El 26 de abril de 1986 se cumplen 26 años del inicio de la segunda catástrofe nuclear más importante del mundo, un acontecimiento que sigue marcando la vida cotidiana de miles de personas en Ucrania, Bielorrusia, Rusia, y también en otros lugares del mundo donde la radiación que liberó la explosión del reactor número 4 de la central nuclear de Chernóbil llegó silenciosamente, depositándose o viajando con los alimentos o el agua. En muchos casos, las personas que todavía sufren los efectos de la radiación ni siquiera habían nacido la noche en que la catástrofe comenzó.
Hoy sigue existiendo una zona de exclusión de 2.800 kilómetros cuadrados, a la que miles de personas han tenido que regresar, escogiendo entre radiactividad o hambre, y los edificios de las ciudades cercanas continúan abandonados y cubiertos por la vegetación; hoy todavía se entra en la zona con un aparato para medir la radiación, y hay que huir tan pronto como detecta una dosis mortal, y también hoy se sigue haciendo recuento de las mutaciones, deficiencias y enfermedades en personas, pero también en animales y plantas.
Estado en el que quedó la central tras la explosión en 1986.
La industria nuclear ignoró las lecciones de Chernóbil, y 25 años más tarde, esta vez a causa de un fenómeno natural, se inició otra catástrofe nuclear en Fukushima, que tampoco no se sabe cuándo acabará.
Tal como pasó con Chernóbil los que se benefician de la industria nuclear trabajan para imponer el olvido, para que no se mencionen las víctimas, para limitar la información; para intentar convencer a la sociedad de que las centrales son un mal inevitable y necesario.
Lo que ya ha pasado dos veces se puede repetir en cualquier momento, en cualquier territorio con una nuclear. En Ascó o Vandellòs, en una central envejecida y llena de problemas que quiere alargar su funcionamiento como es el caso de Garoña.
Las catástrofes de Rusia y de Japón aún no han terminado ni acabarán en decenas, quizás centenares, de años, y esta situación se da en todos los lugares donde hay centrales nucleares. España no es la excepción con sus 8 reactores en funcionamiento y ya hubo un conato con el accidente de Vandellós 1 en 1994 que a punto estuvo de causar una catástrofe radioactiva (de hecho la central se desmanteló posteriormente).
Las nucleares son innecesarias, se podrían cerrar hoy y no tendríamos problemas eléctricos ya que, de hecho, permanecen cerradas durante meses cuando tienen una avería. Incluso en Japón, donde se decía que eran imprescindibles, han cerrado 52 de los 53 reactores nucleares y el país sigue funcionando, soportando la contaminación radiactiva como única amenaza. Está también el legado de miles de toneladas de residuos radiactivos que marcarán el futuro durante generaciones y generaciones...
Algunas organizaciones, como Tanquem Les Nuclears han querido dejar bien claro que la energía nuclear pertenece al pasado, y que las centrales nucleares deben cerrar urgentemente si no queremos aumentar el terrorífico legado con el que ya cargamos. Recordemos Chernóbil y Fukushima, y pedimos el cierre de Ascó, Vandellós, Garoña, y de todas las nucleares. El pasado 21 de abril 2012 repartieron miles de hojas por toda Cataluña para que no se olvide el peligro nuclear.
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Dossier Integral 2006
-La energía nuclear es el nuevo crudo: http://www.terra.org/articulos/art01567.html
-La energía nuclear es el nuevo crudo (2): http://www.terra.org/articulos/art01568.html
-Verde y Negro: http://www.terra.org/articulos/art01569.html
-La bomba de relojería: http://www.terra.org/articulos/art01570.html
-Rayo de sol líquido: http://www.terra.org/articulos/art01571.html
-Datos sobre la energía nuclear: http://www.terra.org/articulos/art01572.html