15 marzo 2002. El reciclaje de vehículos automóviles es una asignatura pendiente en nuestro país. La escasa conciencia sobre el problema que representa un coche cuando éste llega al final de su vida útil lleva a que cada año se abandonen en las vías públicas españolas decenas de miles de vehículos. Un coche es en sí mismo un residuo tóxico si atendemos a los líquidos peligrosos para el medio ambiente tales como el líquido de frenos o el aceite mineral lubricante, esto sin contar con la multitud de plásticos y metales. Un coche fácilmente lo componen más de 5000 piezas. La mayoría de los fabricantes no especifican la composición de las mismas lo cual dificulta su reciclaje. La directiva europea sobre el tratamiento y reciclaje de los coches usados que adoptará próximamente el Estado español con el consenso de la Asociación Española de Desguazadores y Recicladores (Aedra) deja que los chatarreros se organicen a su gusto y que el propietario del vehículo no tenga que pagar tasa alguna de reciclaje.

El borrador del Real Decreto, que actualmente está en trámite en el Estado español, excluye a los vehículos pesados, además un vehículo sólo se considerará un residuo peligroso cuando se entregue a un desguazador; el cual deberá expedir el correspondiente certificado de destrucción. Éstos se autofinanciarán con la venta de piezas de repuesto que todavía puedan comercializarse.

Ante la conducta incívica de muchos españoles que abandonan su vehículo viejo o roto en la vía pública, la legislación debería ser algo más contundente. Al fin y al cabo, la retirada de los mismos es competencia de los municipios y éstos no disponen de medios para financiar este servicio. Es una lástima que los propios desguazadores no hayan vislumbrado que el pago de una tasa al comprar el coche y a devolver cuando éste se deposite en una reciclador autorizado es el mejor sistema para proteger el entorno y garantizar la actividad económica del reciclaje.