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La
energía solar térmica es una de las de más fácil implementación en
cualquier edificio, incluso ya existente, para reducir el uso de
energía fósil para obtener agua caliente en casa. |
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En
los casos en que es posible una iinstalación para aprovechar la energía
geotérmica permite reducir el consumo para climatización y agua
caliente a la mitad.
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El balance energético y económico de las pilas recargables es positivo, con lo que ahorramos dinero y emisiones.
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Energías renovables en casa |
Las
energías renovables suponen una reducción de emisiones de CO2 y otros
impactos ambientales, ya que evitan la quema de combustibles fósiles y
otras actividades contaminantes como las del ciclo nuclear. Incidir
en que las fuentes de energía para nuestros usos domésticos sean más
limpias, sin embargo, no es fácil. Por ejemplo, en nuestro país todavía
no existe ninguna compañia eléctrica que ofrezca tan sólo “electricidad verde”
es decir, electricidad procedente al 100 % de energías renovables. Como
usuarios tenemos pocas opciones de apoyar la producción con energías
limpias, aunque sí podemos conocer qué porcentaje de la electricidad
que pagamos proviene de fuentes de energía renovables, que porcentaje
de nuclear, etc. ya que esta información debe aparecer en la factura.
También podríamos comunicar a la compañía nuestro interés en recibir
electricidad procedente de energías renovables e intentar crear
tendencia.
Desde el punto de vista de implantar sistemas de energías alternativas en casa, la opción más sencilla es la de la energia solar térmica:
los colectores solares permiten abastecer el 60 % de las necesidades de
agua caliente anuales de cada casa, reduciendo las emisiones de CO2 de
la vivienda en 403 kg cada año. La inversión se recuperaría en un
período de 2 a 3 años. Las instalaciones de paneles solares
fotovoltaicos para obtener electricidad son más costosas (se amortizan
económicamente en un período de 10 – 15 años) y más complejas de
realizar, no tanto en el caso de instalaciones aisladas, como sobre todo
en lo que respecta al aspecto burocrático
que implican las conexiones a red, los sistemas más habituales en zonas
a las que sí llega la corriente eléctrica. Más sencillo es aprovechar
la energía fotovoltaica en pequeñas aplicaciones como aparatos
electrónicos, cargadores solares o puntos de luz de exterior. Por
otro lado, otro modo de visualizar el poder del sol es cocinar con los
1000 w/m2 que nos regala cada día. Las cocinas y hornos solares son una
alternativa para cocinar con un gasto energético igual a cero, aunque
sea en los momentos de ocio. Otra fuente de energía renovable para la vivienda podría ser la energía geotérmica,
un sistema de aprovechamiento de la estabilidad térmica del suelo que
permite climatización y agua caliente con un ahorro del 50 %, que se
puede realizar si las condiciones del lugar lo permiten, y normalmente
antes de la construcción del inmueble. La energía eólica a nivel
doméstico se puede aplicar en determinadas condiciones, sobre todo a
nivel de construcciones aisladas, ya que se están desarrollando con
pequeños aerogeneradores unifamiliares, de 250 a 600 w de potencia. Por
otro lado, la quema de biomasa -con estufas eficientes de pellets o
leña local- podría ser una opción para casas unifamiliares. Finalmente,
además de incorporar instalaciones en la propia vivienda, se puede
participar en iniciativas de restitución del consumo eléctrico
convencional apoyando las energías renovables como las instalaciones
solares fotovoltaicas de participación popular.
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Recargarse |
Utilizar
pilas y baterías recargables en vez de las de un sólo uso reduce
el uso de materiales y energía para fabricar otras nuevas, ya que se
utilizan menos elementos para los mismos usos energéticos. Cada pila
convencional requiere 50 veces más energía para su fabricación que la
que da. En cambio, se obtiene 50 veces más energía de una pila
recargable que la que cuesta fabricarla. En comparación, obtenemos 2500
veces más energía de una pila recargable que de la de usar y tirar.
También
ahorramos dinero, ya que tras sólo 5 cargas ya habríamos recuperado lo
que habíamos pagado de más por el hecho de que fueran recargables. El
resto de usos, pues, sólo conllevarían el gasto energético de la
recarga… y cada carga evita que una pila se convierta en un residuo.
Cuando
se tengan que tirar, es necesario llevarlas a los puntos especiales de
recogida. Así se posibilita el reciclaje de materiales y metales: se
ahorra de nuevo energía y CO2 y se evita que elementos como el níquel,
cadmio o mercurio vayan a parar a la naturaleza y el agua. La
electricidad para recargar estas baterías también puede ser más limpia
y, además, existen tecnologías solares fotovoltaicas que permiten el
funcionamento de pequeños aparatos electrónicos y la recarga de pilas
con la energía limpia del sol. |
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