Econoticias 28, energia eficiente




15 Julio, 2004. Existen en los comercios electrodomésticos cuya eficiencia energética les permite ahorrar hasta un 65 % más de la media. Son los llamados electrodomésticos de clase A. Una letra impresa en una etiqueta que todos los aparatos deben exhibir cuando están expuestos en un comercio. Sin embargo, curiosamente, de los 22 millones de electrodomésticos que se vendieron en el 2003 tan sólo un 2,8 % (650.000 unidades) eran de la clase energética A, la más eficiente. El sobrecoste de este tipo de aparatos de alta eficiencia puede amortizarse en menos de 5-6 años, dependiendo del tipo de aparato. Por supuesto, neveras y congeladores, así como bombas de calor, son los que más rápidamente se amortizan.

El consumo eléctrico en nuestro país aumentó en un 6.3 %, muy por encima de otros países. En cambio, nuestro producto interior bruto no alcanzó el 3 %. Resulta, pues, que nuestro desarrollo está lastrado por políticas que no fomentan el ahorro energético. La intensidad energética española es tan ineficaz que consumimos más energía que cualquier otro país europeo para producir la misma unidad de riqueza.



 



En los últimos tiempos, España ha perdido una magnífica oportunidad, al no haber obligado a incorporar en la edificación criterios de eficiencia energética, en un momento de máximo apogeo del sector, que ha levantado entre cuatro y cinco millones de viviendas. Las potencias eléctricas de la mayoría se sitúan en los 8,8 kW y los constructores y fabricantes de electrodomésticos disponen de un acuerdo para instalar aparatos de bajo coste y altamente ineficientes para engrosar los beneficios. Si antes un hogar podía alcanzar el consumo de unos 3.000 kWh/año, actualmente ya se cifra de media en unos 3.500-4.000 kWh/año. Si se incorporasen criterios de eficiencia energética en la edificación, el potencial de ahorro sería del 70 % con sólo un coste no superior al 15 %. En el caso de un aparato de aire acondicionado tipo "inverter" de segunda generación, el ahorro en energía eléctrica es de hasta un 40 % con respecto a uno de convencional, y su coste tiene un incremento de tan sólo un 25 %.

Sin embargo, la solución no pasa por realizar grandes inversiones en las grandes líneas de distribución, sino por apoyar pequeñas centrales de cogeneración distribuidas cerca de los sitios de consumo. No obstante, en España, la cogeneración ha sido denostada durante años hasta el punto que muchas centrales industriales de este tipo han debido detener su producción por falta de rentabilidad. Tampoco sería mala idea fomentar pequeñas centrales solares fotovoltaicas de 1 a 2,5 kWp en las cubiertas de los edificios. Éstas servirían para ahorrar algo de dinero a las comunidades de vecinos y aportarían un extra energético precisamente en los momentos de mayor intensidad energética.

Los apagones eléctricos pueden ser en el futuro una verdadera plaga. Las olas de calor no son la verdadera amenaza, sino la histeria ciudadana. Con un aparato de aire acondicionado para mantener 27 ºC en un ambiente deshumidificado la sensación de comodidad resulta suficiente. Por cada grado que intentamos bajar, el consumo se incrementa en un 8 %. Existen tecnologías, como la geotérmica solar almacenada en el subsuelo que permite suministrar climatización y calefacción en eficiencias de 1:5. En otras palabras, que por cada kilowatio eléctrico se obtienen hasta 5 kWh de calor o frío. Para aprovechar este potencial de energía renovable tan sólo hay que planificar su ejecución antes de levantar una vivienda o bloque de pisos.

La incultura energética de España exige una "educación energética" urgente. No necesitamos una nueva cultura de la energía, sino superar la ignorancia energética en la que estamos sumidos. No en vano a pesar de la liberalización del mercado eléctrico y la posibilidad de contratar energía eléctrica verde producida con centrales eólicas, solares, hidráulicas, etc., la energía limpia apenas cuenta con clientes. Las ventas en España de aparatos de aire acondicionado domésticos en el 2003 aumentaron un 30 % hasta alcanzar la cifra de 942.207 unidades. Curiosamente, las ventas se mantenían estables desde el 2000 al 2002 en unas 600 mil unidades, pero la ola de calor del año pasado disparó su consumo. Lógicamente, el consumo eléctrico también se ha incrementado y antes de entrar en la canícula ya se había alcanzando un nuevo máximo histórico de este verano con 36.950 MW. Estos consumos tienen que ver sólo en parte con la ineficiencia de la mayoría de los aparatos eléctricos del hogar y de la propia edificación. El verdadero sumidero energético español está en el sistema industrial. La industria española derrocha energía a raudales. De ahí, el grave problema que supone el compromiso de cumplir con el Protocolo de Kioto. España tan sólo puede rebasar en un 15 % las emisiones de gases invernadero para el 2008-2012, con respecto a las de 1990, y ya las supera en un 30 %. No hay duda de que tenemos un grave problema de idiotez energética que precisa de un plan renove especialmente en el sector industrial. En lo doméstico podemos contribuir con tan sólo un 25 %, que es el gasto que produce en el total de la energía consumida en España. La industria y el transporte son los que sangran nuestra cuota energética y, por ende, ambiental.

Imagen: Bomba de calor geotérmica NIBE de alta eficiencia que distribuye GEOTICS

 





Modificado
09/02/2017