La energía no se consume, sólo se transforma, se utiliza y se degrada. El hecho de que se asocie energía con consumo tiene que ver que durante el siglo XX se ha asociado energía a combustibles fósiles y estos, si que se consumen y desaparecen al utilizarlos.
La producción de energía desde la revolución industrial se ha basado en la quema de carbón, petróleo o gas para generar calor con el cual se pone en marcha una turbina o un motor que genera energía. Es por eso que al quemar estamos provocando que un bien material desaparezca y por tanto se consuma. En cambio, la energía, una vez liberada tras la quema, la utilizamos, la transformamos, la derrochamos, pero no la consumimos. Por tanto, lo primero que hay que hacer es cambiar el lenguaje. No consumimos energía sino que consumimos materiales energéticos.
La quema de combustibles fósiles debe dar paso a la captación de los flujos energéticos de la biosfera si queremos sobrevivir como civilización y no sucumbir al cambio climático.
Salir de la era del fuego para entrar en la era de los flujos
El segundo aspecto clave para adentrarnos en una cultura sostenible, limpia y racional de la energía es comprender la importancia de pasar de la era del fuego a la era de los flujos. Durante milenios nuestro modo de obtener la energía se ha basado en quemar, primero leña, luego carbón, petróleo o gas y también más modernamente otra forma de calor intensivo con el uso de los combustibles radioactivos sea la fusión o fisión del átomo de los que obtenemos algo tan básico como calor. Pero la quema de combustibles fósiles nos ha llevado a poner en peligro la estabilidad climática del planeta y los combustibles nucleares a contaminar radioactivamente el entorno por milenios. Por tanto salir de la era del quemar o generar calor par obtener energía es una obligación posible porque podemos adentramos en la captacion de los flujos energéticos limpios y renovables.
El cambio de paradigma es dejar de ser consumidores de materiales energéticos como los combustibles fósiles o nucleares para ser actores en la captación de los flujos energéticos. Mientras la tecnología de quemar requiere de una secuencia compleja que va desde la extracción hasta la distribución de la energía obtenida, la captación de flujos es mucho más simple pues requiere tan sólo de una tecnología frente a las múltiples ligadas al ciclo de la opción de quemar o no digamos ya de aprovechar el calor de la transformación atómica. Ser captadores de flujos energéticos está al alcance de cada persona de forma individual o colectiva.
La actual crisis energética tiene que ver con la idea imperante desde finales del siglo XIX de que la energía ya nos la proporcionarán. El nuevo paradigma energético nos permite ser a cada uno de nosotros individualmente o colectivamente. De la misma forma que nos preocupamos de obtener la energía para nuestras necesidades alimentarias debemos participar en la captación de la energía exosomática para nuestras actividades cotidianas.
Acción del movimiento Global Divestment promovido por la organización 350.org.
El derecho y el deber de la captación de los flujos energéticos
Para esta necesaria revolución energética de la captación de los flujos energéticos de la biosfera se debe reconocer el derecho a su captación. En cada lugar del planeta estos flujos son diferentes pero existen: el viento, el sol, el agua, las mareas, la biomasa, el calor geotérmico, etc. Pero a su vez no basta con este derecho también debemos comprender la importancia del deber de hacerlo. Por tanto, no basta con reclamar el derecho sino que tenemos el deber de hacerlo para ser consecuente con las futuras generaciones.
Esta falta de implicación individual y colectiva en la captación de los flujos biosféricos aceptando el consumo de materiales energéticos quemando y quemando que hacemos en la actualidad es la que nos ha llegado a la crisis ecológica, al cambio climático y a la contaminación del medio. Por tanto, se debemos cada uno de nosotros ser actores energéticos requiere que colectivamente nos apropiemos de la tecnología.
La captación del viento ha pasado de pequeñas máquinas a grandes generadores, pero siguen siendo una de las mejores tecnologías para captar la energía del aire del cielo.
La tecnología renovable no es compleja
Cuando nacieron las energías renovables estimuladas por la crisis del petróleo de principios de los años setenta lo hicieron de iniciativas a pequeña escala en la que participaban los colectivos sociales implicados. Las cooperativas danesas que impulsaron los aerogeneradores no disponían de tecnología alguna. Simplemente, pusieron el ingenio y la voluntad para crear máquinas captadoras de los flujos biosféricos.
Así mientras en Dinamarca se centraron en la captación del viento, en Austria lo hicieron con la captación de la energía solar térmica. De estas iniciativas pioneras, de pequeños colectivos, a menudo con espíritu no lucrativo, se obtuvo una experiencia que luego pudo traducirse en la creación de empresas generadoras de tecnología para la captación.
En realidad fueron movimientos sociales que desarrollaron las tecnologías renovables eólica, solar que hoy disfrutamos. Las tecnologías de captación de los flujos biosféricos no son obra de los ingenieros de la NASA o de grandes grupos empresariales (aunque luego estos también se implicaron). Todo lo contrario, la tecnología renovable salió de pequeños talleres que con ingenio y participación la crearon.
No podemos olvidar que la tecnología eólica actual surge de un movimiento popular y lo mismo diríamos de la energía solar térmica. Sin embargo no es menos cierto que grandes empresas eólicas como Vestas o líderes de la captación solar térmica como Green One Tech en Austria tiene su origen en esta voluntad de colectivos que querían ser captadores de los flujos energéticos de la biosfera. Así que parte de la tecnología renovable hoy disponible tiene un origen popular, aunque ahora también participan grandes grupos industriales. Pero estos se han colocado cuando ya era un negocio.
La tecnología solar fotovoltaica aplicada en el ámbito doméstico es otra opción de autoconsumo energético de fácil implantación.
La necesaria apropiación de la tecnología renovable
El cuarto punto para este cambio de paradigma es la necesidad de la apropiación colectiva de la tecnología de captación. Es cierto que en el principio, las cooperativas eólicas danesas les bastaban unos pocos asociados para obtenerla. Hoy adquirir una máquina de 2,5 MW requiere que se junten miles de personas de economías populares. Sin embargo, solo con la apropiación colectiva podemos evitar que las tecnologías de captación de los flujos biosféricos sean nuevamente fagocitadas por los grandes oligopolios. De ahí que no basta con quejarse de la crisis ambiental y energética sino que hay que implicarse a fondo porque todos y cada uno de nosotros podemos ser actores de la captación de flujos energéticos. Si no lo hacemos las personas lo harán las corporaciones y volveremos a ser cautivos consumidores como hasta ahora.
Para implicarse en la captación de los flujos de forma comunal puede hacer con grupos sociales ya sea por interés local o por comunidad de intereses, o sea personas de lugares distintos que se unen con el objetivo común de ser actores energéticos; aunque habitualmente es una mezcla de ambas tipologías. Una cooperativa de distribución de energía verde sería un caso de comunidad de interés. La copropiedad de una central solar para abastecer una localidad sería un ejemplo de una comunidad de intereses.
Dejar de invertir en la quema de materiales energéticos
Para salir de la quema de materiales energéticos hay que dejar de invertir en las tecnologías que conlleva. Tenemos que resistir creando opinión para que las personas que participan en inversiones con combustibles fósiles o nucleares dejen de hacerlo.
El día internacional de la desinversion en combustibles fósiles 13 y 14 de febrero 2015.
En esta línea va la campaña impulsada por la organización internacional 350.org que trabaja para reducir las emisiones de efecto invernadero y que organiza la campana Gobal Divestment Day que ha tenido ya un notable impacto en Estados Unidos y se está extendiendo por todo el planeta (también en Barcelona). Con ello se está impulsando que las instituciones hagan lo que sea necesario para evitar la crisis climática mediante la desinversión en combustibles fósiles. Se persigue pues que las instituciones o las personas retiren sus ahorros o inversiones de los fondos económicos que apoyan a la industria fósil y nuclear.
Pero no basta con evitar el crecimiento de las tecnologías fósiles y nucleares, debemos innovar a favor de la captación de los flujos de energía y no sólo con tecnología sino con fórmulas de participación social. Hay ejemplos de innovación social con iniciativas como Vivir del aire del cielo o de municipios que se han convertido en agentes energéticos como los rebeldes de Schönau. Los municipios tienen muchas competencias legales para ser actores energéticos con gestión democrática. Nuestro voto en las elecciones municipales puede ser para opciones políticas que planteen una verdadera revolución energética sostenible y basada en la captación de los flujos energéticos de la biosfera.
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Texto basado en una intervención del Dr. Josep Puig, presidente de Eurosolar España, durante la presentación del libro Alta Tensión en Barcelona el 12 de febrero 2015. Imagenes de la Campaña Global Divestment Day y de Fundación Tierra.