"Cuando Plantamos árboles, plantamos las semillas de la paz y de la esperanza". Estas palabras hicieron famosa a Wangari Maathai, la activista keniata que fundó en 1977 el Movimiento del Cinturón Verde para promover plantar árboles en África. Wangari nació en el pueblo Ihithe en el interior de Kenia el 1 de abril de 1940, y estudio Ciencias Biológicas en Estados Unidos donde se graduó en 1966. Sin embargo, regresó a su país al terminar los estudios y se implicó entonces a ayudar a su pueblo elaborando un plan para que las mujeres se convirtieran en guardianes de la tierra para evitar su desertización.
La historia de Wangari contada a los niños, nuestro futuro.
Su tarea fue galardonada en 2004 con el Premio Nobel de la Paz en reconocimiento a su constante compromiso por la sostenibilidad ambiental y reivindicar el papel de la mujer. Antes, en 1984, ya recibió el Right Livelihood Award (el nóbel alternativo) y el premio Goldman en 1991. Pero además de esta actividad socioecológica, Wangari Maathai también se implicó en la política, siempre para conseguir más respeto por el trabajo de la mujer. Por eso incluso en 2006 la profesora Maathai cofundó la Iniciativa de Mujeres Premio Nobel con cinco de sus compañeroa de las mujeres Nobel de la Paz cuyo objetivo es defender la justicia, la igualdad y la paz mundial.
Wangari Maathai nos dejó el 25 de septiembre 2011 tras luchar contra un cáncer. Pero su memoria pervivirá. Lo hará en sus memorias, en obras como La Madre de los árboles, o en cuentos para niños como Wangari y los árboles de la paz. Los árboles son nuestros aliados en esta lucha que llevamos en nuestros corazones contra nosotros mismos, destruyendo nuestro entorno como si nos arrancásemos nuestra piel a tiras.
Muere una activista, perdemos un referente, pero ganamos definitivamente a la heroína, a la mujer con vestidos llenos de colores, a la mujer que nos deja la herencia de su obra en forma de movimiento e inspirando a otras iniciativas parecidas con campañas como Plantemos para el planeta de Naciones Unidas.
Wangari Maathai visitó España en varias ocasiones, e incluso en 1996 plantó un roble en el jardín Petra Kelly de Montjuic en Barcelona. Siempre recordaba que la tarea de plantar árboles requiere de paciencia: “Lo que he aprendido con los años es que debemos ser pacientes, constantes y comprometidos. Cuando plantamos árboles, algunos me dicen: 'No quiero plantar este árbol porque no va a crecer lo bastante rápido'. Tengo que recordarles constantemente que los árboles que están cortando hoy no fueron plantados por ellos sino por quienes les precedieron. Por ello, tienen que plantar los árboles que beneficiarán a las comunidades en el futuro.”
La tarea de Wangari Maathai pervive a través del movimiento que fundó en 1977.