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Barcelona, 11 de marzo 2004. Hace un año manifestábamos "no a la guerra" y nos sobrecogía la barbarie de la guerra de Irak por el petróleo. La Fundación Tierra dejó en aquel momento su opinión a los jóvenes acampados por la paz. Una opinión que intentamos aplicar a nuestro quehacer cotidiano por un mundo más sostenible. Hoy aquel artículo de opinión firmado por el presidente de la entidad pero que expresaba el sentir general de la misma creemos que es la mejor noticia que podemos ofrecer en estos momentos.
Las
guerras son para defender un estilo de vida insostenible. Quizás por
ello en el fondo el ruido por detenerlas es también un alarido
colectivo, que parece infructuoso, por acercar la alternativa. La
guerra detiene el avance de la democracia participativa a la que
últimamente internet puso la guinda. Esta es una guerra para que
continuemos siendo esclavos del petróleo, de la economía negra. Una
economía sucia que está cavando la tumba del futuro de nuestra amada
Tierra.
El ruido de las protestas no debe ser una excusa para acallar el grito de libertad que exige responsabilizarnos del futuro. El consumo galopante exige el ayuno para combatir la opulencia sin razón. La Paz sólo la puede iluminar el Sol, la eficiencia energética y los negawatios cómo sinónimo de ahorro y frugalidad. Esta es una guerra para robar el petróleo barato que usamos sin contemplación. La lucha por la Paz es para implantar las disponibles, pero las más caras energías renovables y las tecnologías sostenibles.
Acallemos la ira de nuestros corazones por la violencia y pacifiquemos nuestra cotidianidad con un Compromiso por la Tierra multitudinario reduciendo en un 10% durante el próximo lustro el número de kilómetros viajados al año, los kilowatios de nuestros hogares, los metros cúbicos de agua dulce, los alimentos consumidos, las horas de ocio pasivo. Debemos apostar por la calidad duradera y boicotear la caducidad insostenible.
Hacemos la guerra entre hermanos porque somos incapaces de hacer la Paz con nuestro entorno. Que la protesta contra la violencia no sea la excusa inconsciente por no cambiar al estilo de vida que allana el camino de la sostenibilidad. Jordi Miralles
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