En estos últimos años ha habido una preocupación cada vez mayor por los umbrales o los puntos de inflexión en la naturaleza. Por ejemplo, los científicos se preocupan de cuando una población que disminuye de una especie en peligro llegará a un punto del cual no podrá recuperarse. Los biólogos marinos hablan del punto en que la pesca excesiva provocará el colapso de una pesquería.
Sabemos que hubo puntos de inflexión en civilizaciones anteriores, puntos en los cuales los factores que les amenazaban los abrumaron. Por ejemplo, en un cierto punto la acumulación de sal en el suelo, relacionada con la irrigación, sobrepasó la capacidad de los Sumerios de hacerle frente. Con los Mayas, llegó un momento en que los efectos de cortar demasiados árboles y la pérdida de tierra vegetal asociada fueron imposibles de superar.
A los Mayas, les llegó un momento en que los efectos de cortar demasiados árboles y la pérdida de tierra vegetal asociada fueron imposibles de superar. Fotografía: Wikimedia Commons, Lizzie
La diferencia entre los países industrializados y en vías de desarrollo
Los puntos de inflexión que llevan al decline y al colapso cuando una amenaza o múltiples amenazas simultáneas superan a las sociedades, no siempre se pueden anticipar fácilmente. Por norma general, los países más avanzados económicamente pueden hacer frente a nuevas amenazas más eficazmente que los países en vías de desarrollo. Por ejemplo, mientras los gobiernos de países industrializados han podido mantener los índices de infección de VIH entre adultos debajo del 1 por ciento, muchos gobiernos de países en vías de desarrollo no han podido y ahora están luchando con índices de infección mucho más altos. Los casos más evidentes se encuentran en algunos países sur-africanos, donde están infectados hasta el 20 por ciento o más de los adultos.
Nos encontramos ante una situación similar con el crecimiento demográfico. Mientras que las poblaciones en casi todos los países industrializados, excepto los Estados Unidos, han parado de crecer, en casi todos los países de África, del Oriente Medio, y del subcontinente indio continúa habiendo un crecimiento rápido. La mayor parte de los 80 millones de personas agregados a la población mundial cada año nacen en los países donde los sistemas de soporte naturales están ya deteriorados debido a la presión del exceso de población, en los países menos capaces de soportarlos. En estos países, el riesgo de una crisis de estado está creciendo.
Cada vez más problemas sin resolver
Debido al gran consumo de agua para la agricultura y a trasvases de los ríos principales, la superficie del mar de Aral se ha reducido en un 60%.
Sin embargo, algunos asuntos parecen exceder incluso las habilidades de gestión de los países más avanzados. Cuando los primeros países detectaron la disminución de los acuíferos subterráneos, era lógico contar con que los gobiernos de los países afectados aumentarían rápidamente la eficiencia en el uso del agua y estabilizarían la población para estabilizar los acuíferos. Desafortunadamente, ningún país -industrial o en vías de desarrollo- ha hecho tal cosa. Dos estados que fallan en materia de sobreexplotación de acuíferos y en seguridad- la importancia de la amenaza de la escasez de agua crece - son Paquistán y Yemen.
Aunque la necesidad de recortar las emisiones de carbono sea evidente desde hace tiempo, ningún país ha conseguido llegar a ser neutro en carbono. Hasta el momento esto ha demostrado ser demasiado difícil políticamente, incluso para las sociedades más avanzadas tecnológicamente. ¿Podría el incremento de dióxido de carbono en la atmósfera demostrar ser tan inmanejable para nuestra civilización de principios del siglo XXI como lo fue el incremento de la sal en el suelo para los Sumerios en el 4000 A.C.?
Otra tensión potencialmente severa para los gobiernos es la disminución en la producción petrolífera que se avecina. Aunque la producción petrolífera mundial ha excedido ampliamente los nuevos descubrimientos de petróleo durante más de 20 años, sólo Suecia e Islandia tienen realmente alguna cosa que se asemeje remotamente a un plan para hacer frente con eficacia a una decadente fuente de petróleo.
La inseguridad alimentaria aumenta
Éste no es un inventario exhaustivo de problemas sin resolver, pero da una idea de cómo su número está creciendo mientras no podemos solucionar problemas existentes y nuevos problemas se están sumando a la lista. Analíticamente, el reto es determinar los efectos de los crecientes factores de estrés sobre el sistema global. Estas tensiones se hacen quizás más evidentes cuando nos fijamos en sus efectos sobre la seguridad alimentaria, que era el punto débil de muchas civilizaciones anteriores que se derrumbaron.
Varias tendencias convergentes están haciendo difícil a los granjeros del mundo responder al crecimiento de la demanda de alimentos. Entre estas tendencias, es importante el agotamiento de los acuíferos, la conversión cada vez mayor de tierras agrícolas a fines no agrícolas, y episodios climáticos más extremos, incluyendo olas de calor que hacen marchitar las cosechas, sequías, e inundaciones. Mientras que las tensiones de estos problemas sin resolver se acumulan, los gobiernos más débiles están comenzando a fracasar.
Formando parte de estos problemas, los Estados Unidos, el granero del mundo, han aumentado dramáticamente la parte de su cosecha de grano destinada a fabricar combustible de etanol-del 15 por ciento de la cosecha de 2005 a más del 25 por ciento de la cosecha de 2008. Este esfuerzo mal concebido de los E.E.U.U. para reducir su inseguridad en el petróleo impulsó a los precios del grano mundiales a alcanzar su punto más alto a mediados de 2008, creando así una inseguridad alimentaria mundial sin precedentes.
Evitar el punto de no retorno
El riesgo es que estos problemas que se acumulan y sus consecuencias abrumarán cada vez más a los gobiernos, llevando a extensos fracasos de los estados y eventualmente al fracaso de la civilización. Los países que encabezan la lista de estados que fracasan no son ninguna sorpresa. Incluyen, por ejemplo, Irak, Sudán, Somalia, República del Chad, Afganistán, República Democrática del Congo, y Haití. Y la lista se hace más larga cada año, planteando una pregunta molesta: ¿Cuántos estados fracasados harán falta antes del fracaso de la civilización? Nadie sabe la respuesta, pero es una pregunta que nos debemos hacer.
¿Podemos eliminar las centrales eléctricas de carbón antes de que la fusión de la capa de hielo de Groenlandia llegue a ser irreversible?
Estamos en una carrera entre los puntos de inflexión de la naturaleza y nuestros sistemas políticos. ¿Podemos eliminar las centrales eléctricas de carbón antes de que la fusión de la capa de hielo de Groenlandia llegue a ser irreversible? ¿Podemos conseguir la voluntad política de parar la tala de árboles en el Amazonas antes de que su vulnerabilidad cada vez mayor al fuego lleve al ecosistema a un punto de no retorno? ¿Podemos ayudar a los países a estabilizar su población antes de que se conviertan en estados colapsados?
Tenemos la tecnología para restaurar los sistemas naturales de la Tierra que nos sirven de apoyo, para erradicar la pobreza, para estabilizar la población, para reestructurar la economía energética mundial y para estabilizar el clima. Ahora el desafío es construir la voluntad política de hacerlo. Salvar la civilización no es un deporte para espectadores. Cada uno de nosotros tiene un papel determinante en el juego.
12 de agosto de 2009, Lester R. Brown, actualizaciones del Plan B, traducción con permiso de Earth Policy Institute. Lester R. Brown es el presidente del Earth Policy Institute y autor del " Plan B 4.0: Mobilizing to Save Civilization."