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3. Entonces, con un Norte que cada vez quiere más y un Sur que anhela conseguir el mismo tipo de consumo, ¿no será el factor 4 o el factor 10 un simple espejismo?
TS.- Las señales que recibimos actualmente son bastante malas porque, de hecho, la demanda de unos recursos que ya son escasos aumenta cada día. Cada día la población humana reclama más petróleo, más tierras de cultivo, más carne, más pescado… pero precisamente ésta es una de las principales razones por las que hemos escrito “Un futuro justo”. Es fundamental redirigir el desarrollo humano hacia una dirección diferente. Creemos que hay muchas oportunidades para ganar la partida y formas prácticas y realistas de hacerlo. En el libro hemos expuesto opciones sobre cómo crear un futuro justo en el área del transporte, de la energía, etc. En diferentes partes del mundo ya hay ejemplos funcionando y en práctica, hay sitios donde ya hay mejores sistemas de transporte y son viables.
WS.- No se trata de un espejismo ni de un sueño, sino de una necesidad. Y la necesidad puede llevarnos a otro sueño, pero con otra situación diferente de conflictos y crisis. Aunque no sepamos si puede ser realizado, debemos tomar el riesgo de activarlo, perseguirlo y discutir sobre ello. Y ya veremos qué pasará, la Historia dirá si tendremos éxito o no.
4. ¿El pico del petróleo dibujará un nuevo orden a favor de la reducción del consumo de energía per cápita, o simplemente iremos hacia los viejos sueños de la fusión nuclear?
WS.- El pico del petróleo primero nos llevará a un nuevo renacimiento del uso del carbón, porque algunos países han descubierto nuevas reservas de carbón en su territorio nacional. El carbón es la respuesta más obvia y directa cuando el petróleo empiece a encarecerse demasiado. Es una forma de ser menos dependiente de la importación de petróleo. Pero el uso del carbón entra en conflicto con el clima; es un recurso energético que levanta y levantará rechazo ahí donde quiera usarse. En cualquier parte del mundo donde el gobierno ha querido construir nuevas plantas de generación con carbón se han encontrado conflictos. La segunda salida es la nuclear, no de fusión, sino de fisión nuclear. La fusión es un viejo sueño, la fisión es un sueño real. Y en Europa, sólo Francia y Finlandia, que recientemente ha iniciado la construcción de una planta de generación nuclear, son los únicos países que apuestan de verdad por esta energía. En el resto de Europa no se está moviendo nada: Inglaterra ha anunciado un plan pero quién sabe qué pasará, otros países están anunciando el anuncio de planes, están sucediendo algunas sustituciones de centrales nucleares viejas, porque en Europa el pico de la construcción fue en los años setenta… El argumento más importante contra la implantación de la energía nuclear también proviene del bando del cambio climático: se tarda demasiado en construir centrales nucleares. Hacen falta entre 12 y 15 años para construir una central nuclear, y con la velocidad de acentuación del cambio climático no nos podemos permitir esperar tanto tiempo. Y aún así, si construyes múltiples plantas nucleares, se trata sólo de una fracción de la energía que necesitamos. En conclusión, la combinación del ahorro de energía -el aumento de la eficiencia- y el empleo de las tecnologías renovables es la solución con mayor potencial: es la solución más rápida, más factible y es más barata.
5. ¿Tiene algún sentido el concepto de Nación-Estado cuando los problemas ambientales globales no reconocen fronteras nacionales? El quid de la globalización se centra en que las personas tiendan a vivir en sociedades menos cerradas, pero esta apertura de fronteras crea cierto sentimiento de vulnerabilidad. ¿La justicia global apoya esta situación de apertura de fronteras?
WS.- No en todos los contextos, porque creo que la justicia global no dejaría abrir las fronteras bajo cualquier condición. El trabajo de la justicia será crear cierta confianza en la política, en la capacidad de gestionar nuestros propios asuntos de una forma razonable. Y esto requiere y necesita de una política, necesitamos una comunidad política. Pero ¿qué es la comunidad política? En este momento de la Historia la unidad básica es la Nación-Estado; estamos organizados, para bien o para mal, en Estados y los Estados tienden hoy a adoptar la forma de Nación-Estado, y en base a esta unidad se organiza la política actual habitual. Pero necesitamos una organización política diferente para gestionar y hacer funcionar nuestros asuntos como comunidad. Necesitamos cierta estructura política para poder creer en nuestra capacidad de gestionar nuestros asuntos comunes juntos.
6. La esclavitud fue legalmente abolida hace más de un siglo, sin embargo ¿no seremos nosotros los nuevos esclavistas, cuando tratamos de consumir cada vez más barato?
TS.- Tengo reticencias a emplear el término nuevo esclavismo porque la definición de la esclavitud incluye la propiedad del trabajador, y esto no sucede de forma habitual hoy en día, al menos por lo que yo conozco. Creo que el problema es más el aumento de la explotación de los trabajadores, con el establecimiento de redes de producción transnacionales, maquilas en India, minas de cobre en Suráfrica… lo que quieras imaginar. Creo que la explotación aumenta, pero también debemos reconocer que en algunas partes del Sur esto se ve como una oportunidad. Alguna gente sólo puede optar entre no-trabajar o un trabajo en la maquila o en la mina. No se trata de eliminar la producción del Sur para el Norte, es más una cuestión de establecer estándares, de combinar los derechos humanos con los derechos laborales de trabajo, ambientales, de salud, además de promover salarios justos y préstamos justos. Éste es el camino hacia el que ir.
7. Nos dicen que deberíamos tomar café de comercio justo; ¿pero la cuestión no sería más bien dejar de beber café cada día o tomarlo sólo una vez a la semana? ¿No deberíamos pagar el café al precio de un whisky escocés añejo?
WS.- No veo por qué las dos perspectivas deban excluirse entre ellas ya que, incluso si reduces el consumo de café, deberías seguir tomando café de comercio justo, ya que es algo positivo. A un nivel más general, este problema que indicas aparece de forma diferente actualmente, por ejemplo, en el empleo del prefijo “bio”. El término está de moda y se aplica en múltiples formas, incluso muchas empresas añaden el prefijo “bio” a sus productos, sea o no verdad, porque hay un elemento ahí: está claro que la gente se siente mejor comprando algo “bio”. Este elemento de marketing, sea “bio”, “justo” o “eco”, anima la compra, anima el shopping, anima el consumo. Y aunque esto no debería ser razón para ir en contra de los productos “bio”, este elemento de contradicción está ahí, hay una cierta tensión, no hay duda de ello...
8. Entonces, ¿es posible que el comercio justo esté perpetuando de alguna manera la injusticia global, aunque mejore las condiciones de vida de los campesinos que los cultivan?
TS.- No es un problema consumir mucho café, a lo mejor podría entrar en competencia con otras tierras, pero en el caso del café no sucede porque los árboles de café son bastante viejos y emplean cierto tiempo hasta que se puede recolectar una cosecha. Incluso a medio plazo se podrían imaginar plantaciones de café con otros cultivos entremedio…
WS.- Es una ilusión pensar que podemos reducir nuestro consumo a cero en los términos del decrecimiento. La cuestión sobre la calidad de los productos de consumo, sea un consumo más grande o más pequeño, es diferente. En conclusión: reducir el consumo y consumir productos de consumo justo, las dos cosas.
9. Contracción y convergencia. ¿Quién establece la línea del equilibrio: el Estado, la libertad individual, la ética global?
TS.- La ciencia. El IPCC (International Planet for Climate Change) directamente nos dice que un calentamiento de la atmosfera de más de dos grados centígrados genera unas amenazas dramáticas a la vida de los ecosistemas. Si nos quedamos en un incremento menor de 2 ºC en el calentamiento global, la ciencia nos dice que podremos lidiar con las amenazas que se acontecerán. Creo que este es un buen indicador de la línea de equilibrio, y los gobiernos han empezado a aceptar que deberán crear políticas para estar por debajo de este límite. Una vez dispones de este valor límite puedes calcular cuántas emisiones corresponden a cada persona del planeta, puedes establecer unas emisiones per cápita sostenibles.
10. Si queremos mantener ciertas condiciones de bienestar, necesitamos reducir la natalidad. Es decir, reducir la huella ecológica a 2,5 ha/persona/año, lo que sería repartir 11.000 millones de hectáreas entre menos de 6.000 millones de personas. Desde su punto de vista, ¿es ético limitar el crecimiento de la población humana para seguir los límites de la huella ecológica?
WS.- No, no es ético controlar la natalidad. Porque si te sitúas a una escala mayor, controlar la población mundial significaría que hemos convertido a la gente en instrumentos. Y esto es éticamente inadmisible. Por esta razón siempre soy muy cuidadoso en términos de introducir la población como parte de las ecuaciones. A nivel agregado, decir que podemos permitirnos ciertos niveles de población según regiones, no creo que sea ético. Pero esto es diferente cuando bajamos al nivel familiar, entonces se puede hablar de ajustes para la unidad familiar, pero de forma íntima, no política.
Aunque sobre el tema de la población -dejando de lado que no tenemos demasiada gente sino demasiados americanos, demasiados alemanes, demasiados españoles… demasiados con un estilo de vida y de consumo no sostenible-, dejando de lado esto, mi punto de vista es que la cuestión de la población global está ya terminada, porque se espera que el pico de la población humana sea entre 2040 y 2050. Esto será en unos 40 años, la mayor parte de aquéllos que van a tener hijos ya están vivos hoy, y no hay muchas más posibilidades de que haya un nuevo pico en la población humana hasta entonces. Y luego, se estarán cuidando ellos mismos. Tenemos un boom de población menor del que tuvimos en los 70, mucho menor, y tal como Japón o Alemania hoy, países jóvenes como China mañana tendrán que enfrentarse al envejecimieto de su población. Y éste es uno de los destinos de China de los que muy poca gente habla hoy en día: en 40 años China será una sociedad extremadamente vieja, con 1000 millones de viejitos chinos pensionistas... ¡imagina eso!
11. Estamos tratando de ir en contra de lo que Nicholas Georgescu Roengen ya anunció como inevitable: el decrecimiento. ¿No será el movimiento por el decrecimiento comparable con la sociedad Greco-Romana que hizo posible el Renacimiento?
WS.- Al final de nuestro libro planteamos el tema de quiénes somos “nosotros”, los que argumentamos y tratamos de lidiar con la escasez de recursos y la justicia global: nosotros somos europeos. En cien años, los europeos seremos muy poquita gente, a lo mejor el 5 o el 6 % de la población mundial…Entonces, ¡¿de qué estamos hablando?! Es una civilización que está desapareciendo; a finales de este siglo, ¿quién hablará de ti? Pero, y este es el punto importante, el imperio romano y la civilización romana, después del año 500 - 600 estaba prácticamente muerta, acabada. Sin embargo, su cultura retornó, renació en la época del Renacimiento y muchas de sus ideas, filosofía, derecho, etc. se convirtieron en prácticas efectivas en la Historia, a pesar de que el imperio romano ya había desaparecido. Esperemos que algo así suceda con Europa. Europa desaparecerá de la historia a finales de este siglo, pero esperemos que algunas de las ideas europeas sobrevivirán.
Así que sólo si Europa consigue organizar la transición hacia un estilo de vida más sostenibles, si lo hacemos posible para nosotros, a lo mejor sobreviviremos; aunque la civilización europea sea cada vez menos y menos importante.
12. A veces parece que la Historia humana repite errores en su relación con el poder, el medio ambiente, con las sociedades vecinas, con las economías vulnerables… ¿Qué deberíamos haber aprendido ya, en el siglo XXI, para afrontar con cierto optimismo los retos que el cambio climático nos plantea?
WS.- El “poder” en términos ecológicos es la capacidad de internalizar y externalizar ventajas y costes ambientales respectivamente. De ahí que estemos generando una forma de autoengaño entre los países acomodados: las etapas más contaminantes de una cadena de producción internacional se asientan en las regiones con menor desarrollo económico. Se trata sólo de una ilusión; no estamos eliminando la contaminación ni desmaterializando procesos productivos al nivel que nos hacen creer algunas empresas. Mientras el poder y la influencia se ejerzan en el círculo local o nacional, no habrá una razón especial para que hombres y mujeres orienten sus actuaciones hacia el bienestar de naciones remotas… Pero en la época de la globalización, el mundo se aproxima y habrá que empezar a optar entre justicia preventiva o guerra preventiva. Y ya lo dijo Pericles 500 años aC: la cuestión no es predecir el futuro, sino estar preparado para él. Precisamente de la aplicación de una justicia global justa y equitativa dependerá que surja una sociedad mundial, basada en la fuerza de la ley. O que acabemos en un despotismo internacional, basado en la ley del más fuerte.