De cicloturista solar por tierras de l'Empordà (III)




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De cicloturista solar por tierras de l'Empordà (III)

 
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1. Reunión matinal de "cicliyoguis"
2. Un vallado = + de 100 somieres 
3. Marcos el interactivo, su bici y su perro
4. Otra vez, tren, bici y alegría

 

 

Hoy la ruta ha tenido una alta componente de recorrido pisteromontañero. Destino Llansa y el monasterio de Sant Pere de Roda. Aprovechando la elección de hacer la ruta a pie por parte de algunos compañeros, he optado por aparcar mi bici urbana y pasarme al disfrute de una BBT. ¡¡ No veas como cambia la cosa después de haber recorrido estos días numerosas pistas tranquilas con mi nada amortiguada y urbana Dahon plegable ¡¡

Y es que es un placer pegar botes y pasar por baches cuando la máquina que te mueve está equipada precisamente para ello. Me lo he pasado bomba, vamos, algo parecido como si ha un niño le dejaran probar una bici nueva ensoñada.  Este no ha sido del todo mi caso, ya que con mi Dahon ya me lo paso muy bien, pero bajar a toda pastilla pegando saltillos, con frenos de primera y jugando con el equilibrio me ha subido la adrenalina.

Bueno, cierto es que esto ha sido en la bajada por un lado del valle. sin embargo, amigos, en la subida he pinchado, pero no la rueda, sino de esfuerzo. Ni en la más larga de las marchas he podido avanzar mucho más allá de algunos tramillos. O sea, que a pierna suelta junto a rueda amiga, ha sido un alivio llegar al collado de la ruta, ver el mar e imaginar la placentera bajada.

A no sé a cuantos por hora, por momentos, he llegado a sentir algo de temor. El rumbo: la costa. He bajado levantando polvo y las curvas iban y venían. Por aquello del azar imagino que no me la he pegado, pero menudo cambio hay entre la horizontal y lo inclinado de la subida y la de bajada. Y es que esto de los pedales, para ir bien por rutas aventureras, requiere habilidades, calma y tiempos.

En Llança están de fiesta y el grupo ciclista no pasa desapercibido para muchos mientras la banda toca y los lanzados bailotean en la plaza del pueblo. Bien, aquí hay que buscarse un parking para iniciar la subida hacia el vertiginoso monasterio. A nuestro ilustrados y atentos cicloguías se les ocurre preguntar en la estación de Renfe. Al nobel jefe de estación se le ha propuesto aparcar en la sala de billetes unas 10 o 12 bicis que luego han sido más de 20. Desde la ventanilla y a vista de la invasión, el buen hombre ha optado por no decir nada. Y nosotros contentos, dale que dale ahora a las zapatillas.

Sólo los más emocionados han llegado al objetivo, yo he formado parte de un grupo que ha optado, a medio camino de subido al monasterio, por comerse el bocata y echarse la siesta. Sol y vista de privilegio sobre el Mare Nostrum han sido el premio. Bajando he flipado con la mayor concentración de somieres visto por mí hasta el momento. Imagino que con motivo de alguna renovación de catres hoteleros en la zona, el paisano del terreno opto por darles unos años más de utilidad. Ahora como vallado, por lo menos más de 100 allá están, oxidados pero funcionales, dando servicio en la vertical. ¡¡Que cosas tiene el reciclaje ¡¡

He aprovechado, ya en la estación del pueblo y después de desalojar el abultado, improvisado e invadido almacén bicicletero para hacerle un retrato a Marcos, a su bici, a su mascota, y como recuerdo de su labor de coordinador interactivo de este viaje de santa semana a pedales. Macu es el nombre de su perro, un peluche encantador que lo acompaña, en clave de humor, en algunas excursiones. No caga, no ladra, no come, pero acompaña de lo lindo, según me cuenta el dueño.

Y por aquello de evitar las subidas y sus durezas, el forum en pleno ha decidido por tiempos y fuerzas, aprovechar los túneles del ferrocarril para llegar m´sa rápido a la zona de nuestro alojamiento sin sudar una gota. Hoy el día ha sido todo lo contrario del pronóstico, nada de mal tiempo, mucho limpio sol y algo de viento han sido el premio.

Un sol en despedida a más de uno del grupo le ha inspirado sensaciones de libertad y gozos. Y es que pedaleando tranquilos con la puesta del sol, todo lo físico cuesta menos y lo mental encuentra sosiego por el simple hecho de estar donde estas.

Sin prisa pero sin pausa, en un viaje cicloturista hay posibilidades especiales de hablar con compañeros cuando pedaleas en paralelo. Conoces nuevas vivencias y gentes que entran en una pequeña parte del espacio personal, solo por amar la bici y estar en ese preciso momento, donde tu también estas.

Una cena fraternal, premios al concurso de preguntas relacionadas con los lugares visitados y palabras emotivas de Marcos en representación del colectivo Amics de la Bici, han servido para celebrar una de esas pequeñas experiencias colectivas que ayudan a avanzar. Eso sí, pedaleando además con fuerza y alegría.


¿Porqué éste diario?

Modificado
09/02/2017

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