Estos días pasados han sido muy especiales, vaya, realmente impresionantes. En la ciudad por la que pululo se han producido acontecimientos que solo la agitación humana puede generar.
Debo decir que no sé bien que es lo que realmente hemos ganado. Yo
por mi parte, nada de nada, más bien me siento un perdedor. El mismo
día y a la misma hora que cientos de miles de ciudadanos que sacan
placer viendo a otros ciudadanos afortunados vestidos de colores
enfrentarse unos con otros por los colores y persiguiendo un balón,
pues había otros pocos corriendo y muchos mirando; en fin, que otros campeones andaban por la ciudad.
Te comento las cosas más excepcionales con las que me he encontrao. Después de sorprenderme visitando la expo Érase una vez, Chernóbil,
lo que más me ha flipao ha sido el debate que dos de los llamados liquidadores (los que
trabajaron para limpiar, tapar el reactor, tapar el desastre,
descontaminar enormes zonas y para morir más rápido). Dos de ellos
junto a la periodista corresponsal de El País en la zona hace 20 años,
han contado muchas cosas que no sabía. Si la expo te pone a tono en
cultura energética atómica y desastres sociales industriales, ellos
comentaron que Chernóbil era una fábrica de hacer también armas, y que
de paso se aprovechaba el vapor del proceso para que unas turbinas
generasen electricidad, y todos contentos, los de las bombas y los que
esperaban un mundo mejor. Quién dice que no, y uno de los
liquidadores defendía, que los isótopos radiactivos que continuamente
salen de las centrales nucleares en funcionamiento y pasan a la
atmósfera, eso sí, en cantidades muy pequeñas, no están también
complicando la química ambiental y acelerando la destrucción del
sistema climático global tal como lo conocemos. Me da asco leer
continuamente las mentiras que el lobby nuclear lanza en los medios, tales como que la
energía nuclear es limpia por que no emite emisiones de gases de efecto
invernadero, algo que sólo se creen los lelos. Minería de uranio,
construcción y mantenimiento de instalaciones de procesamiento,
transporte de basura nuclear de un sitio a otro, vigilancia milenaria
de residuos, cientos de miles de humanos en movimiento atentos al
control de los sistemas, joer, y hasta el coste de la estabilidad
mental de los que sufren por sentir lo injusto del tema. Todo esto
genera CO2 por un tubo. Hubo
referencias a que un tribunal similar al que juzgo a lo nazis, lo
hiciera con la clase dirigente del momento, a la cabeza Gorbachov, por
cometer crímenes contra la humanidad. Chernóbil es el mayor accidente
industrial de la historia de la humanidad y ha matado por lo menos a
200.000 humanos a la vez que tiene a 9 millones de ellos viviendo en
zonas contaminadas. La URSS quería correr, quizás quería ganar el
partido también, en el campo del desarrollismo inculto y agresivo, y le
salió rana, lamentablemente, porque la vida de muchos innocentes se ha
quebrantado. En fin, los más de 400 posibles Chernobiles diseminados
por todo el planeta no tienen ni algo tan elemental como seguro. Por
que los Estados han eximido de responsabilidad a las empresas en caso
de accidente nuclear. O sea que lo pagamos entre todos.
Al salir de la conferencia con estos gladiadores de lo nuclear me
encuentro subiendo por las Ramblas arrasadas por ciudadanos eufóricos y
hago cábalas de que habrá que pagar por todo. La factua colectiva nos
costará miles de euros de la caja común para que unos pocos se explayen
en la ciudad aprovechando una victoria futbolística (nada excepcional
para un mundo mejor). No creo que los administradores locales, aunque
también sean del mismo club, piensen que lo que ocurre a cada
celebración futbolera se pueda tolerar. Sobre la caza del incivismo se
habla mucho pero igual no se ha valorado todo.
Otras de las cosas con las que he flipao es con los datos
meteorológicos, resulta que mientras yo estaba en el debate y otros
dando saltos de alegría futbolera, los termómetros de la región han
marcado el mínimo más alto de toda la historia de la medición, el día
más caluroso de la historia. No debería dejarnos impasibles que durante
el mes de mayo haya temperaturas de este calibre en una zona de clima
mediterráneo. Es un aviso para navegantes de un planeta que se calienta
demasiado rápido. Y más he flipao, aunque ya sabía alguna cosilla, de
la noticia del día sobre la evidencia de que igual el Ártico en 30 años ya no tiene hielo, porque se derrite a toda pastilla mientras muchos humanos intentan pasarlo bien, a toda costa.
Según mi modesta opinión, la analogía que hago del fútbol
espectáculo y negocio social con la necesidad de las mayorías de
individuos del clan necesitados de admiración por los más hábiles y
fuertes para reforzar su autoestima, viene de cuando estábamos en las
cavernas y encima de una piedra mirábamos como los más fuertes jugaban
al entretenimiento habilidoso de la época. Después, aquello del pan y
circo no ocurrió hace tanto y mira en que acabó aquel imperio. Hoy, una
civilización que camina con el incierto pero cada vez más claro sendero
hacia su extinción, parece que solo sienta euforia cuando unos ganan mientras todos perdemos.
Sí, el fútbol no es malo para la salud, jugarlos o mirándolo, aunque
se base totalmente en el enfrentamiento entre clanes, casi siempre
pacíficos y fomente la competitividad que no parace que nos haga muy
competentes con las cosas importantes de la vida, debería eso sí,
servir para culturizar a las masas que mueve para irse preparando para
un auténtico partido de vida o extinción. Estamos en situación de
guerra con el medio ambiente, y el atacante y el defensor son los
mismos clanes. O sea, que creo que tendríamos que cambiar las reglas de
juego, ya que la rivalidad no está entre uno con otros, sino en cada
uno de nosotros y hay que decidir, igual más rápido de lo previsto, si
primero cada uno de nosotros y luego entre todos, hacemos la paz con la
biosfera. Si lo conseguimos, creo que estaría más garantizado el poder
seguir dedicando el tiempo a cosas que valen para poco, pero que son
deseadas por muchos de los miembros de la especie humana.
Gracias campeones liquidadores de Chernóbil por haber trabajado
también para la seguridad de los que estábamos lejos; gracias
meteorólogos por vuestros continuos toques y buen hacer; gracias
campeones ciclistas urbanos por no tirar CO2 mientras os movéis por
esta urbe tan emocionante (cuidado con los recientes vidrios rotos
sobre el asfalto, que yo no paro de pinchar, lexes...). Gracias campeones de
verdad a todos los que dedican su tiempo a reducir el impacto de sus
vidas sobre la Tierra, con el único sentimiento de ganar espacio para
los otros para que en lo vital puedan soñar con intentar
ser en la relación con la biosfera, pues sí,
....campeoooones, campeoooones, oé, oeé, oeeé... |