La temperatura del Méditerráneo sigue aumentando a un ritmo exponencial sin medidas contundentes para frenar esta tendencia

El agua marina superficial ha subido 1,1 grados de promedio desde 1985. Córcega registra este verano el alarmante récord de 30,7 grados.

Jordi Gispert 05/10/2022

El calentamiento del Mediterráneo no es una previsión de futuro. Es ya una realidad tangible y constatable a partir de estudios diferentes que provienen de estaciones oceanográficas y de datos de satélite. Por sus características intrínsecas, este mar, la masa de agua cerrada más extensa del planeta, se considera un punto caliente  a tener en cuenta especialmente en las recientes mediciones sobre el cambio climático. Por un lado, su enclave latitudinal, que incluye ambientes subtropicales en la cuenca sur y este, y otros de templados en la zona noroccidental, lo sitúan en el rango geográfico más proclive a sufrir a corto plazo las variaciones más notorias de este cambio a escala planetaria. Por el otro, el déficit hídrico acelera procesos como el incremento de salinidad y la fluctuación de la circulación y las corrientes oceánicas. En efecto, en el Mare Nostrum la evaporación, que se retroalimenta con el incremento paralelo de la temperatura atmosférica, es mayor que el aporte de las lluvias, de los ríos y los afluentes, que han visto mermado su caudal en las últimas décadas a causa de la construcción de grandes presas y del trasvase de ingentes cantidades de agua para uso agrícola, ganadero, y urbano. Un déficit anual que sólo es compensado por la entrada de agua del Atlántico, más fría y menos salina, a través del Estrecho de Gibraltar, y en menor medida, por el intercambio con el Mar Negro por la vía del Estrecho del Bósforo.

¿Qué papel juega el mar en el Calentamiento Global?

En el último informe (AR6) del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), 2021-2022, se recuerda como la temperatura del planeta ha subido un promedio de 0,85 grados en el período que va desde 1880 hasta 2012. Y se estima que a escala planetaria, los mares y océanos, merced a las características físicas y químicas particulares del agua de mar, han absorbido más de un 90% de este incremento de calor. Un aumento de temperatura que se concentra básicamente en los primeros 75 metros, las llamadas aguas superficiales, y que se calcula por valor de unos 0,11 grados de gradiente de variación por cada década. Dicho en otras palabras, si el mar no ejerciera ese papel de gran termorregulador, si no tuviera esta capacidad de absorber la mayor parte de los gases de efecto invernadero que provocan el Calentamiento Global (dióxido de carbono y metano, básicamente) el incremento de la temperatura en la tierra superaría ya probablemente los 5 grados de media, un escenario prácticamente irreversible y catastrófico.

Los registros de temperatura

Los registros alarmantes, noticias y titulares de este pasado verano (gran mortalidad en las bateas de cría de mejillones, 29 grados en la costa catalana y 30,7, récord absoluto en Córcega) solo son confirmación de las pautas y tendencias constatadas en los últimos 50 años. Hay dos vías para medir este cambio de temperatura. El primero son las series extraídas de estaciones oceanográficas, que no obstante mayormente se implantaron a partir de los 90, y por lo tanto no reportan datos más antiguos. Una de las excepciones al respecto son las muestras que Josep Pascual registra y ordena desde los años 70 en la población de l’Estartit, en el centro de la Costa Brava catalana, una estación situada 4 millas mar adentro, en un área que se ubica al lado de la Reserva Marina de las Illes Medes. El segundo son los datos provenientes de sensores que incorporan los satélites NOAA, de Estados Unidos, que captan la radiación que emana de la superficie del mar y a partir de ella informan de la evolución de su temperatura.

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Meditarráneo Sur - Puesta de sol

El calentamiento del Mediterráneo en cifras

Los datos generales provenientes de la Oficina Meteorológica del Reino Unido (Centro Hadley) señalan un incremento promedio en el Mediterráneo de 0,71 grados para el período 1982 – 2006. Esa cifra ya constata como  nuestro mar multiplica de 3 a 5 veces la subida media de temperatura que se da a nivel global. La estación de l’Estartit, la más longeva, por su parte, reporta un aumento positivo medio de 0,03 grados por año, lo que en cuatro décadas ha supuesto un incremento superior a 1 grado de temperatura. Pero atención!, y quizás sea este uno de los parámetros que habría que considerar más seriamente: según las conclusiones de Salat, Pascual, Flexas, Chin y Vázquez-Cuervo (2019), este aumento anual se triplica en el último decenio, con valores de variación de hasta 0,09 grados por año. De manera que no sólo acumulamos medio siglo de subidas, sino que estas además, se aceleran de manera exponencial.

Los datos por satélite

La serie temporal de datos por satélite, recogidos y estudiados por la Universitat de València y presentados en un artículo en la revista Mètode (Mètode 2020 - 107. Oceans - Volum 4 (2020) López García, María José) viene a corroborar lo ya citado. Se trata de una base que analiza variaciones entre 1985 y 2019, y se centra en cuatro áreas del Mediterráneo Occidental (cuenca liguroprovenzal, balear, argelina y mar de Alborán). Se muestra en ella claramente como la temperatura superficial promedio ha aumentado 1,1 grados Celsius (0,03 grados por año, como ya indicaban los registros de la Costa Brava). Una subida que es más pronunciada en los meses de verano, en los que se observa un incremento de 2 grados de promedio. El período estival es más cálido y más largo progresivamente, y en tres ocasiones (agosto de 2003, septiembre de 2009 y agosto de 2018), que dejan al margen el registro récord de este año, ha reportado valores superiores a los 28 grados en algunos puntos. Para hacernos una idea de lo que esto significa hay que recordar que ciertas especies de moluscos como el mejillón ya no sobreviven por encima de este umbral.

Consecuencias: la subida del nivel del mar

De seguir así, las previsiones más negativas apuntan a la posibilidad de un aumento de la temperatura superficial de hasta 5,8 grados para 2.100 (Sakalli, 2017). Hay que recordar que estas cifras son promedios, por lo que han de conllevar incrementos puntuales más intensos en zonas determinadas, como en el Mediterráneo Oriental. La primera consecuencia de estos hechos es la notable subida del nivel del mar. La columna de agua es ya actualmente entre 10 y 30 centímetros más alta que antes de la década de los 70, y se estima que podría aumentar hasta los 60 e incluso los 110 centímetros a finales de este siglo si es que no se actúa para revertir la situación. Esta elevación resultaría fatídica para deltas y humedales y habría que sumarla a la expansión que ya de por si traen asociados los diversos episodios de tormenta que crecen en paralelo. Las lluvias se concentran, son más virulentas, la erosión se multiplica, y las defensas naturales de la costa tienden a debilitarse.

El efecto en las especies

De otro lado se detecta migración puntual o permanente hacia el norte de especies que no pueden adaptarse a semejantes incrementos de temperatura. La inclusión mayoritaria de estos peces de hábitats más cálidos en ecosistemas en los cuales hasta ahora escaseaban, origina reacciones en cadena que aún no comprendemos. Las colonias de corales o gorgonias, asimismo, presentan blanqueamientos y mortalidades que podrían ser irreversibles en caso de superar ciertos umbrales de calentamiento. Son invertebrados que conforman unos hábitats de vital importancia para multitud de especies de crustáceos, moluscos, equinodermos, poliquetos y peces. Los mismos que construyen las plantas marinas, que generan escondrijos esenciales para que los juveniles puedan prosperar. Fanerógamas como la Posidonia oceánica, endémica del mar Mediterráneo, en las cuales ya se han detectado indicadores de estrés térmico, tales como floraciones abundantes en determinadas zonas. Unas angiospermas que, por cierto, tienen la capacidad de captar cuatro veces más carbono que las selvas tropicales, y que actúan para retener el sedimento, circunstancia que es vital de cara a proteger la línea de la costa en episodios de tormenta

Son factores, todos ellos, que se retroalimentan, y que no van a cesar a menos que la actividad antrópica, la que emprende el ser humano, no camine hacia un modelo productivo diferente, y reduzca de manera drástica e inmediata, su volumen de emisión de gases de efecto invernadero.

ENLACES DE INTERÉS

ÚLTIMO CICLO DE INFORMES DEL IPCC (AR6):

https://www.ipcc.ch/report/sixth-assessment-report-cycle/

ARTÍCULO SOBRE LA AFECTACIÓN DEL AUMENTO DE TEMPERATURAS EN AVES MARINAS: 

https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0048969722044503

ARTÍCULO DE JOHN SPICER, PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD DE PLYMOUTH, SOBRE EL AUMENTO DE TEMPERATURA EN EL MEDITERRÁNEO:

https://theconversation.com/the-mediterranean-has-experienced-record-sea-temperatures-this-summer-this-could-devastate-marine-life-188995

¿QUÉ PUEDO HACER YO?:

  • Ahondar en los conocimientos sobre todo lo que implica un ligero aumento de temperatura del agua del mar.
  • Participar en asociaciones, programas científicos y eventos relacionados con la protección y la conservación marina
  • Evitar la despensa de energía innecesaria
  • Dejar de emitir, en cuanto sea posible, gases de efecto invernadero a la atmósfera (cambiando los hábitos de transporte, adquiriendo alimentos y productos no dañinos o disminuyendo el consumo de energía eléctrica).
  • Involucrarse en las primeras iniciativas de ayuda a refugiados climáticos como son los habitantes de algunas islas del Pacífico (Tuvalu o Kiribati): 

https://repositorio.comillas.edu/xmlui/bitstream/handle/11531/56806/TFG-%20Caballero%20Manero%2c%20Ana.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Modificado
17/10/2022

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