Ahora que el verano comienza a escaparse y que muchas de las plantas alimento acaban su ciclo vital, es un buen momento para hacer balance de la temporada de cultivo de un hort urba colectivo.
El huerto está situado en una terraza del centro histórico de Barcelona, se compone de tres bandejas del genuino horturba, cada una de un metro cuadrado de superficie, diversas macetas, una bañera antigua que ahora contiene rica tierra fértil y una sistema de macetero vertical. En otras palabras, que la aventura hortourbana se ha dado hasta el momento en 3 metros cuadrados de superficie con sustrato vegetal y agua de la red administrada desde el temporizador de riego. Por otro lado y a ojímetro podemos sumar algo menos de otro metro cuadrado repartido entre los diversos tiestos. En su momento se abono con humus de lombriz colocado como cobertura nutritiva y equilibrada. Aquí cultivar de forma biointensiva con la ilusión de obtener abundantes resultados es medida obligada.
Esta temporada se plantaron en el horturba lechugas, tomates convencionales, y de variedades antiguas (el plantel desde semilla fue made in casa), algun apio, rabanitos, cebollas, perejil, la sorprendente albahaca, varias coles, y a media temporada se trasladaron dos planteles de fresa, de estos últimos uno está KO pero el otro va regalando unas fresillas pequeñas pero súper sabrosas. También se colocaron algunas caléndulas y tagetes, para llenar de color el trozo.
El macetero vertical no ha parado de brindar hermosas y alargada menta, y en la gran maceta, entre menta chocolate y menta limón, las flores amarillas y comestibles del Hemerocallis "Estrella de Oro" que alegran la vista con su explosión de vida limitada a unos días, pero que han sido un regalo de color. La cosecha ha sido diversa y agradecida para los cuidados que ha recibido el huerto, que han sido los justos. Se ha obtenido alimento material y una nutrición agradecida en conocimientos básicos de como funcionan el suelo, la vida que en él acontece y los procesos de algunas verduras y hortalizas. Se plantó emoción y se han recogido agradables momentos y sensaciones.
No han sido muchas pero el colectivo se ha disfrutado unas ensaladas urbanas de verdad, con lechuga, tomatillos, cebolla y albahaca de a tres metros de la mesa donde se digería. Menos huella ecológica, no es posible. Aunque hayan sido casi simbólicos actos, han dejado positivos sentimientos de autonomía y libertad en los frugales labradores de minimísima parcela.
Todavía quedan unos tomatillos tipo cherry y de los normales por recoger. El perejil no se sabe que hacer con su abundante producción, hay dos plantas que se salen por lo laos. La albahaca pensamos que está alterada, pero no genéticamente, porque produce sin parar ricas, lustrosas y sabrosas hojas que solo una parte se reparte entre los que están y las personas que visitan la oficina. El huerto tiene una invasión de plantas de albahaca que se han expandido sin saber bien como.
Y como no somos los humanos los únicos que comemos del huerto, ha habido algo de pulgón en las coles, que parece la planta elegida para su gusto nutricional. Y algo se ha detectado en la albahaca, pero no hemos identificado la especie hospedada. Y estos días se observó la presencia de quizás decenas de visitantes insectos voladores, todos intentando sacar de las flores de la albahaca polen para nutrirse. No hay duda, la albahaca es aquí la despensilla interespecies. Esto me ha servido para reflexionar sobre cuanto dejamos para los millones de especies que nos acompañan en este finito planeta, algo en lo que nos tenemos que aplicar si nuestros objetivos en la vida pasan por avanzar más en el compartir y menos en el molestar. Tener una planta aunque sea en el quicio de la ventana y poder observar como una abeja hace su trabajo, vamos, que es un regalo urbano de primer nivel.
Eso si, tambíen hay especies que viven cerca del huerto y se lo pasan bien sin comer verduras. Al inicio de la aventura horturbana una salamanquesa, esos reptiles estudiados en la NASA por la fuerza atómica de las ventosas de sus patillas, deambulaba por la zona. Parece que le ha ido bien porque ha parido y ahora corren varias. Por cierto, una de diminuta se ha colao en la oficina. Sus dominios habituales son las paredes verticales al lado de los protectores cultivos, donde pulula y vuela su comida diaria. Ando pensando en que se les podría poner nombre quizás después de la invernada, y vete a saber, igual son muchas más en la comunidad salamanquetera.
Por otro lado, se han hecho intentos rústicos de extracción de semillas para conservarlas y volver a plantar cuando la primavera aceche. Veremos de las habilidades si han servido para mantener el ciclo de vida de la hemerocallis y tomates diversos. De la albahaca no se duda que volverá a ir divina casi por su cuenta.
Y del gremio promotor del horturba me ha llegado la noticia de que se esta preparando una actividad invernal que acabara en sabrosón banquete colectivo allá por marzo de año que viene. Se trata, según las fuentes hortícolas consultadas, de una plantación colectiva distribuida de calçots (una especie de cebollinos de alto prestigio gastronómico salsero y popular en Catalunya). Será en sistemas de horturba y cualquier otro recipiente apto para cultivarlos, ósea casi todo lo que se puede poner en un balcón o terraza con un par de kilos de sustrato vegetal. Están también convocados huertos urbanos en tierra de siempre. Pero si no te aguantas de curiosidad, todo lo que hay que saber sobre el calçot lo tienes aquí. El próximo día 21 de septiembre comienza el reparto de plantel y conocimientos. En breve coloco los datos de los preparativos de esta sabrosona y genuina Calçotada Urbana alegre y divertida.
Por cierto, no perderse el diario en El Huerto del Pepe, intrépido y veterano horturbanita que tiene varios premios en productividad de suculentas y sorprendentes verduras en el mínimo espacio. Los premios se los otorga periódicamente un jurado, principalmente formado por toda su familia.
En definitiva, un balance positivo, sabroso, enriquecedor, frugal y con alguna que otra emoción removida. Disponer de un horturba o cualquier otro sistema para cultivar alimentos y flores en la ciudad, además de innovadoras sensaciones y conocimientos sobre los ciclos de la vida, sirve para expandir los sentidos un poco más allá y es todo un gesto en la apuesta por una existencia más agradable, responsable y sostenible. |