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El polo norte sumidero tóxico del planeta
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El Ártico se está convirtiendo en un sumidero de sustancias químicas altamente tóxicas.
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Los inuits o pobladores deÁrtico enferman por comer grasas que han acumulado sustancias tóxicas como los PCBs, dioxinas, etc.
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Oslo, 17 de febrero de 2005. En los últimos 50 años hemos creado más de 80.000 nuevas sustancias
químicas de síntesis de las cuales apenas sabemos su comportamiento
cuando entran en contacto con el metabolismo biológico ni, lógicamente,
su grado de toxicidad. Por otra parte la producción global de productos
químicos ha aumentado en las últimas siete décadas desde 1 millón a 400
millones de toneladas al año.
WWF/Adena ha advertido del problema detectado en el Ártico con la
acumulación de determinadas sustancias tóxicas procedentes de zonas
industriales muy alejadas. El informe The tip of the iceberg: Chemical
contamination in the Artic muestra que las corrientes atmosféricas,
fluviales y marinas, los hielos a la deriva y las rutas de las especies
migratorias transportan los productos químicos industriales y agrícolas
desde lugares muy distantes donde se liberan a la naturaleza hasta el
medio ambiente polar. Una vez que los contaminantes llegan al Ártico,
los hielos polares los atrapan y los liberan gradualmente en los
periodos de deshielo, pudiéndose retrasar su liberación durante años.
En este nuevo informe sobre el Ártico y su vida silvestre se demuestra
que cada día estos territorios están más contaminados por productos
químicos que ni se producen ni se consumen en la región.
Sorprendentemente, las concentraciones de algunos contaminantes en la
zona resultaron ser más elevadas que las registradas en los países
donde se producen y consumen. Todo indica que el polo norte se está
convirtiendo en el pozo negro del planeta.
Los
estudios recientes en osos polares del Ártico Noruego y Canadiense
indican que su exposición a productos químicos antiguos, como los PCBs,
bromatos, el bisfenol A y los plaguicidas organoclorados ha alcanzado
un nivel en el que se manifiestan ya alteraciones en sus sistemas
hormonal, inmune y reproductor. Lamentablemente, hace ya dos décadas
que la población inuit empezó a desarrollar cánceres y otros síndromes
tóxicos que nunca antes habían padecido como pueblo. El consumo de
grandes cantidades de pescado, carne de foca y ballena con un alto
contenido de grasas es la causa principal de que bioacumulen los
tóxicos. Las grasas son un caldo excelente para la acumulación de
tóxicos volátiles como los PCBs y otras sustancias organocloradas
altamente tóxicas por lo que se incorporan al cuerpo humano cuando se
come carne contaminada. Los inuits basan su estilo de vida y su
supervivencia en el consumo de la carne de las focas y ballenas.
Resulta también curioso que estén apareciendo nuevos contaminantes
junto a otros antiguos que llevan más de 20 años prohibidos.
En estudios recientes en osos polares del Ártico Noruego y Canadiense
se ha comprobado que su exposición a productos químicos antiguos, como
los PCBs y los plaguicidas organoclorados ha alcanzado un nivel en el
que se manifiestan ya alteraciones en sus sistemas hormonal, inmune y
reproductor. Muchos de los nuevos productos químicos que ahora
comienzan a alcanzar el Ártico producen los mismos efectos y la mezcla
de ambos, desfasados y atizados actualmente, podrían producir efectos
combinados aún más fuertes.
El informe pone de manifiesto que las parafinas cloradas (substancias
de uso no restringido utilizadas en pinturas, imprimadores, adhesivos y
procesados de cuero y goma) se han detectado en las focas grises y
anilladas de Noruega, belugas, morsas, peces y aves, así como en los
sedimentos oceánicos de Reino Unido. La contaminación por retardantes
de llama bromados y productos fluorados (muchos de ellos
inadecuadamente regulados) se ha detectado ya en osos polares,
ballenas, zorros árticos, focas, marsopas y aves de Groenlandia,
Noruega, Canadá y Suecia. De continuar la tendencia y la falta de
control actual, estos productos alcanzarán niveles similares a los que
hoy muestran los PCBs (prohibidos en los años 70 del siglo pasado) en
10-20 años. En síntesis, la contaminación del Ártico además de
tener consecuencias graves para la salud de los animales polares supone
una amenaza para los pueblos indígenas que basan su alimentación en una
dieta marina.
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Para evitar que las substancias peligrosas lleguen al Ártico se
necesita como primer paso una normativa estricta sobre productos
químicos. WWF/Adena cree que la propuesta de ley REACH de la Unión
Europea debe reforzarse para que obligue a la identificación y
prohibición de los productos químicos más peligrosos. Sólo la
aplicación firme del programa REACH haría posible la drástica reducción
de la contaminación grave del Ártico y del resto del mundo. La
protección del medio ambiente, la vida silvestre y la salud humana
redundaría también en beneficio de la industria química, abriendo
mercados nuevos para productos seguros y facilitando la introducción de
nuevos productos en el mercado, aumentando la confianza del público y
minimizando los procesos legales por responsabilidad. Esta tendencia
tan alarmante continuará imparable a menos que se mejore la regulación
de productos químicos vigente en la actualidad. REACH, la nueva
legislación de la UE sobre estas substancias, supone una oportunidad
para instaurar un marco de nuevos límites generales que encaminen la
producción y utilización química en el camino de la seguridad y la
sostenibilidad. La acumulación de tóxicos en el Ártico, puede ser tan
sólo la punto del iceberg venenoso en que hemos convertido el planeta.
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