Poco antes de las siete de la mañana y cuando ya llevo un rato levantado en el cielo irrumpe el zumbido de un helicóptero. No hay duda, han dado la orden de desalojo de la acampada en la plaza Cataluña de Barcelona. Ayer por la tarde todavía esta plaza era un pequeño oasis ordenado y bullidero de iniciativas no tanto de los "indignad@s" como de las personas que aspiran a ver una sociedad gobernada por el diálogo y la solidaridad. Ayer por la tarde, asistía a una de las charlas que se daban precisamente sobre las mentiras de Fukushima. Un ambiente tranquilo, un conferenciante brillante y un auditorio interesado.
Formación alternativa con la participación de expertos y personas de todas las edades. Es uno de los puntos fuertes de las actividades en las plazas de las personas indignadas como la Plaza Cataluña de Barcelona.
Se ha escrito y opinado mucho sobre las acampadas y del movimiento de las personas indignadas. Pero quizás hay que recordar algo que está sucediendo ante nuestras narices que supera todos los pronósticos. Con nuestros votos la clase política (ya sea en un municipio, una autonomía o el propio estado) no se convierte en un instrumento para cumplir un programa sino que simplemente se pone al dictado de los que realmente mandan: los bancos y las grandes corporaciones que les dan crédito. Por eso los partidos políticos no quieren ni oir hablar de una ley de financiación y mucho menos de democracia real.
Juntos y organizados podemos contra los mercados.
Tampoco podemos olvidar que la policía hace tiempo que dejó de ser un cuerpo para mantener el orden para convertirse en la guardia pretoriana del gobierno de turno. Por eso se ha reducido el tiempo de formación de los mismos y se ha suprimido las asignaturas de legislación y derecho en democracia (eso es así especialmente en la Escuela de Policia de Cataluña). Se precisan peones que no cuestionen las órdenes. Si al frente de la misma se ponen políticos con mentes violentas el conflicto y la represión está servida. La violencia es el néctar que alimenta el odio y con este poco a poco se va desestructurando una sociedad. Pero no importa, lo que realmente interesa es que bajo el aspecto formal de una democracia se pueda dilapidar el patrimonio comunitario atesorado en las últimas décadas, que es lo que los llamados "recortes" pretenden. Por eso los políticos se quieren vender empresas públicas bien gestionadas y que dejan superhábits com el Canal Isabell II.
Es hora de despertar. Muchos de los políticos actuales tienen sueldos y prebendas económicas que son indignantes.
El Gobierno español prepara una nueva Ley del sector eléctrico para contentar a los oligopolios así como una normativa restrictiva que impida el auge de las renovables entre la ciudadanía. Mientras, siempre con leyes debidamente aprobadas en los congresos o parlamentos se van cortando cualquier forma de asistencia social. Los mercados financieros a los que los gobiernos europeos obedecen tienen claro que tras su paso debe quedar sólo una élite rica minoritaria y una inmensa muchedumbre empobrecida. Las personas indignadas expresan en las plazas del pueblo este malestar, pero el problema es que no hay recambio político con las reglas de la democracia actual y sus protagonistas. De ahí que sólo quede como han expresado algunos “reiniciar el sistema”.
Propuestas, ideas, pensamientos, de todos los colores: diversidad bien entendida.
Los gobiernos ejercen represión con violencia para fomentar más violencia y con ella sembrar la semilla del odio que impide soñar con las utopías. Al igual que hace internet, que con el exceso informativo impide la reflexión atenta, la democracia amordazada en la que vivimos fomenta el odio como herramienta de supervivencia. Por eso los partidos xenófobos aumentan en todo el continente.
Imagen de la brutal carga policial contra el círculo de personas que permanecieron pacíficamente en el centro de la Plaza Cataluña el viernes 27 de mayo 2011 a primera hora de la mañana.
Una cosa es terminar una fiesta y otra es convertirla en un desalojo violento (hay centenares de artículos, imágenes y videos , -también aquí y aquí-, sobre la inhumana carga policial durante la mañana del 27 de mayo de 2011 en la plaza Catalunya de Barcelona). Algunos políticos perdieron el guante blanco hace años. Con esta brutal carga policial en Barcelona se ha tratado de destruir el escenario, pero la resistencia ciudadana ha vencido a los porrazos y la vivencia ya es imborrable. Somos esclavos y consumidores, pero también somos seres humanos con capacidad para el compromiso y la reconstrucción cuando las ideas nos alimentan. Con el salario de nuestro trabajo o el esfuerzo de nuestro tiempo sin subsidio laboral, podemos hurgar en las brechas de la economía canalla y romper el sistema. Basta sólo en perseverar y no centrarse en odiar lo odiable, sino en amar las alternativas, que las tenemos y que basta sólo con aplicar, desde las renovables al decrecimiento, desde la desobediencia civil a la solidaridad.
El debate, el diálogo constructivo, la capacidad de organizarse, es lo que nos muestra que somos capaces de reaccionar además de indignarnos.
Hoy intentaron desalojar las plazas con violencia, excusándose en una "limpieza"; mañana lo que hay que ganar es superar la indignación para reaccionar y pasar a la práctica de forma pacífica pero implacable.
NOTA: el Síndic de Greuges de Catalunya ha abierto una actuación de oficio al recibir múltiples quejas porque ninguno de los agentes antidisturbios de los Mossos d'Esquadra, llevaban el número de identificación de agente visible (tarjeta de identificación policial - TIP). Desde 2008 es obligatorio en el cuerpo de los Mossos, incluso cuando actuan como antidisturbios, para poder acabar con la impunidad de sus acciones violentas y excesivas al reprimir manifestaciones ciudadanas. Cuestión que, en este caso, quedó incumplida de forma patente viendo las imágenes de la represión: ninguno de los agentes, por más que buscabas, podían ser identificados, ni con el TIP, ni bajo el casco y el pasamontañas.