El incivismo se ha convertido en plaga social que causa importantes daños al patrimonio colectivo. Los incendios forestales continúan siendo básicamente provocados por negligencias humanas. Nuestros montes, pero también las cunetas de las carreteras o las márgenes de los ríos se llenan de basura. Aunque no es un problema ecológico de primera magnitud si que es la imagen más contundente de una sociedad que no respeta su entorno. Sin embargo, este no es un problema reciente, aunque en los últimos decenios la basura acumulada en los espacios naturales ensucia los ecosistemas. Las campañas mediáticas para mantener "limpia nuestro entorno" a penas tienen incidencia social. Nuestro cordón umbilical con la naturaleza fue cortado por el estilo de vida que impone lo urbano. La insensibilidad debe reeducarse propiciando experiencias vitales de acercamiento a la naturaleza. Aprendemos a amar cuando convivimos. Convivir significa compartir espacios, comida, sensaciones. Deberíamos fomentar más que nuestros niños y niñas tuvieran oportunidades para relacionarse con la naturaleza en plena libertad, gozando de las sensaciones de silencio, soledad, de colorido surrealista, de diversidad vital. Pasar una noche entre los aullidos de una familia de mochuelos es tan inolvidable como sentir que la brisa otoñal tapiza de hojarasca nuestros bosques teñidos de cromatismo |