Los pueblos maoríes, según sus tradiciones, alcanzaron Nueva Zelanda en canoa. Sin embargo, en algunas zonas como la costa de Whangara, creen que su antepasado Paikea lo hizo a lomos de una ballena que le había rescatado tras volcar su canoa. La escritora neozelandesa Witi Ihimaera empezó a escribir su novela The Whale Rider en 1985 cuando vivía en un apartamento en Nueva York con vistas al río Hudson, el cual le inspiró para adentrarse en la mitología de Whangara, su pueblo, con las ballenas.

Esta historia tiene lugar en un pequeño pueblo maorí de la costa Este de Nueva Zelanda. Desde hace más de mil años, según la tradición, el jefe de la tribu maorí debe traspasar su poder a uno de sus hijos o nietos. Koro es en la actualidad el jefe, pero sus hijos no cumplen las expectativas de su padre y su único nieto es una mujer, Pai. Ella, por linaje siente que debería ocupar el puesto de su abuelo, pero la tradición no admite mujeres para guíar al pueblo. Whale Rider es ante todo el conflicto más candente entre las culturas indígenas: tradición y modernidad o sucumbir y sobrevivir. Mientras tanto, de lo más profundo del océano, una manada masiva de ballenas se dirige hasta la playa atendiendo a una llamada de Pai a sus ancestros para que ayuden a su pueblo. Sin embargo, mientras Pai recibe el premio a la mejor alumna, las ballenas embarrancan en la playa. Koro está seguro de que esta señal no es más que el preludio de un apocalíptico final para su tribu. Pai absolutamente convencida de la misión que le corresponde se acerca a la gran ballena y montada en su lomo le espeta que vuelva al mar. La jinete de la ballena va a desaparecer ante los ojos atónitos de un pueblo que debe afrontar su destino ante el nuevo reto.

Whale rider es la historia de una muchacha que desafiará a las tradiciones para servir a su pueblo. En este sentido, se puede visualizar como un poema de la lucha entre el pasado y el futuro, de la mano de una muchacha que, a pesar de ser apreciada por todo su pueblo, no se la acepta para que lidere el futuro, a causa de su sexo. Precisamente, hay que destacar de este poema fílmico el paralelismo que se establece con la problemática ecológica. Conocemos la solución a la crisis ambiental pero nos negamos a la evidencia porque no podemos aceptar que, tras siglos de crecimiento y extracción de recursos de la naturaleza, ahora debemos adoptar una actitud más frugal y de renuncia a la comodidad sin sentido.

Las ballenas han jugado un importante rol en muchos pueblos costeros, especialmente en las aguas de una costa agreste, como la de la región de Whangara. También hay que destacar la actualidad del tema de los indígenas, cuyo futuro depende precisamente de este delicado equilibrio entre pasado y modernidad. Estamos ante un film actual, donde los personajes expresan los temores y las incongruencias que nuestra sociedad global nos impone. Aunque se trata de un film comercial y de lágrima fácil, no cabe duda de que su director ha sabido impregnarlo de una gran sensibilidad en el trato de la sabiduría indígena, ilustrada en este caso en el pueblo maorí. Un conocimiento que es clave para el futuro de una civilización humana basada en la fraternidad y la sostenibilidad. Nuestro mundo tiene mucho que aprender de las historias indígenas, especialmente si queremos compartir en paz este planeta.

WHALE RIDER ha ganado varios premios en festivales de todo el mundo. Entre otros: en 2003, Sundance, San Francisco, Rotterdam (Premios del Público), Seattle (Mejor Directora: Niki Caro); y en 2002, Toronto (Premio del Público). La película fue rodada en la bella costa neozelandesa de Whangara, en la cual sus gentes participaron como extras.
Keisha Castle-Hughes, la artista de origen maorí que interpreta a Pai tenía 11 años al rodar la película y se convirtió en la candidata más joven al oscar a la Mejor Actriz en la pasada edición de los Oscar a los 13 años. George Lucas la ha coronado reina de Naboo en el "Episodio 3" que se prepara de la saga de la Guerra de las Galaxias.