En los ríos vivían antaño los espíritus mágicos del agua. Pero los arruinamos no sólo con la codicia y la contaminación sino también por nuestra incomprensión. Así que alguien que persigue y nos propone “descubrir los ríos sintiendo la magia que encierran su presencia y su fluir, para después tener el coraje de poderlos defender de la destrucción absurda... “ con unos “encuentros que propicien espacios de calor humano que nos ayuden a poner en marcha la gran transformación que tenemos hacer entre todos, cada uno desde su frente y con sus talentos”, es lógico que tenga un nombre singular: Fluviofelicidad.
Tenemos que detener la marcha hacia el holocausto hidrológico del país que significan los nuevos planes de cuenca.
Su promotor nos lanza un reto: “sirviéndome de las emociones que despiertan en nosotros esas vivencias fluviales, lo que pretendo es crear entre nosotros un ambiente de bienestar interior que nos lleve a la toma de conciencia de lo que estamos haciendo no sólo con los ríos y la naturaleza, su destrucción y disfunción progresivas, sino con todo en general, incluidos nosotros mismos, los humanos, atrapados en nuestra propia barbarie, por más que nos empeñemos en disfrazarla de progreso, desarrollo, democracia, interés general, sensibilidad ambiental, sostenibilidad, caudales ecológicos, respeto al medio ambiente, etc”.
Las actividades de la Fluviofelicidad son como “peregrinaciones fluviales para propiciar un despertar interior frente a la emoción, al valor de lo específicamente humano, sacando sin complejos el capital de bondad y sensibilidad que llevamos dentro que nos ayude a comprender qué es el auténtico bienestar y el valor de la convivencia en armonía, con nosotros, con los demás y con la naturaleza”. Sin duda, el mundo todavía tiene esperanza. Propuestas como esta ofrecen una visión radicalmente transgresora pero optimista.
La belleza nos devuelve a la armonía, y nos da comprensión; genera en nosotros bondad. Obra efímera de Andy Goldsworthy
El diseño de las bajadas por el tramo final del río Ebro que constituyen el eje de la Fluviofelicidad “parte de la base de que lo más importante en la vida de cada cual, es encontrar su propio bienestar. ¿Pero, qué es el bienestar? Si analizáramos cuándo, porqué y en qué circunstancias recordamos habernos sentido bien, profundamente bien, comprobaremos que suelen ser cosas y momentos muy sencillos, en general emociones compartidas relacionadas con la belleza, el amor, la ternura, la confianza, la armonía interior, la amistad, etc”.
Por este motivo la organización de la actividad también implica a los participantes: “nuestras peregrinaciones fluviales son singulares. Nos ofrecen la oportunidad de vivir días diferentes de los rutinarios; días en los que sentimos la naturaleza de un modo especial, sin competir con ella, desde un actitud de paz y de agradecimiento a la vida, descubriendo el valor profundo de la percepción de su armonía y de nuestra comunión con ella. Descubrimos a los demás, y en ellos a nosotros también, nuestro caudal de bondad”.
Hoy, más que de ninguna de las prestaciones de los ríos necesitamos de su belleza, de la sensación de libertad y de paz que nos trasmiten.
Podría parecer una simple excursión más a la que uno puede apuntarse y sin embargo, se nos ofrece como regalo que nos permitirá comprender a través de la experiencia la fuerza para defender la destrucción sistemática en España de los medios fluviales: “piragüear en grupo camino del mar es como caminar juntos por la vida, de la mano y sin competir, avanzando gozosos hacia un destino común, en un viaje en el que todo el mundo se siente compañero. Veréis que no se trata de llegar, sino de viajar, de estar yendo, de sentir el instante; no hay primeros ni últimos, por eso no hay ansiedad. Y eso nos reconforta y nos da luz”.
Fluviofelicidad es más que una actividad de verano, más que una experiencia en varios de los tramos del río Ebro repletos de de historia y naturaleza. Es sobre todo un modo de encontrar “la belleza que nos devuelva a la armonía, y nos de comprensión; que nos permita generar en nosotros bondad. Quien nunca ha sentido esa dimensión emocional de los ríos no puede saber ni entender de qué estoy hablando, lo mismo que nada sabe del amor quien nunca lo ha sentido, sea en sus padres, en sus hijos, en su pareja, en un niño, en una persona amiga o en un ser menesteroso”.
En España quedan ya muy pocos tramos de ríos que aún conserven el poder evocador que siempre tuvieron. Los 120 kilómetros finales del Ebro son el espacio habitual en el que en verano se hacen los encuentros fluviofelicidad.
Una actividad que honra a sus promotores. FLUVIOFELICIDAD para el verano 2011 es una de las principales actividades de ocio y disfrute de los ríos que desde hace diez años se llevan a cabo desde la FNCA de la mano de Javier Martínez Gil, como expresión genuina de nuestra Nueva Cultura del Agua.
Textos extraídos de la circular del programa Fluviofelicidad. Fotos: Fundación Tierra y Wikimedia.