Scientist Rebellion culmina dos semanas de protestas en Berlín y Múnich para denunciar la inacción política y concienciar a la ciudadanía sobre la necesidad de emprender actuaciones sin demora.
JORDI GISPERT (29-10-2022)
Centenares de investigadores, académicos, docentes. Semanas sacrificadas de las propias vacaciones, o permisos, o abandono temporal del entorno profesional por una causa más que noble. 12 países de procedencia. Y a pesar del silencio inquietante que han mostrado algunos medios, cortes en las carreteras, centros de gobierno bloqueados, sedes de grandes empresas rodeadas, y plantadas y pancartas, han llenado y hasta colapsado las redes sociales. En la escena, la organización Scientist Rebellion, joven, hija de Extinction Rebellion, fundada en 2021 y muy bien acompañada por los socios colaboradores que se han hecho indispensables para organizar las dos semanas (del 16 al 30 de octubre) de resistencia civil no violenta: Letzte Generation, Debt for Climate, End Fossil Occupy y Jetzt oder Nie (Ahora o Nunca). De escenario, dos ciudades de la pujante Alemania: Múnich, capital de Baviera, y Berlín, símbolo del crecimiento económico infinito y por lo tanto insostenible.
Las cifras
El mensaje es claro. La política ha fallado. Los acuerdos de París (2015), el gran paso adelante propagado como el logro emblema por los dirigentes estatales e internacionales, ya no se puede alcanzar. “Reducir las emisiones para no sobrepasar el incremento de 1,5 grados de temperatura con respecto a los valores preindustriales”, es un objetivo virtualmente inviable. El sexto informe (2021-2022) del IPCC (el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas) augura en su previsión más optimista, con acciones de mitigación y reducción mediante la tecnología más puntera, un aumento mínimo de 1,8 grados para 2100. La base científica más amplia y el consenso más probable, señalan por otro lado que aunque fuera a reducirse en un 43% el conjunto de emisiones para 2030, el umbral tan repetido de este grado y medio quedaría rebasado de igual forma en menos de 10 años. Y el camino, aun contando con la proyección menos dramática que se dibuja, no es precisamente el de un decrecimiento en este campo, sino todo lo contrario: habrá aumento de emisiones todavía y por lo menos hasta 2025. Más motivos para preocuparse, puesto que en el caso que dichas casualidades y factores tan poco probables no se junten, avanzamos hacia un incremento de 3 grados a final de siglo, cosa que traería consecuencias desastrosas y reacciones en cadena catastróficas e impredictibles.
COP 27
¿Por qué será pues que los políticos y los grandes empresarios siguen aferrándose al concepto de este grado y medio cuando no es posible? Contar la verdad, tomar medidas urgentes, fijar ya un nuevo objetivo más realista de 2 grados, y combinar la mitigación, la adaptación, y la compensación como herramientas de una acción global en pro de la supervivencia, son las peticiones de la carta consensuada por Scientist Rebellion que han firmado ya 1.000 investigadores o docentes de una cuarentena de países.
Un aviso a navegantes de una plataforma integrada, más allá de los rumores, exclusivamente por científicos, aunque algunos de ellos, ante el grave desafío, han tenido que aparcar últimamente sus carreras para volcarse en la lucha. Las demandas de este nuevo redactado son concretas y suponen un grito de alerta muy agudo a las autoridades, dirigido particularmente a las citas más cercanas de la agenda internacional: la Cumbre sobre Biodiversidad de Naciones Unidas, COP 15 (que tendrá lugar en Montreal, Canadá, desde el 7 hasta el 19 de diciembre), y la COP 27, o Conferencia Anual de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (que se desarrollará en Egipto, entre el 7 y el 18 de noviembre).
La descarbonización de Alemania
La primera ola de protestas convocadas por Scientist Rebellion este 2022, tuvo lugar entre el 4 y el 9 de abril y fue compartida por casi 30 países. En España, destacó el encierro del día 4 dentro de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada, y la manifestación del día 6 ante el edificio del Congreso de los Diputados, que con tinte biodegradable rojo incluido y gran pancarta llamativa: “Alerta roja. Escuchad a la ciencia” logró finalmente captar la atención de la ciudadanía.
Este octubre ha sido el turno de Alemania, con el grueso de actuaciones concentradas en su capital, Berlín. El domingo 16, bajo el lema de “1,5º = Ficción Política” varios activistas lograron interrumpir el primer acto de la Cumbre Mundial de la Salud, por medio de alarmas de emergencia que sonaron reiteradamente. El martes 18, una cincuentena de científicos comprometidos cortaron las calles y bloquearon las entradas frente al Ministerio de Transporte e Infraestructura Digital. Y el miércoles 19, en otro acto programado, varios activistas vestidos con bata blanca tomaron el Pabellón de Porsche en el Museo de Volkswagen. Se pidió, básicamente, poner límites a la velocidad en carreteras y autopistas, fomentar el uso del transporte público con precios más baratos, invertir en la descarbonización y el freno al uso de los combustibles fósiles, y sufragar la gran deuda que contraen los países pobres, para que estos puedan destinar recursos de igual forma a combatir el cambio planetario.
Pasan los segundos, crecen los efectos. Cada décima es una oportunidad perdida. Detener el crecimiento exponencial, que no está relacionado necesariamente con la calidad de vida, es ya simplemente cuestión de supervivencia.
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ENTREVISTA A BELÉN DÍAZ, AMBIENTÓLOGA Y PORTAVOZ DE SCIENTIST REBELLION EN ESPAÑA:
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