Del girasol son comestibles tanto los capullos como los pétalos y las semillas, aunque quizá sólo te suena a comestible el aceite que de él se obtiene y sus sabrosas pipas. Las hojas de esta planta anual, que puede alcanzar más de tres metros de altura, son de color verde y tienen forma ovalada o de corazón. Sus flores son de diferentes tonos de amarillo y naranja y la parte central puede ser más o menos oscura, yendo desde el púrpura al marrón y al negro.
Sus vistosos pétalos suponen un equilibrio entre lo dulce y lo amargo. En ensalada, conforman todo un espectáculo visual en combinación con el resto de ingredientes. Tanto los capullos como los pétalos son exquisitos en platos de verdura salteada o en platos de pasta.
Si quieres cultivar esta planta, bastará con que dispongas de un suelo bien abonado y al que le dé el sol. Las variedades de girasol más pequeñas también las puedes cultivar en macetas. Sólo tendrás que ponerlas en un lugar muy soleado que esté a resguardo del viento. En cuanto a la recolección, corta los capullos si vas a consumir las flores enteras o espera a que la flor se abra del todo si lo que te gusta son los pétalos.
Ingredientes para la preparación
-8 capullos de flores de girasol -pétalos de girasol como ornamento
-30 g de mantequilla o margarina fundida
Elaboración
(1) Pon a hervir los capullos de girasol durante un par de minutos para que se elimine cualquier resto de polvo o bien algún pequeño insecto que ha escapado a tu revisión inicial. Con esto, eliminarás también el amargor de los capullos. (2) Seguidamente escúrrelos en un colador. Cuando veas que han soltado la mayor parte del agua, de nuevo llena una olla de agua y ponlos a hervir. (3) En el momento en que estén tiernos, sólo quedará escurrirlos bien y mezclarlos con la mantequilla o margarina fundidas.
Vuestras sugerencias y otras aclaraciones
* Si prefieres tomar frío este plato, sustituye la margarina por vinagreta.