Barcelona, 10 junio 2002. Buena parte de las playas catalanas y del resto del litoral español son arrebatadas al mar cada vez que fuertes tempestades azotan la costa. Nuestras playas aparecen y desaparecen al vaivén de las tormentas, poniendo de relieve la fragilidad de las costas mediterráneas españolas. Los temporales son el desencadenante de una dinámica natural que se lleva la arena de la playa, y, si no existiera una infraestructura urbanística que lo impidiera, éstas volverían a regenerarse de manera natural. El problema reside en que la masiva ocupación del litoral y el gran número de puertos y espigones impiden la recuperación natural de arena y fuerzan la regeneración artificial de las playas. A este hecho hay que sumarle que los sedimentos que deberían arrastrar los ríos y depositar en las costas son retenidos en los embalses, dificultando también la regeneración natural de las playas.

Según los expertos en ingeniería marina, la restitución artificial de la arena no soluciona las causas del problema, sólo actúa sobre los efectos provocados. El problema de origen sigue ahí y seguirá estando mientras no haya cambios radicales en la gestión del litoral. Mientras, después de cada temporal, los ayuntamientos reponen lo que la naturaleza ya no puede reponer por sí sola. Millones de euros serán invertidos para recuperar las playas y dejarlas a punto para el disfrute de los bañistas cada vez que el destino quiera que fuertes tormentas azoten nuestras costas. Y con el cambio climático todo apunta a que estos episodios violentos tengan lugar cada vez con mayor frecuencia.