|
|
Un imagen vale más que muchas palabras
|
|
|
|
La energía solar térmica aplicada a la vivienda ya es una obligación legal.
|
|
|
|
Integración de paneles fotovoltaicos en la construcción de un edificio, caso del Solar Tower en Manchester. |
|
|
|
Marzo, 2007.
Al tiempo que el cambio climático producido por la acción del hombre se
hace cada vez más evidente, la Unión Europea (UE) moderniza su política
energética con el fin de crear una economía baja en carbono, y abrir
camino hacia un nuevo acuerdo mundial para reducir drásticamente las
emisiones de gases de efecto invernadero.
En la cumbre de primavera celebrada en Bruselas los días 8 y 9 de marzo
–y tras vivir el invierno más cálido del que se tienen datos en buena
parte de Europa y del resto del hemisferio norte–, los jefes de Estado
y de Gobierno de los 27 Estados miembros reafirmaron el liderazgo
internacional de la UE al aprobar un histórico paquete de propuestas
relativas a la energía y al clima presentado por la Comisión el pasado
mes de enero.
Este paquete hace del combate contra el cambio climático el elemento
protagonista de una nueva Política Energética para Europa, con el
objetivo de reforzar tanto la seguridad del suministro energético de la
Unión (reduciendo la necesidad de importar energía), como su
competitividad económica (mejorando la eficiencia en el uso de la
energía). José Manuel Barroso, presidente de la Comisión, describió el
paquete como el precursor de una “nueva revolución industrial” que
busca crear una economía futura cada vez menos dependiente del carbono.
Eficiencia energética
Las medidas clave previstas son ambiciosas pero alcanzables. Así, el
plan de acción para mejorar la eficiencia energética permitirá ahorrar
un 20% en el consumo energético de la UE. Las fuentes de energía
renovables, por su parte, deberán representar el 20% del consumo total
de energía, frente al 7% actual, mientras que el objetivo para los
biocombustibles es lograr que pasen del 1% actual a un 10% como
sustitutos de la gasolina y el diésel. La fecha tope para alcanzar tan
ambiciosos objetivos es el año 2020. Asimismo se espera lograr un
acuerdo internacional sobre eficiencia energética.
La Unión Europea desea igualmente fomentar el uso sostenible de
combustibles fósiles, en particular con la elaboración de un marco
regulatorio para la utilización segura desde el punto de vista
medioambiental de una prometedora tecnología conocida como “fijación y
almacenamiento de carbono” (carbon capture and storage, CCS) en plantas
de producción de energía. Este método permite precisamente capturar o
fijar las emisiones de dióxido de carbono (CO2) resultantes de los
procesos industriales antes de que lleguen a la atmósfera, inyectarlas
bajo tierra y dejarlas almacenadas durante largos períodos. Este
sistema de fijación y almacenamiento constituirá un factor decisivo
para ayudar a países fuertemente dependientes del carbón, como China e
India, a reducir sus emisiones a largo plazo.
Además de estas importantes y novedosas iniciativas energéticas, el
paquete de medidas integradas sobre la energía y el clima al que los
líderes europeos han dado su apoyo busca esencialmente establecer los
próximos pasos que tanto la UE como el resto del mundo han de dar para
evitar que el proceso del cambio climático acabe alcanzando unos
niveles verdaderamente peligrosos.
La necesidad de alcanzar un nuevo y exhaustivo acuerdo mundial sobre el
cambio climático se revela tanto más vital e imprescindible cuanto que
los objetivos del protocolo de Kioto para la reducción de emisiones en
los países desarrollados expirarán en 2012.
Para la Unión Europea, la actuación posterior a 2012 deberá tener como
objetivo limitar el calentamiento global a no más de 2 ºC por encima de
la temperatura anterior a la era industrial: un aumento superior
significaría un mayor riesgo de cambios irreversibles, y muy
probablemente catastróficos. Para que nuestro planeta tenga alguna
opción de no sobrepasar ese tope, las emisiones globales deberían
alcanzar su pico máximo alrededor del año 2020 pero bajar en los años
siguientes hasta verse reducidas, en 2050, a unos niveles que supongan
el 50% de las emisiones que se producían en el año 1990.
Necesidad de cambios urgentes
El último informe científico elaborado por el Panel Intergubernamental
sobre el Cambio Climático, publicado a comienzos de febrero, ha
aumentado la necesidad de actuar con la máxima urgencia. Los mayores
expertos mundiales en ciencias climáticas afirman que la temperatura
media mundial ha subido ya 0,76 ºC con relación a la era preindustrial,
y advierten que, si no se toman las medidas adecuadas para reducir las
emisiones, es muy probable que las temperaturas sigan ascendiendo entre
1,8 y 4 ºC más. Pero incluso con la mínima subida prevista (1,8 ºC), ya
nos estaríamos adentrando en la denominada “zona de peligro”.
Los líderes de la UE acordaron con la Comisión una serie de propuestas
sobre la acción global que necesitan aplicarse –tanto por parte de los
países desarrollados como por los que están en vías de desarrollo.
Afirmaron que las naciones desarrolladas han de continuar liderando la
lucha contra el cambio climático, comprometiéndose a reducir sus
emisiones colectivas de gases de efecto invernadero hasta alcanzar, en
2020, unos niveles un 30% inferiores a los existentes en 1990, con la
intención a más largo plazo (hacia el 2050) de llegar hasta un 60 o u
80% de reducción.
¡Vamos a por el 30%!
La Unión Europea está dispuesta a comprometerse a ese 30% de reducción
de aquí al 2020 como parte de un nuevo acuerdo global, a condición de
que otros países desarrollados y que los más avanzados entre los países
en vías de desarrollo cumplan igualmente con sus deberes. Los países en
vías de desarrollo sin duda necesitarán ayuda para disminuir y,
posteriormente, invertir la tendencia al aumento de sus emisiones, que,
según las estimaciones, llegarán a sobrepasar a las de los países más
desarrollados alrededor del año 2020.
En ausencia de un nuevo acuerdo mundial, sin embargo, los líderes de la
UE han señalado su firme compromiso para reducir sus emisiones, de aquí
al 2020, en al menos un 20% respecto a las existentes en 1990. Estas
importantes reducciones vendrán como consecuencia de las medidas
previstas en el paquete de la Comisión sobre la energía y el clima, así
como de otras medidas ya existentes o en proceso de elaboración. Entre
estas últimas, cabría citar el régimen de comercio de derechos de
emisiones de gases de efecto invernadero, que afecta a más de 10 000
plantas industriales y que, a partir de 2011, deberá extenderse también
al sector de la aviación.
Este compromiso unilateral para reducir las emisiones en al menos un
20% establece un claro ejemplo a seguir por otros países desarrollados,
al tiempo que envía una clara señal a los países en vías de desarrollo
de que la Unión Europea ha asumido con la mayor seriedad su parte de
responsabilidad en la reducción de las emisiones. También proporciona
la línea concreta a seguir por el régimen de comercio de derechos de
emisiones de gases de efecto invernadero hasta el 2020, al tiempo que
indica a los operadores de mercados que deben continuar las inversiones
en tecnologías que produzcan bajas emisiones de carbono.
El régimen de comercio de derechos de emisiones en un mercado global
del carbono constituirá sin duda una herramienta clave para lograr una
profunda y necesaria reducción global de las emisiones a unos costes
competitivos. En efecto, los análisis de la Comisión muestran que las
inversiones para reducir las emisiones tan sólo recortarán una pequeña
fracción del crecimiento anual del PIB mundial hasta el 2030 –y ello
sin tomar en cuenta los otros beneficios que esta estrategia reporta,
como la disminución de la contaminación del aire y una mayor seguridad
en el suministro energético.
Por el contrario, si permitimos que el cambio climático siga su curso
sin hacer nada por evitarlo, su impacto a largo plazo podría situarse
entre un 5% y un –muy preocupante– 20% del PIB mundial, según el
Informe Stern del año pasado sobre los aspectos económicos del cambio
climático.
Así pues, el mundo no puede permitirse que se estanquen las
conversaciones internacionales sobre las acciones a emprender tras el
año 2012. La Unión Europea ha dado el primer paso en este sentido,
poniendo sus cartas sobre la mesa: la UE espera así inyectar savia
nueva en el proceso y allanar el camino para las negociaciones en torno
a un acuerdo global que comenzarán en el contexto de la próxima
conferencia ministerial anual de las Naciones Unidas sobre el cambio
climático, que se celebrará el próximo mes de diciembre en Bali,
Indonesia.
Objetivos en el sector de transportes
Las emisiones de gases de efecto invernadero del sector transportes de
la Unión Europea no dejan de aumentar, mientras que en la mayoría de
los otros sectores se está consiguiendo reducirlas. Por este motivo la
Comisión Europea ha dado a conocer nuevas iniciativas para reducir las
emisiones procedentes de coches y furgonetas nuevas, así como de los
combustibles de transportes en general.
La Comisión ha decidido, pues, presentar por adelantado una serie de
normas con el fin de garantizar que la UE pueda cumplir con su antiguo
objetivo de reducir las emisiones de dióxido de carbono de los coches
nuevos a una media de 120 gramos por kilómetro para el año 2012.
También ha propuesto una revisión de la legislación comunitaria
relativa a la calidad de los combustibles que promueva un mayor uso de
los biocombustibles, y que exija una reducción del 10% para el año 2020
en las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la
gasolina y el diésel.
Elementos clave del paquete comunitario de medidas sobre la energía y el clima
• Los países desarrollados deberán reducir sus
emisiones colectivas de gases de efecto invernadero en 2020 a unos
niveles un 30% inferiores a los existentes en 1990, como parte de un
nuevo acuerdo mundial para combatir el cambio climático.
• La Unión Europea se compromete a reducir sus
emisiones en al menos un 20%; esta medida no se vincula a la necesidad
de firmar ningún acuerdo mundial.
• La Unión Europea reducirá su consumo de energía en
un 20% para 2020 gracias a una mayor eficiencia en el uso de la
energía, por ejemplo, de los aparatos domésticos, los coches y los
edificios.
• Igualmente para el año 2020, las fuentes de
energía renovable supondrán el 20% del consumo energético total en la
UE, y los biocombustibles representarán el 10% de todos los
combustibles usados en los transportes.
• Se buscará un acuerdo internacional para la eficiencia energética.
• Se fomentará el uso seguro del método de fijación y almacenamiento del carbono.
Artículo publicado en Medio ambiente para los europeos, número 26 de marzo 2007.
|