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Una casa de menor superfície, compacta, y bien orientada, requiere mucha menos energía para ser confortable.
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La etiqueta energética que cuelga de todos los nuevos electrodomésticos en las tiendas nos informa de su eficiencia y su consumo eléctrico anual o por ciclo de uso. |
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Un hogar con menos emisiones de CO2 |
Se calcula que el ámbito de la edificación es responsable de un 40 % de las emisiones totales de CO2 de nuestro territorio, incluyendo tanto las emisiones asociadas a materiales y construcción como las generadas por el consumo de energía que tiene lugar en los edificios. Algunas características como la orientación, el aislamiento, la eficiencia de los aparatos que utilizamos, o incluso la elección de algunos materiales y nuestros hábitos y costumbres en casa, pueden hacer que esta huella de CO2 asociada a nuestro hogar se reduzca. Nuestra casa es un ámbito ideal para poner en práctica nuestro activismo, ya que es nuestro refugio, lo gestionamos nosotros mismos y en él podemos hacer lo que queramos.
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Una casa adecuada |
Cuanto más pequeña es una vivienda, menos espacio físico ocupa, menos materiales emplea, menos objetos contiene, y menos energía consume. Aunque no es defendible que debamos vivir apretujados, demasiado a menudo lo que se equipara a confort és más espacio por persona, en vez de mejor espacio por persona. También la tipología de vivienda puede predeterminar el consumo final de energía. Mientras que una vivienda plurifamiliar suele ser más compacta (tiene menos necesidades de climatización, y suele optimizar la cantidad de espacio por ocupante, las casas unifamiliares aisladas tienen más pérdidas térmicas exteriores y más espacios que se deben climatizar e iluminar (escaleras, etc). La situación de la vivienda (centro urbano, urbanización aislada) también indirectamente influencia el consumo de energía de sus ocupantes y de las visitas, debido a la relación con la mobilidad (si se debe coger un autobus para ir a la compra en vez de caminar, si sólo se puede llegar en coche…).
Por otro lado, compartir la vivienda con otras personas significa compartir la electricidad de la bombilla cuando se enciende por la noche, la calefacción, los materiales que forman el inmueble y, por supuesto, el espacio, y por tanto es un modo de repartir la huella de carbono entre más personas.
Finalmente, si se es cuidadoso y se realiza un buen mantenimiento de la vivienda, se evita la sustitución de materiales (se ahorra así energía asociada a la realización de nuevos productos y se evitan residuos) y se alarga su vida útil. Por eso el factor de huella de una vivienda de 80 años es la mitad del de una vivienda de 40 años.
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Adaptarse al tiempo: abrigarse o quitarse ropa |
Nuestro hogar puede ser confortable sin malgastar energía. Es absurdo estar en manga corta en invierno, y con chaqueta en verano, pero los estímulos que nos rodean y las temperaturas habituales en los edificios y comercios del espacio público parecen asociar este sinsentido a la normalidad. Una diferencia de más de 10 ºC entre la temperatura exterior y la interior incluso puede resultar perjudicial para la salud. Además, solamente bajando un grado las exigencias de climatización, ahorraremos la emisión de 72 kg de CO2 al cabo del año. Si a en verano ponemos el aire acondicionado a 26º C en vez de 20 ºC, ahorraremos 43 kg de CO2! Así, pedir temperaturas razonables (en verano 26 ºC y en invierno 20 ºC) es mejor que someterte a temperaturas exageradas y reduce nuestro impacto ambiental.
Evidentmente, las estrategias llamadas pasivas pueden reducir nuestra necesidad de energía o evitarla totalmente en determinados momentos. Así, dejar entrar el calor del sol en invierno y abrigarnos más, o proteger las ventanas del sol al mediodía en verano, o tener plantas que refresquen el ambiente, son acciones tradicionales, limpias, gratuitas y de sentido común, que no podemos dejar de lado en un momento en que cada kilowatio de electricidad que gastamos supone la emisión de 400 gr de dióxido de carbono en la atmosfera.
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Sistemas eficientes de climatización |
Hay tecnologías de climatización de menos consumo que otras, y como las utilicemos también influirá. Para la calefacción central, existen calderas de condensación, o los sistemas de tipo radiante que permiten obtener calor. Las bombas de calor eficientes (tipo Inverter de segunda generación) también pueden ser una bona opción.
Para una refrigeración en verano más ecológica, podemos dar prioridad a las estrategias naturales, además de utilizar bioclimatizadores que tienen bajo consump o aparatos de aire acondicionado de clase A Inverter (y utilizarlos con moderación!).
Por otro lado, el termostato siempre debe estar colocado en la habitación en la que se que quiere conseguir el mayor confort (como el comedor) y no en una zona de paso, ya que entonces se sobreclimatiza toda la vivienda. Se dice que con la instalación de un termostato o bien programando de manera razonable los aparatos para conseguir una climatización sensata se pueden reducir las emisiones en un 5 %.
Una curiosidad que recomiendan algunos divulgadores es colocar papel de aluminio tras los radiadores. Parece que actuaria como un aislante ya que reflejaria el calor hacia el interior en vez de dejar que se escape por conducción hacia la pared.
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Bombillas de bajo consumo en toda la casa |
Sustituir bombillas incandescentes y halógenas por bombillas fluorescentes compactas reduce cinco veces o más el consumo de energía de la iluminación. Sólo cambiar 3 bombillas incandescentes por bombillas de bajo consumo permite ahorrar la emisión de 73 kg de CO2 cada año. Una lámpara halógena de pie consume 200 watios y no aprovecha más la luz que una lámpara de pie con una bombilla de 20 w, más eficiente. Para conseguir una luz cálida, las pantallas de papel, de fibras o en colores cálidos incluso hacen dudar del tipo de bombilla que hay detrás. La crisis energética es una realidad: hemos de pasar de dar más importancia a la estética que a su consumo de energía. Seguro que también el aspecto de los sistemas para iluminación eficiente mejoran, si todo el mundo empieza a incluir las bombillas que menos consumen en su casa. Si cada vivienda en España cambiase 5 bombillas incandescentes de 60 w por bombillas de bajo consumo de 11 w, se podría cerrar una central nuclear.
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Escoger aparatos eficientes |
En el momento de adquirir un aparato podemos recurrir a la conocida etiqueta energética para saber su eficiencia en comparación con modelos similares y sus consumos de electricidad y agua. Si no nos da pereza insistir en las tiendas o consultar en las páginas web de los fabricantes para obtener esta información, podremos escoger el aparato que nos guste y además nos permita ahorrar más. En los electrodomésticos más eficientes, cuando hablamos de frigoríficos, lavadoras, lavavajillas y horno, pueden ser de clase A+ y A++. Las campanas extractoras se pueden escoger sin luz o sin halógenas para que permitan colocar bombillas de bajo consumo. Las secadoras son ineficientes per se (las más eficientes sólo llegan a ser de clase B) y consumen 4 veces más que la lavadora por el mismo ciclo de ropa, por lo que ambientalmente es recomendable secar la ropa al aire libre. Si todos los electrodomésticos del hogar fuesen de bajo consumo, se reduciria el gasto energética de la casa en un 55 %, y se emitirían 271 kg menos de CO2 al cabo del año.
En otros aparatos hay etiquetas como la Energy Star que indican que cumplen determinados criterios de ahorro. De hecho, muchos aparatos nuevos consumen menos que los antiguos (por ejemplo, un televisor de pantalla LCD puede llegar a consumir aproximadamente la mitad que uno tradicional) pero lo que más ahorra es la reutilización y la reparación: la fabricación de un electrodoméstico nuevo comporta la emisión de unos 500 kg de CO2. Un buen compromiso es cambiar nuestros aparatos sólo cuando sea necesario.
Consultar la Base de datos de electrodomésticos eficientes.
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