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El jabón es un invento antiguo surgido de la
preocupación de eliminar la suciedad y protegerse de los gérmenes y las
bacterias mediante la espuma que dejaba la superficie de la piel
suficientemente resbaladiza para que el agua del aclarado arrastrara a
los microbios junto a la suciedad y las grasas de la piel. A partir
de la Segunda Guerra Mundial aparecen jabones, geles de ducha y
detergentes que eliminan los gérmenes con sustancias químicas añadidas
que contienen surfactantes; estos aditivos aumentan la espuma y la
solubilidad y tienen características antibacterianas y germicidas. Estudios
recientes han descubierto y demostrado que el jabón bactericida no
puede considerarse más eficaz ni combate mejor los gérmenes que otros
jabones comunes. En realidad, muchas son sus desventajas, ya que
contribuye a reducir el éxito de los efectos de las medicinas en
enfermedades serias. Los detergentes bactericidas, de la misma forma
que afectan a la salud de los humanos, perjudican el medio ambiente. |
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De producto natural a producto químico |
La mayoría de los jabones eliminan la grasa y otras
suciedades debido a que algunos de sus componentes son agentes
tensoactivos, o sea una estructura que permite al jabón reducir la
tensión superficial del agua (incrementando la humectación) y capturar
y hacer solubles en agua sustancias que normalmente no lo son. El
uso del jabón se pierde en la noche de los tiempos aunque inicialmente,
por el testimonio del mundo egipcio y grecoromano era una mezcla de
agua, aceite y ceras vegetales o animales. En el siglo VII y resultado
de la transferencia cultural musulmana existía una potente industria en
España e Italia. Se debe a la ciudad italiana de Savona la elaboración
de un jabón con aceite de oliva. En el siglo XV aparece el jabón de
Marsella, el precursor de los jabones actuales, preparado con una
mezcla de huesos (ricos en potasio) y grasas vegetales. La región
mediterránea ha contado con una rica tradición en la elaboración
del jabón por la abundante presencia de aceite de oliva y de sosa
natural. El desarrollo de la industria química después de la Segunda
Guerra Mundial es el origen del jabón dermatológico, los geles y
los detergentes tanto en polvo como líquidos. Hoy los detergentes
constituyen un importante problema ambiental que a pesar de los
esfuerzos para reducir sustancias contaminantes como los fosfatos y
otras todavía sigue causando estragos en las aguas por los constantes
aditivos como es el caso de las sustancias antibactericidas.
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Detergentes sintéticos contra jabones naturales
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Los detergentes se desarrollaron a principios del
siglo XX en Alemania como necesidad a la escasez de grasas provocada
por las penurias después de la Primera Guerra Mundial. Conocidos
simplemente como detergentes, los detergentes sintéticos son productos
no jabonosos para lavar y limpiar, que son "sintetizados" químicamente
a partir de una variedad de materias primas. Los primeros detergentes
eran usados principalmente para el lavado manual de platos y de ropa
fina. El auge de los detergentes se inicia en los Estados Unidos cuando
se fabrica en 1946 el primer detergente "estructurado", producto de la
combinación de un espumante y de compuestos de fosfatos que mejoraban
su poder para sacar manchas y lavar ropa muy sucia. Sin embargo, en la
producción de detergentes se queman combustibles fósiles que contaminan
la atmósfera. Los residuos de la producción contaminan las aguas si se
llegan a infiltrar, y además cada vez que alguien se lava, el
jabón y su contenido contaminante circula por las cloacas en forma de
aguas residuales que no siempre reciben el tratamiento adecuado antes
de diluirse nuevamente en los ríos o el mar.
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Genera resistencias contra los medicamentos |
Pero lo más alarmante en el desarrollo de los
detergentes es que se están convirtiendo en agentes que contribuyen a
la aparición de bacterias resistentes a los fármacos. Por este motivo
se recomienda que se evite el uso de detergentes antibacterianos en el
hogar. Como consecuencia muchos antibióticos y otros preparados
utilizados para combatir enfermedades muy peligrosas, como por ejemplo
la malaria, la tuberculosis y la neumonía, ya no son tan eficaces como
lo eran antes. El uso habitual del detergente bactericida incrementa la
resistencia de los gérmenes a la acción de los antibióticos utilizados
en un tratamiento médico. El triclosán que es una sustancia que la
mayoría de los detergentes bactericidas contienen, destruye
determinados enzimas de la membrana celular de las bacterias, con lo
que no pueden reproducirse. Estas enzimas son precisamente las que
ataca el antibiótico Isoniazida, uno de los antibióticos más usados en
el tratamiento de la tuberculosis debido a su eficacia y bajo coste y
considerado como un fármaco de primera elección.. El
triclosán puede provocar también náuseas, vómitos y diarreas si
se llega a ingerir. Confundir una botella de detergente por algún
refresco algo común para los niños a causa de las crecientes tendencias
a incorporar olores y sabores de frutas en algunos detergentes;
otra razón más para evitar el uso de detergentes antibacterianos en
nuestros hogares.
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No es sólo bactericida sino también microbicida |
Aunque la mayoría de detergentes son etiquetados
como bactericidas, por lo general casi todos son productos
microbicidas. Productos que atacan a las bacterias, pero también a los
virus. Las repercusiones mundiales que pueden derivarse son
difíciles de predecir, debido a que el mercado mundial del detergente
crece cada día, especialmente en Asia y el Pacífico. Se espera que el
desarrollo económico en esta área aumente la demanda de los
detergentes, incluyendo los bactericidas y microbicidas. En China y en
la India, especialmente, se esperan consumos espectaculares puesto que
el detergente líquido se considera un producto de lujo y apetecible.
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La mejor defensa es la información |
Si quieres defenderte tu mismo contra los gérmenes
no hay como la información. Aunque, realmente no hay mejor prevención
antibactericida que el jabón común y el agua templada. El
detergente bactericida genera un sentimiento de falsa seguridad, como
si eliminara todas las bacterias, pero sabemos que las bacterias están
por todos partes y la mayoría no son nocivas, es más muchos
microorganismos son beneficiosos (bacterías fotosintéticas, levaduras,
las bacterías lácticas, etc.). La industria produce aquello que
demanda el mercado y con lo que puede obtener ganancias. Si los
consumidores dejan de comprar detergentes y productos domésticos
microbicidas se inducirá a que la industria reduzca la promoción y
producción de estos productos en todo el mundo con el tiempo. El uso de
detergentes y lociones bactericidas debería ser exclusivo para personas
enfermas o casos especiales. Un estudio reciente demuestra que
personas que viven en granjas y están expuestas al polvo y a los
gérmenes de forma habitual tienen menos probabilidad de sufrir asma o
alergias. Se opina que la exposición a bacterias, hongos y polvo de
forma ordinaria puede ayudar a fortalecer el sistema inmunológico de
los niños. Los detergentes bactericidas son, contrariamente a lo que su
denominación pueda parecer, la llave para un mundo más frágil al efecto
letal o pernicioso de algunos microorganismos patógenos.
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Verena Juran
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