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Cada
hora que volamos emitimos la escandalosa cifra de 435 kg de CO2. Dejar
de volar o reducir los vuelos al mínimo es, posiblemente, la opción que
más permite reducir la huella personal de carbono.
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| El tren nocturno es una alternativa a los viajes en avión.
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Aprovechar
el mismo desplazamiento para varias cosas (comprar, reunirse, visitar a
alguien) sea más o menos lejos, evita repetir viajes, con lo que reduce
el consumo de energía y las emisiones.
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Volar menos
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Los viajes en avión son la actividad más emisora de CO2 que podamos realizar.
Cada kilómetro que hacemos en avión supone la emisión (por persona) de
más de medio kilo de CO2. Así, cada hora que volamos emitimos la
escandalosa cifra de 435 kg de CO2, no sólo por el gasto de
combustible, sino también porque aumenta exageradamente la escala de
espacio a la que nos movemos. No es sorprendente que un desarrollo
tecnológico de esta magnitud, que nos permite desplazarnos, volando, a
centenares de kilómetros en apenas un rato, suponga un impacto
ambiental tan grande. Además de las emisiones asociadas a la quema
directa del combustible (queroseno) por parte del avión, los vuelos
también contribuyen al cambio climático con la emisión de dióxidos de
nitrógeno y las estelas de condensación (de vapor de agua) que generan a
su paso. Estos impactos no siempre se consideran en los cálculos de
impacto de carbono de la aviación. Si no se incluyen, la aviación sería
responsable del 3 % de todas las emisiones del mundo. Si se incluyen,
aumenta al 10 %, convirtiéndose en un ámbito emisor clave que, además,
tiene un cierto componente de lujo: ¿quién puede asegurar que, en una
época de crisis energética, es una necesidad realizar un viaje de
vacaciones en avión? El tráfico aéreo aumenta un 5 % cada año y las
emisiones asociadas un 2.5 % anual. Los aeropuertos continúan
ampliándose, los vuelos privados continúan aumentando, y los precios
distorsionados hacen muy asequible un tipo de transporte en grave deuda
ecológica con el planeta.
El reto climático ya nos está
planteando un serio debate sobre muchos aspectos que damos por sentado
en nuestro estilo de vida, y hasta dónde la libertad de decisión se
deberá ver coartada por las nuevas exigencias que impone la situación
planetaria. ¿Estaremos preparados para asumir determinados cambios?
¿Podran los gobiernos liderar actitudes que permitan a todo el mundo
asumir los cambios en igualdad?
De momento, haga lo que haga
el resto de la gente, decidir voluntariament reducir o anular el uso
del avión en nuestras vidas y optar por otras opciones de transporte u
otro enfoque de las vacaciones y el ocio, puede reducir muy
significativamente nuestras emisiones de carbono personales.
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Planificar los desplazamientos |
Tanto
para el uso del coche privado como del transporte público, a menudo hay
desplazamientos que se podrían agrupar para optimizar el uso de
energía. Por otro lado, llevar bien preparado un viaje o un trayecto a
un sitio concreto puede evitar pérdidas de tiempo y de combustible
buscando el camino correcto. Además, muchas veces podríamos programar
viajes en tren nocturno y, de este modo, aprovecha para dormir mientras nos
trasladamos. Los viajes en tren nocturno en distancias de hasta 1.000
km son una buena alternativa al avión y con mínima huella de carbono.
Los
desplazamientos por motivos de trabajo también se deberían racionalizar
al máximo para reducir viajes. Pese a que la tecnologia actual permite
hacer gran parte del trabajo mediante herramientas a distancia y las
videoconferencias, suele ser necesario tratar algunas cuestiones cara a
cara. Entonces, una empresa o trabajador que adopta la decisión de
utilizar el tren en vez del coche o el avión para desplazarse siempre
que le es posible, reduce activamente su huella de CO2. |
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