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China impulsa la deforestación global ante su creciente demanda de madera |
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Foto: Madera procedente de Merbau Indonesia almacenada en el Yuzhou Wood Market en Guangzhou, provincia de Guangdong. |
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Esperando fuera de la planta de celulosa de Jinhai Pulp Paper Plant para vender la madera (Danzhou, Provincia de Hainan). |
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Marzo, 2006.
En los últimos 10 años uno de cada tres árboles talados en el planeta
se destinó para satisfacer el aumento del consumo y la industria de
transformación de China, ya que en este periodo el consumo chino de
productos forestales han aumentado un 450% y las exportaciones chinas
de estos productos un 350%. El mayor problema es la ilegalidad que
rodea a gran parte de la madera que llega al mercado chino y que
acaba tanto en el país como en forma de muebles o suelos baratos para
los países ricos.
Los bosques tropicales húmedos de Asia sudoriental se han convertido en
un preciado recurso por parte de China que ve estas reservas forestales
como su particular despensa maderera. El documento elaborado por Greenpeace “Sharing the blame”
pone al descubierto los desmanes en los bosques. No importa el enorme
valor medioambiental como recientemente se demostró con el
descubrimiento de nuevas especies en los bosques de Papua-Nueva Guinea.
En realidad, los bosques de Indonesia, Malasia y Papua Nueva Guinea se
hallan bajo el azote de una tralla cuyo extremo está en las sociedades
derrochadoras de los países más desarrollados y de los que China es la
chispa actual.
Empresas chinas de las provincias de Shandong y Jiangsu son receptoras
diariamente de miles de metros cúbicos de madera tropical de Indonesia
y Papua Nueva Guinea. A pesar de que cada tronco está
perfectamente identificado, éste no es un etiquetado más que de
“propiedad” del mayorista chino que lo ha pagado. La mayor parte de la
madera que llega actualmente en China del sureste asiático procede de
explotaciones sin criterio alguno de sostenibilidad. Esta importante
tala ilegal ya se aprecia en el retroceso del bosque tropical húmedo de
Indonesia, que, al ritmo actual, habrá desaparecido en cuatro años,
según un informe del Banco Mundial. En los últimos 15 años, Indonesia y
Papua Nueva Guinea ya han perdido una media de 2 millones de hectáreas
de bosque cada año.
China es, en estos
momentos, el mayor importador mundial de madera tropical; la mitad de
los árboles tropicales talados en el planeta acaban en China. Aunque el
consumo de China en cuanto a madera es por habitante 17 veces inferior
al de Estados Unidos, resulta un azote debido al gran número de
habitantes y a su pujante economía. No en vano, en los últimos diez
años China ha multiplicado por 4,5 su importación de madera, y por 3,5
su exportación. Greenpeace alerta de que si China aumentara su consumo
per cápita de papel hasta los niveles de EE.UU, por ejemplo, sería
necesario aumentar el consumo global de madera en unos 1.600 millones
de m3, es decir, el equivalente al total de madera talada en el planeta
en un año. En el otro lado de la moneda, la demanda de Estados Unidos
de productos chinos de madera ha aumentado ocho veces en valor,
mientras que la de los países de la Unión Europea lo ha hecho en cinco
veces. Una vez más se demuestra que la cadena de transmisión de esta
destrucción patrimonial del planeta la lideramos los ciudadanos del
Primer mundo. En definitiva, para que el bosque tropical sobreviva, el
consumo en esos países debe reducirse drásticamente.
Los bosques tropicales húmedos de Asia sudoriental, de enorme valor
medioambiental, están siendo arrasados por la tala ilegal, en
Indonesia, Malasia y Papua Nueva Guinea.
Sólo en Indonesia, entre el 70 y el 80% de la tala es ilegal y escapa a
todo control de las autoridades. La situación se agrava en el caso de
Papua Nueva Guinea, ya que el 90% de las talas se efectúa con absoluto
desprecio por la legislación y los pueblos indígenas.
Malasia es otro paraíso donde la tala de madera ilegal es una excelente
actividad lucrativa. Así, por ejemplo, los datos oficiales no hacen
sino testimoniar sobre esta grave situación. La aduana china registró
en 2004 la entrada de 2,7 millones de metros cúbicos de madera en
bruto, la de Malasia asegura que sólo se han exportado a este país 1,2
millones de metros. La sospecha es que el 58% de la exportación malaya
es, en realidad madera ilegal procedente de Indonesia como advierte
Greenpeace.
Repoblación forestal
Las terribles inundaciones de 1998 sirvieron para darse cuenta las
desastrosas consecuencias de la deforestación. La deforestación hay
que buscarla como la raíz de que 240 millones de ciudadanos perdieran
sus cosechas, viviendas o negocios. De todas maneras no hay duda que
China actualmente practica una estricta política de repoblación
forestal. En el 2005 se plantaron 3,7 millones de hectáreas de árboles
y se prohibió el acceso a más de 2, 5 millones en áreas montañosas para
facilitar la revegetación natural. Sin embargo, no es menos cierto que
gran parte de estas repoblaciones se han realizado con árboles
transgénicos como los cientos de miles de álamos plantados en la
frontera con Mongolia para protegerse las provincias chinas de las
tormentas de arena según ha denunciado Greenpeace. Esta organización
advierte además del peligro que la polinización de los árboles
transgénicos contamine las especies tradicionales, dado que el polen se
dispersar por cientos de kilómetros.
Hace cinco años, los bosques chinos cubrían el 16% del territorio
nacional, hoy es más del 18% y para el 2020 se espera llegar al 20%.
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Palillos desechables
Aunque se usan desde hace más de 3000 años los palillos (kuaizi) para
comer son un utensilio con un notable simbolismo (aunque su uso no se
restringe a China que es su principal consumidor y productos sino que
se extendió a otros países de la periferia china como Corea, Vietnam y
Japón. Ahora el gobierno impone un impuesto del 5% sobre el precio de
los palillos desechables de madera. Los chinos utilizan anualmente
45.000 millones de pares de palillos, (123 millones de pares diarios) y
emplean para ese fin 25 millones de árboles al año, según una
estimación oficial. De esa cantidad, dos tercios se consumen en casa,
el resto en restaurantes.
Los japoneses tampoco se quedan cortos y usan anualmente 25.000
millones de pares de diseño propio conocidos como “waribashi”. En
cambio, los surcoreanos ya han eliminado el palillo desechable de sus
restaurantes. La creciente sensibilización ambiental en China también
ha llegado a los tradicionales palillos para los que hay desde hace
años campañas para que dejen de usarse. La decisión del gobierno chino
obedece a las campañas realizadas por entidades como Amigos de la
Naturaleza con personajes relevantes como el respetado historiador y
diputado de la Conferencia Política Consultiva del Pueblo Chino Liang
Congjie.
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