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Un par de flameras constituyen un recipiente para pequeños objetos de regalos.
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Envoltorios
de diseño realizados con tetrabriks a los que se les ha dado la vuelta
para que la parte aluminizada cumpla con la estética
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Una garrafa de agua adornada para contener un muñequito.
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Iniciativa
de reducción de residuos aplicada a las fiestas navideñas por parte del
Grupo Ecologista del Nucli Antic de Barcelona y desde la campaña de
civismo de este ayuntamiento (diciembre 2006)
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Envoltorios reciclados |
La
llegada de las llamadas fiestas navideñas en los últimos lustros se ha
centrado casi exclusivamente en las intensas jornadas de compra que
tienen como consecuencia el incremento brutal del volumen de
envoltorios y embalajes. Las calles se llenan de montones de cajas de
cartones, plásticos, etc. El reciclaje de los mismos por mucho esfuerzo
que haga el ciudadano, supera con creces la propia voluntad. Los datos
en este sentido son abrumadores si consideramos que la Ley de Envases
de 1997 que preveía reducir un 10% los envases (en peso) en el 2001no
sólo no se ha cumplido sino que se ha incrementado. La proliferación de
envoltorios es la apoteosis de la desmesura en Navidad. El embalaje en algunos casos supera al propio producto y es que lo superfluo ya es la norma.
Frente a esta tendencia que parece imparable sólo la oposición activa
ciudadana rechazando de cuajo el embalaje que no es indispensable y
dejándolo directamente en la propia tienda o galería comercial para que
el fabricante se entere. Hay quien también apunta sobre la posibilidad
de una tasa de envoltorios navideños, pero sabemos que las tasas no
frenan un fenómeno sino hay una sensibilización para adoptar nuevos
hábitos. En este sentido, el primer paso es precisamente ser consciente
del embalaje residuo y tratar de reutilizarlo para regalos. El uso de
envoltorios reciclados entra también en el terreno de la imaginación y
el arte como se pone de manifiesto en algunos talleres locales que
organizan determinadas entidades ecologistas.
La Navidad como sinónimo de celebración previa al año nuevo para unos,
como conmemoración religiosa o simplemente como oportunidad comercial
deberían tener en común no contribuir a aumentar la crisis ambiental en la que estamos sumidos.
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Regala amor y tiempo
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Será
un tópico, pero aunque vivimos en uno de los períodos de la
civilización humana a la que más comodidades nos rodean la felicidad no
aumenta sino todo lo contrario. La globalización económica ha generado
nuevas oportunidades de desarrollo de la economía mundial pero, a su
vez, está generando una mayor competitividad y consumo.
Curiosamente, el incremento de la de población afectada por
enfermedades depresivas va en aumento. La depresión ya es la segunda
causa de baja laboral en España. Los expertos aseguran que este
trastorno mental que afecta a la felicidad puede alcanzar a de entre un
15 a un 30% de la población activa. La cifra global de personas que, a
largo plazo y durante su vida laboral, son potenciales enfermos por
depresión, podría alcanzar a más de 1,5 millones.
Probablemente, pues el mejor regalo que podemos ofrecer empujados por
la fiebre consumista general puede ser precisamente nuestro tiempo
invitando a comer a los amigos, salir de paseo para charlar o
simplemente sentirse acompañado. Cada vez más personas viven solas y
quedan aisladas de los ambientes más sociales. Invitar a los amigos a
nuestro hogar y ofrecer nuestra hospitalidad es un regalo seguramente
más apreciado que simplemente regalar chucherías. Nuestra sociedad, con el consumo festivo,
se ha ido alejando de la naturaleza y va olvidando la relación
inherente del ser humano con la Tierra y de nuestra propia
sociabilidad. Tenemos pues en las fiestas de Navidad o del Solsticio de
Invierno una oportunidad para simplemente abordar la felicidad con otra
perspectiva.
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Menos basura electrónica
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La
electrónica de consumo (reproductores de mp3, telefonía móvil,
ordenadores, televisores, homecinema, videojuegos, lápices de memoria,
etc.) constituye una de las principales bazas de los regalos navideños
en estos últimos años. La industria del sector externalizando la producción a China
no ha cesado en empujar un consumo exacerbado de estas utilidades basada
en una renovación semestral que convierte en obsoletos la novedad de
unos meses antes y que sume en una frustración a muchas personas.
Además estos aparatos van cargados de sustancias tóxicas tales como
plomo, mercurio, cadmio, cromo hexavalente, polibromobifenilo (PPP) y
polibromodifeniléteres (PBDE) y que aunque en la Unión Europea ya están
prohibidos, dado que la fabricación mayoritaria es China pues no se
acoge a estas restricciones. El incremento de basura electrónica es
apabullante y la que se recoge selectivamente en el mundo desarrollado
se está enviando a la India, el Sureste Asiático y África y nuevamente
a China (aunque este país ha puesto últimamente grandes restricciones y
controles para evitarla). La basura electrónica crece a razón de un
ritmo del 4 % y en Europa se producen entre seis y siete millones de
toneladas de basura electrónica, una cantidad suficiente como para
cubrir una metrópolis entera cada año con un metro de desechos. Los
españoles generamos al año más de 200.000 toneladas de basura
electrónica, y tenemos una tasa muy baja de reciclaje
de la misma. Deberíamos pues contener nuestras apetencias por
estar a la última de la novedad electrónica y valorar con más tiento
que estos cumplan con criterios ambientales. Tampoco podemos obviar el
consumo energético que supone el uso de la electrónica de consumo
muchos de los cuales están permanentemente demandando energía de la red
a través de los cargadores. |
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