Hay otras maneras comprobadas de mitigar nuestro miedo instintivo hacia El Otro. Una es el comercio. Otra es la de mantener las fronteras permeables y dejar flujos entre grupos. Sapolski concluye: “Los humanos estamos programados para ponernos en guardia delante del Otro, pero nuestras opiniones sobre quién cabe en esa categoría pueden ser muy maleables”.
El reto que nos espera es si podemos suavizar nuestras fronteras culturales excluyentes –-y de hecho, expandir esas fronteras más allá de lo humano— para cooperar a escala global y abrazar un mundo culturalmente diverso y biológicamente interdependiente.
Nuestras heridas son profundas, como viejos malos hábitos. Hay mucho que conviene olvidar. También hay mucho que necesitamos recordar. Sobre todo, tenemos que recordar el futuro.
Las heridas que infligimos sobre la Tierra y sobre los demás son la misma herida.
Bienaventurados sean los pacificadores. |