Dormir ecológico



Dormir ecológico




En nuestro país la oferta de camas naturales y confortables por diseño es más bien escasa pero ya existen diferentes empresas dedicadas a ello.




La madera maciza es renovable, transpirable y hermosa. Los colchones tipo futón son una posible elección fabricada 100 % con materiales naturales.
Fuente de las imágenes: www.shikifuton.com
www.futonespai.com





La tradicional almohada de lana y la original almohada de espelta.


El látex natural es un material renovable.


Una cama buena para ti y para el planeta

El sueño sano es el descanso para el cuerpo y la mente. Para dormirse, aproximadamente la mitad de las personas prefiere la postura lateral, más del 40 % se duerme de esplada y el resto sobre el vientre; sólo menos de un 1 % duerme boca abajo. Sin embargo, a lo largo de la noche la posición puede cambiar entre 20 y 60 veces. De ahí lo importante que la cama se adapte a estas cambios de postura. El dormitorio es el espacio para la cama. Sin duda es una estancia muy personal a la que todos prestamos gran importancia, por la cantidad de horas que pasamos en ella, y porque allí descansamos y nos recuperamos.  Hay quien considera que el ambiente que nos rodea mientras dormimos puede influirnos incluso más que el entorno al que nos exponemos durante el día, puesto que es el momento en que el organismo se regenera. Además de los gustos personales y el diseño, algunas pautas pueden permitirnos escoger una cama significativamente más ligera sobre el planeta, e incluso repercutir favorablemente en nuestra salud. No deberíamos olvidar que se puede ambientalizar cualquier dormitorio empezando por los aspectos más sencillos como la ropa de cama.

Estructura de la cama: madera, hierro y otros

La madera es un material renovable, poco procesado, y que tradicionalmente se emplea para el mobiliario de toda la casa. En el caso de la cama tiene especial interés ya que es un material vivo y transpirable. Hay que tener en cuenta que muchos modelos que encontramos en el mercado emplean aglomerado de virutas de madera o tableros de partículas, en vez de madera maciza. Aunque esto los hace más asequibles económicamente, estos materiales son materiales madereros con un mayor grado de procesamiento. Las colas y adhesivos que incluyen son generalmente problemáticos a nivel ambiental y pueden desprender compuestos orgánicos volátiles durante meses tras su fabricación. Aunque los niveles de adhesivos cada vez están más regulados y en algunos casos se utilizan adhesivos de baja toxicidad, lo cierto es que el acceso a esa información es prácticamente nulo a nivel de usuario. Por ello, optando por la madera maciza, aunque ciertamente se dispare el presupuesto, se evitan estos problemas, se obtiene un material menos procesado y más robusto y duradero.
Una cama debería ser un enser que nos acompañara toda la vida. De ahí que dedicarle un buen presupuesto para algo en que yace nuestro cuerpo un tercio de nuestras horas vividas no debería importarnos. Las llamadas camas naturales fabricadas en madera virgen y con sistemas que combinan con precisión rigidez y elasticidad son uno de las mejores inversiones que podemos hacer en nuestra vida.  Aunque obtener la información a menudo no es fácil, un comprador consciente también puede indagar sobre si la madera con la que se fabrica se obtiene de una especie que se pueda considerar local o regional. Incluso, si su origen es más lejano, si procede de explotación sostenible del bosque (madera certificada).
El complemento final de una estructura de cama de madera pueden ser los tratamientos protectores y decorativos de base vegetal y bajo impacto como las ceras o los barnices ecológicos.

El hierro es un material resistente con el que se han fabricado tradicionalmente camas que podrían durar para siempre. Aunque la extracción y fabricación es más voraz en energía que la de la madera, un punto a su favor es la durabilidad y resistencia a problemas como la carcoma. También existen lacas para hierro fabricadas con ingredientes naturales. Sin embargo, algunos especialistas recomiendan camas libres de elementos metálicos por motivos geobiológicos y por ello también evitar las camas de estructura de hierro, ya que los metales pueden actuar como amplificadores de campos electromagnéticos, que podrían afectar durante el sueño.

En algunos casos, como en algunos somieres, pueden hallarse componentes de plástico. Escoger estructuras de cama con bases totalmente de madera maciza supone evitar el uso de este tipo de materiales no renovables, dependientes del petróleo y de producción contaminante.


El colchón: convencional, de látex, futón, de lana ...

El colchón "convencional" de las últimas décadas ha sido el colchón de muelles. Sin embargo, las últimas tendencias se decantan cada vez más por los colchones de látex. La mayoría de colchones que hallamos en los comercios incluyen telas y espumas sintéticas (poliester, telas con propiedades elásticas, espuma de poliuretano), y han sido tratados con sustancias químicas retardantes de la llama. Éstos son compuestos bioacumulativos en el medio y en los tejidos de los seres vivos, que progresivamente serán sustituidos por sustancias más benignas según las recientes normativas europeas respecto a tóxicos. Los colchones de muelles, obviamente, constan de elementos metálicos, que la geobiología recomienda evitar para no amplificar posibles campos electromagnéticos. Entre los muelles y las capas superiores se puede encontrar una malla de polipropileno que actúa como aislante y refuerzo. 
A menudo estos colchones llevan diferentes tratamientos antiácaros y antibacterias, cuyo objetivo es evitar la proliferación de estos organismos y unas condiciones de higiene máximas. Los niveles de estas sustancias están certificados, testeados y deben estar dentro de unos límites que se consideran inocuos para la salud. Sin embargo, pese a hallarse en cantidades menospreciables, no se descartan sus efectos sobre la salud de personas con elevada sensibilidad a los químicos, y el uso de estas sustancias tiene implicaciones ambientales. Los diferentes tratamientos y la mezcla de materiales (telas, rellenos de espuma, muelles …) no los convierten en productos fácilmente reciclables al finalizar su vida útil.

En lo que respecta a los colchones de látex, pueden ser de látex natural o sintético. Este último es un material de origen petroquímico que imita la textura y propiedades físicas de los bloques de látex natural.

El látex natural se obtiene a partir de la savia extraída del árbol tropical Hevea brasiliensis, o árbol del caucho. Es por ello un material natural, renovable, transpirable, biodegradable y con propiedades antibacterianas y antifúngicas naturales, ya que no es un sustrato apto para el crecimiento de estos organismos. Los colchones de látex no emiten compuestos volátiles, presentan una gran elasticidad y firmeza y un efecto por el que se adaptan al cuerpo evitando crear "zonas de presión" sobre el durmiente o depresiones que perjudican la postura. Son de 3 a 4 veces más duraderos que los de espuma de poliuretano. La única desventaja podría ser su obtención, desde nuestra posición, no local.

Si se desea adquirir un colchón de látex, se puede optar por un modelo totalmente de látex natural, con funda de tejidos naturales, o bien de látex natural combinado con otros rellenos naturales. Existen colchones que combinan látex natural y algodón, así como látex natural y lana. También hay que tener en cuenta que algunas personas son alérgicas al látex natural, y que algunos de los colchones del mercado tienen una proporción de látex sintético, o son una mezcla entre un colchón de muelles tradicional y uno de látex.

Otra opción para un colchón de bajo impacto es el futón, el colchón tradicional japonés, que se fabrica en nuestro país con algunas modificaciones significativas para adaptarse a las diferencias culturales. El futón es una funda gruesa de algodón con un relleno de algodón de fibra corta, punzonado para formar una manta compacta que da como resultado un colchón firme aunque enrollable. Es transpirable y confortable tanto en verano como en invierno. La base de cama donde se coloca debe permitir su transpiración, y normalmente es una estructura de cama de láminas de madera o bien un tatami de madera y fibras de arroz.
Para su ventilación y mantenimiento en óptimas condiciones se aconseja ventilar la habitación antes de hacer la cama para evaporar la humedad absorbida por el colchón durante la noche, así como enrollarlo o plegarlo de vez en cuando para permitir que las fibras se estiren o darle la vuelta periódicamente para conseguir que se aireen ambos lados. Si es totalmente de algodón se puede exponer al sol una vez al año, aunque esto nunca debe hacerse si va combinado con látex.

Los futones que combinan el relleno de algodón con núcleos de látex de diferentes grosores permiten aprovechar la elasticidad y estabilidad del látex a la vez que las propiedades térmicas y de transpirabilidad del algodón, reduciendo también las necesidades de manutención. Así, se pueden encontrar diferentes variantes, desde el futón clásico sólo relleno de algodón, más duro y que requiere un mantenimiento frecuente, a los que llevan un grosor elevado de látex en el interior, que no requieren más mantenimiento que un colchón convencional y resultan mucho más blandos. Entre los dos extremos, existen puntos medios de dureza y mantenimiento en función del núcleo de látex. También se fabrican futones de algodón con fibras más largas para hacerlo más esponjoso o mullido que el tradicional japonés.

Finalmente, los tradicionales colchones de lana se han actualizado, mejorando su dureza y evitando el mantenimiento periódico de relleno. La lana es un material natural, transpirable, con notables propiedades térmicas y naturalmente antibacteriana y resistente al fuego, que se obtiene del esquilado de ovejas (de las que hay dos centenares de clases diferentes), u otras especies como el conejo angora, la cabra cashmir, o la alpaca.
Los colchones de lana se encuentran en forma de futón elaborado con lana en mantas en vez de algodón, o bien colchones de estética tradicional pero de lana, a menudo con una capa de látex natural que les da estabilidad.
En algunos de estos colchones de lana, el procesado mantiene gran parte de su lanolina, un aceite natural que mantiene las fibras suaves e impermeables al agua, con lo que permanece la repelencia natural al agua de la lana. Para reducir la exposición a sustancias químicas, convendría evitar la lana tratada contra las polillas.


Fibras naturales en la ropa de cama

Las sábanas estan en contacto directo con nuestro cuerpo cuando nos vamos a dormir, por lo que su composición, tanto por razones ambientales como de confort, nos debe importar. Aunque es cierto que podemos considerar de menor huella ecológica y mejores para la salud las sábanas de fibras naturales (básicamente las sábanas 100 % algodón), a la mayoría de las personas no les compensa lo agradable del tacto y las condiciones térmicas en comparación con los problemas de arrugas y por tanto el planchado extra que puede representar querer verlas impecables.

Por ello, hoy es difícil encontrar sábanas que se arruguen. En las tiendas,  como si estuvieran pasadas de moda, las sábanas de algodón 100 % són minoría, y presentan diseños mucho más limitados. Sin embargo, casi todo el mundo adquiere sábanas de mezcla de algodón y poliéster (fibra sintética de origen petroquímico no renovable a escala humana). A veces llevan un acabado permanente de resina de formaldehído para facilitar aún más su mantenimiento y evitar que se arruguen.

Algunas sábanas de algodón también pueden estar químicamente tratadas contra las arrugas, si especifica que son fáciles de planchar o "antiarrugas". Sin embargo, las sábanas de algodón sin tratar, como las de franela, no llevan tratamiento químico alguno, y también está libre de tóxicos el algodón mercerizado y el sanforizado, que han recibido tratamientos mecánicos, no químicos, para mejorar la resistencia al uso y la permanencia de los colores, o para que no encojan.

El algodón es una fibra de celulosa natural, que se desarrolla alrededor de la vaina de la semilla, en la planta de algodón. Como material resulta transpirable, es un buen aislante térmico y absorbe el calor del cuerpo. Al contacto con la piel es agradable tanto en verano, en el que resulta fresco, como en invierno, en el que se percibe cálido, y no acumula electricidad estática. Durante el cultivo del algodón, como en otros cultivos agrícolas, se llevan a cabo prácticas con impacto sobre el medio como la aplicación de pesticidas. El algodón cultivado de manera orgánica es una alternativa que podemos encontrar en productos convenientemente etiquetados. Una curiosidad que ha aprovechado alguna marca de productos de algodón orgánico es que de manera natural aparecen en las cosechas fibras de algodón marrones y verdes, con lo que se pueden obtener prendas de color sin teñirlas, con unos matices únicos.

En todo caso, sea cual sea la ropa de cama que se compre, siempre es recomendable, como es costumbre habitual, lavarla antes de utilizarla, con lo que se elimina en buena parte el posible exceso de acabados y tratamientos de las fibras.

Habitualmente las sábanas de fibras naturales se pueden deteriorar antes que las sintéticas, para un mismo uso. Sin embargo, los efectos de la producción de estas últimas también permanecen más en el planeta. Y los trapos de limpieza que se pueden obtener para aprovechar la tela de las sábanas viejas de algodón también pueden ser muy prácticos.


Mantas y edredones

Muchas de las colchas y plaids estan realizadas, también, aunque sea parcialmente, con fibras sintéticas, sobretodo poliéster, por su fácil mantenimiento. Las mantas convencionales son acrílicas, es decir, fabricadas con otro tipo de plásticos. De nuevo una opción no dependiente de recursos no renovables son las colchas de algodón, que sin embargo tampoco són tan sencillas de encontrar.

Existen edredones con relleno sintético (de fibras de polipropileno), mucho más económicos que los de pluma. En cambio, los edredones con relleno de plumón o de plumas (y normalmente funda de algodón) estan elaborados con productos naturales. Hay que tener en cuenta que los plumones y plumas se toman del cuerpo de gansos y patos, y que esto puede suponer una desventaja para algunas personas. El plumón de oca es el de más calidad y más caro. El procesado que sufren las plumas es tan sólo el de lavar y desinfectar, dada su delicadeza. Las ocas y patos que se crían con este propósito son desplumados unas 5 veces durante su vida, tras lo cual son matados para aprovechar su carne en alimentación.   
Otros edredones naturales de baja huella son los edredones de lana esponjada, a los que hay que aplicar las mismas características sobre la lana explicadas anteriormente.


Una almohada natural

Existen almohadas sintéticas con relleno de poliéster, de polipropileno o de espuma de poliuretano. Estos materiales, que en definitiva son plásticos, seguramente resultan insustituibles en otras aplicaciones pero en la almohada pueden rechazarse a favor de una almohada de materiales naturales. Existen almohadas de lana y de plumón (de procedencia animal), y almohadas de algodón, de látex, e incluso de fibra de espelta. En cada caso se aprovechan las cualidades físicas o térmicas de cada uno de los rellenos, pero en todos los casos se trata de materiales naturales y transpirables. Su huella ecológica también depende del material que consideremos o sepamos que es más cercano al lugar donde vivimos.

En fin, sobre gustos no hay nada escrito, y menos cuando se trata del confort más íntimo, en nuestras horas de descanso. Como hemos visto, en todas nuestras elecciones hay opciones más respetuosas que otras con el planeta. En nuestra mano está poco a poco poderlas incorporar a nuestra vida.  









Modificado
09/02/2017

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