay suficientes toallitas desinfectantes para limpiar Wahsington” aunque sin embargo, no se adentra en los entresijos del capitalismo más salvaje que denuncia la periodista italiana Loretta Napoleoni en Economía canalla. Pero es evidente, que el análisis del filme de Michael Moore peca de ingénuo en algún momento, al situar a Europa casi como un paraíso comparado con el infierno yanqui. Aunque Moore está convencido, y éste es el objeto de su documental, que hay que mostrar esta verdad incómoda que es el sistema capitalista actual en el que estamos metidos hasta el tuétano de los huesos. Así, advierte que aunque Barak Obama ganó las elecciones a presidente, uno de sus principales donantes fue el entramado de Goldman Sachs, que llevan lustros en el ojo del huracán de la tenaza capitalista sobre la clase media y amenza pulverizarla.
El director Michael Moore frente el edificio de la Bolsa de Nueva York, llamándoles para que salgan para ser detenidos por los crímenes capitalistas.
El ejemplo de los pilotos de aviación que cobran menos que un responsable de una tienda de comida basura sorprende. Especialmente en España, un país donde sólo los controladores aéreos se llevan un salario que dobla al de sus homólogos de otros países de la UE, y supone un 70 % del gasto de navegación aérea de AENA. Pero lo cierto es que es revelador el testimonio del piloto Chesley Sullenberger, que amerizó un avión de US Airways en el río Hudson salvando la vida a 155 personas a bordo y se convirtió en héroe nacional por esta hazaña. Este profesional, en una comisión del Congreso, advierte sobre la precariedad de su profesión, y su testimonio pone los pelos de punta. Y es que Estados Unidos cambió definitivamente al elegir a Ronald Reagan. Como actor electo de la gran banca, este presidente estadounidense se convirtió en el portavoz de cómo desposeer a la clase media de sus posesiones. Algo que contrasta con la visión de Franklin Delano Roosevelt (1882-1945) quien en el último discurso a la nación quería promulgar nuevos derechos para la ciudadanía americana. Pero, eran otros tiempos y tras su muerte se olvidaron sus ideas.
El nombre de la empresa de Moore, Dog eat dog (perro que come perro) no puede ser más explícito, y su cruzada contra la financiación bancaria no puede ser más demoledora. Moore, busca “emoción y rebelión” y en este sentido, las victorias de la empresa de Chicago que se queda sin financiación bancaria hasta que la ocupación de los trabajadores cambia el panorama, es sólo un ejemplo de que en esta lucha se requiere resistencia. Por este motivo, al final del filme Moore pide unirse a su causa de denuncia y a la vez de creatividad, para luchar contra las fauces del capitalismo. Vale la pena no salir de la sala hasta el final de los rótulos de los créditos, donde se intercalan sentencias dignas de no ser olvidadas.
Las apariciones de Michael Moore entre banqueros y políticos no les deja indiferentes.
Capitalismo, una historia de amor es un filme para salir del cine, a pesar de todo, con ánimo optimista. Aunque es evidente que el cineasta pone todo su ingenio para desvelarnos que la supuesta zanahoria que nos permitirá a todos la posibilidad de llegar a la "cima", no es más que una treta para que seamos despojos de los buitres. Buitres que pueden acabar vendiendo deshaucios, en los que unos pocos ganan a costa del sufrimiento de los que pierden por incautos. Personas que pensaron que el sistema era apto para progresar, olvidando que todo el embrollo se basa en una banca que con sus tentáculos políticos es en realidad quien corta el pastel y se lo come sin más, y sólo deja migajas para que los pobres sigan siendo sus esclavos. No es un documental de soluciones, aunque muestre opciones ingeniosas de algunos supervivientes. En realidad es más bien un vuelo rasante sobre las olas de un temporal financiero que, pase lo que pase, lo tiene todo a su favor. Y es que todo el sistema capitalista trabaja para que soltemos el dinero que ganamos a base de préstamos envenenados. Préstamos que, dicho sea de paso, no son más que para seguir expoliando el planeta. A ver si Moore se atreve en su próximo documental contra el imperio del petróleo. Porqué si el capitalismo es una historia de amor, el petróleo es la historia de una adicción mortal para toda la humanidad.
En 20 años la empresa General Motors (GM) no ha concedido una sola entrevista al cineasta, pero él persevera.
Curiosamente la producción de Capitalismo, una historia de amor comenzó en la primavera del 2008 antes de la crisis financiera, por este motivo el documental casi parece una crónica de la quiebra y de cómo el rescate financiero no ha hecho más que reforzar a los ricos gracias a su control político. Pero en cualquier caso, con sus dos horas de metraje no defrauda con su fórmula de diversión y rebelión. Y nos recuerda que el poder está en nosotros, los consumidores, que debemos dejar de creer en el sueño del amor capitalista. Pero esto ya sería otra historia. Por cierto, que este comentarista recibió de la sala de cine un DVD edición del coleccionista de Fahrenheit 9/11 de Cameo, todo un detalle, que se agradece.
Redacción: Equipo terra.org
Imágenes: Dog Eat Dog Films