Después de dejar su cargo de Presidente de la URSS Mijail Gorbachov se dedicó a la ecología a través de la organización que creó en 1993 Green Cross International (Cruz Verde Internacional). La idea de esta ONG surgida de la Cumbre de la Tierra de 1992 en Río de Janeiro nacía como un forum formado por personalidades del mundo de la cultura. A parte de su lucha por un nuevo orden ecológico esta organización presidida por Gorbatxov también da soporte sistemático a las iniciativas de desarme y liquidación de las armas de destrucción masiva en poder de diferentes países. No es necesaria una revolución pero si la evolución de las opiniones que tenemos sobre nosotros mismos, sobre la estructura mundial y su verdadero aspecto en una época de globalización. Una época que debe subsanar tres retos principales: la lucha por instaurar y mantener la paz en el mundo, la lucha contra la pobreza y la lucha por la protección del medio ambiente.
En el Carta a la Tierra su autor defiende que debemos crear una nueva civilización que refleje la misma preocupación por la naturaleza que la filosofía de los indígenas americanos: " no hemos heredado la tierra de nuestros padres sino tan sólo la tomamos en préstamo de nuestros hijos". El desarrollo sostenible no es un proyecto para un nuevo mundo sino más bien una idea para garantizar la supervivencia de la humanidad sobre nuestro planeta a pesar de los recursos en vías de extinción y unos ecosistemas alterados. Por eso apostar por la conservación de nuestro planeta es un proyecto que deriva de la constatación de los problemas existentes y adoptar soluciones consensuadas. Un proyecto que implica una forma de vida más frugal para ganar en calidad de vida.
Carta a la Tierra es un libro fácil de leer, sencillo, ameno que hace un repaso sobre algunos de las principales advertencias medioambientales como el accidente de Txernobil para dar paso a un prontuario de soluciones que se resumen en las propuestas del texto oficial de la Carta a la Tierra presentada por miles de entidades en la ONU que a modo de epílogo cierran este libro. Cada niño del planeta debería sentirse no sólo ciudadano de su país sino también ciudadano de la Tierra, impregnándose de la cultura de al solidaridad y atento a las nociones de la ecología que nos permiten progresar sin dañar nuestro entorno. Tenemos un problema de crecimiento demográfico y exceso de consumo que provocan el agotamiento de los recursos naturales. Este libro aporta algo de luz para vivir en paz y dialogar en paz con nuestro planeta. Una propuesta que se consolida con este alegato a favor de una cruzada por lo verde de la mano de un ex político comprometido con el futuro de la humanidad.