Recuerdo con emoción la primera vez que la vi y la intensidad del
primer encuentro. Había contactado por ella unos días antes y
quería recogerla para celebrar juntos el fin de año del 2003 en una
ciudad impresionante. No pudo ser y el encuentro lo tuvimos a los pocos
días, cuando el año de calendario ya había comenzao a avanzar. Recuerdo
que salimos juntos de aquel establecimiento y de como mi emoción por
montarla no la pude contener. Debido a sus estilizadas formas y
facilidad de movimientos, el primer contacto fue supremo. Ufff...
Estrecha,
digamos de hombros, me eché sobre ella para comenzar nuestro intenso
primer momento. El frenesí aclaparador con el que comenzamos a
desenvolvernos en plena calle, llamó la atención a más de un caminante.
Mi excitación era clara, y mi rostro con sonrisa satisfecha y elegante,
inevitable. Y es que los momentos de calurosa pasión son así. Recuerdo
como en un momento dado, aumenté el ritmo, y es que quería ponerla a
prueba, sobre todo para ver si resistía mis potentes arrebatos por
llegar rápido y con fuerza hacia, digamos, un particular y
veloz éxtasis. No falló, al contrario, me entregó más de lo
esperado, fue maravilloso, juntos, en plena calle, en comunión con las
energías cosmotelúricas y sin importarnos nada el que dirán. El momento
clave fue como una explosión orgasmotecnotrónica, habían pasado sólo
unos minutos y yo estaba ya que no cogía de satisfacción y llegué
a pensar que me hubiera importando poco estar montado sobre ella hasta
la eternidad y dale que dale sin parar.
Ahora, que han pasado
dos años, nuestra relación se encuentra en un momento dorado que rueda
casi por sí solo. Ella sigue fiel a mis necesidades, digamos que
sumisa y no falla casi nunca, aunque sé que debería cuidarla más,
porque se lo merece. Los dos hemos recorrido más de 4000 kilómetros,
estado juntos hasta en el cine, por supuesto en la mayoría de
restaurantes, compartido un buen número de habitaciones y siempre ambos
juntitos e inseparables en todos los medios de transporte que puedas
imaginar. Llevamos más de 300 emocionantes horas sin separarnos.
Como
dos años no pasan en vano, y aunque mis potencias en relación con ella,
vayan en aumento a pesar de la edad, decidí que para el 2º aniversario
tenía que estar más guapa. La ingresé en el lugar apropiado y pasé a
buscarla ayer. Bueno, no te puedes imaginar lo que hacen unas buenas
manos y la mejor tecnología por retocar y enmendar afeaos y fallos por
desgaste. Ella tenía algunos acumulados por el paso del tiempo y la
intensidad del trote que le he dado. El diagnóstico del doctor fue
radical, había que remodelar algunas partes con urgencia para que yo
pudiese mantener el deseado y excitante buen ritmo. Ayer, cuando
la recogí y la pude montar de nuevo, me trasladé como al primer momento
y un sinfín de intensas sensaciones y hasta fantasías nunca elaboradas
recorrieron mi cuerpo. Los movimientos eras más suaves, digamos que las
articulaciones no le crujían como antes, se notaba la intensa
lubricación de las zonas más sensibles y unos toques de estética en las
partes más expuestas la dejaron hecha un primor. Y ahora paro, y no me
extiendo más en este relato íntimo sobre la esfera tecnoamorosa que nos
une a los dos.
Hoy para celebrar nuestro intenso periplo y para
honrar a lo mágico de la existencia para que nos brinde larga vida, lo
hemos celebrado por todo lo alto bajo el prisma de la vida simple. El
lugar, la privilegiada terraza de la oficina, donde el limpio sol y uno
horno ULOG ultraligero han cocinado una quínoa a la cebolla, exquisita.
Como se ha nublao, hemos acabao preparando el pisto con ingredientes
procedentes de la agricultura deseable echando mano del butano. Un
pan de verdad y un paté de olivas de Vegetalia han apoyado la jornada
ecogastronómica sin excesos. Agua como bendita del grifo y
osmotizada suprema, ha servido para brindar. En la mesa dos amigos que
han llegado con sus sendas parejas especiales, que junto al agente C de
la guerrilla eficiente y la agente MB de la guerrilla solar, hemos
hablado de las cosas de la vida, disfrutado de un menú sin prisas y
saludable y comentado algunos aspectos de nuestras intensas e íntimas
relaciones.
El agente C tiene una bicicleta de paseo a la que le
da cada vez más, la agente MB lleva una semana de idilio con una bici
urbana que también le entregó unos momentos de entresueños de los que
no se olvidan. Vicent y Montse con sus dos bicis plegables Brompton, ya se han hecho unas Vías Verdes que nos han contao con bicipasión, la del Baix Ebre unida a la de La Terra Alta,
por supuesto con viaje desde BCN en tren, y es que llevan unos meses
que no paran de darles movimiento. Y al lado de todas, la mía, ella, la
del relato, una hermosa Dahon BoardWalk D6 plegable y fiel con la que
mantengo la intensa relación, y que va pa largo. Por cierto, aquí el diario del comienzo del bicidilio, que cómo son las cosas, comenzó con la aventura del inicio de este diario. Y aquí por si te interesa y quieres conocer a la prima hermana de mi bici, todo queda en familia.
Gracias a los bicidoctores David y equipo mecánico de Espai Bici,
el templo de las máquinas verdes urbanas en BCN, gracias por ajustarle
frenos y cambiarle las deterioradas fundas, por renovarle el
destartalado cambio de marchas, por retocarle y engrasarle el
maravilloso sistema de pedaleo ROTOR, por limpiar la matrícula NO OIL y por el ajuste del sillin que no me toca los cataplines, un cómodo Duopower Aero y
gracias por dejarla a punto para darme ecológicos placeres y seguir
gozando de la vida sin quemar petróleo cuando los dos nos movemos
alegres. |