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1. Mirlo a la vista, imagen invernal 2. Mi bici, hermosa máquina 3. Ahorrar agua potable con ecodiseño activista | | |
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(Parte I)
Reducir volumen y aumentar calidad de lo que me nutre Sigo de lejos la tendencia del Slow Food,
comer con calma, comer alimentos generados cerca de donde esté mi
plato, disfrutar de las variedades más locales, de los huevos de
verdad, comer colaborando con la economía local, elevar a los altares a
los agricultores y ganaderos ecológicos y apañaos, que buena falta les
hace y tanto hacen. Mientras cuidan de la tierra y de lo que entra en
mi cuerpo, gracias es poco. Yo aprovecho para reducir cantidades y
ganar calidades, por el camino también muchas menos huella ecológica
queda de mi parte
Conocer mejor lo cercano Todavía
no distingo más de 5 especies de aves de las que me rodean y difícil lo
tengo para conocer a simple vista más de 7 árboles. Hay rincones a tiro
de tren de cercanías que se que pueden sorprenderme y otros que conozco
y nunca me cansaré de visitar para disfrutarlos. Cuando el viaje es con
bici y sumo tren, lo disfruto distinto. Un buen planning de visitas a
lo cercano y bello, que suele ser mucho me ha evitado pensar en
paraísos lejanos, esto ha reducido mi impacto viajero y además me
permite conocer primero lo que tengo al lado. Este año 2006 quiero
llegar a 15 aves y 20 árboles, todo un reto. El libro Simplicidad Radical seguirá
conmigo y yo atento a una de sus herramientas, acercarse a la
naturaleza y conocer mejor a sus pululantes, sigue siendo tarea
importante para este año.
Regalar tiempo Pues
ando olvidándome de comprar para regalar y he elegido formulas más
creativas. Sé de electricidad doméstica, reparaciones básicas de
bicicleta, tengo un buen equipo de maquinaria de bricolador, en la
cocina me defiendo. Bien, ya he puesto en marcha mi plan de obsequiar
con mi tiempo, que es una versión dulce de compartirlo por amistad
sincera, donde el obsequiado puede decirme previamente qué le hace
falta de lo que yo ofrezco, el sé ahorra gestiones y ambos disfrutamos
del encuentro. El tiempo, lo único que pasa sin remedio, darlo a los
demás solo por querer darlo, cada vez se seduce más. Una parte de mi
tiempo libre lo dedicaré a las causas que me hacen vibrar. Me toca
renovar las cuotas anuales de más de dos organizaciones ambientales
donde soy miembro y contribuyente. Lo hago contento, una parte de mi
energía vital convertida en recurso dinero llega a buenas manos para
ayudar en buenas causas. Hay muchas, te invito a encontrar las que
mejor entren en tu horma activista. Intento poner tiempo, consejo y
apoyo en los colectivos de trabajadores voluntarios por un mundo más
limpio, justo y sostenible. Hay tanto por hacer.
Crear cosas sencillas y compartirlas, reducir huella Llevo un tiempo enseñando a quien me lo pide como hacerse el yogurt casero con
buena leche y cero energía (tengo el privilegio de ser usuario de
cocina solar parabólica). No hay yogurt que lo supere en calidad y buen
rollo. Sigo experimentando con el gel hecho en casa,
100 gramos de sosa cáustica, 500 gramos de aceite de girasol bio, 4
litros de buena agua, y la esencia preferida, ahora ando entre la de
lavanda y la de limón y una hermosa garrafa de agua de 5 litros - a
cientos en los contenedores - han convertido la acción en algo
cotidiano, y llevo recargando botes de gel una buena temporada. Una campaña de la organización donde trabajo, la Cisterna Consciente,
con dos gomas elásticas no hay descargador total que se resista, se ha
convertido en actividad obligada en todas las casas amigas que visito y
precisas resolver el derroche del agua potable en la cisterna. Quien ha
dicho que el ecodiseño no está al alcance de cualquier, incluso más
allá.
Convertirme en un ciudadano mucho más allá de Kioto Estos
días acabo de hacer dos años de intensa relación tecnoamorosa, ella
sigue fiel, no ha fallado en ningún momento. Hemos recorrido juntos más
de 3000 kilómetros de asfalto urbano, hemos viajado justo en todos los
medios de transporte, incluso hemos entrado en los lugares más coquetos
casi siempre con éxito. Mi bici plegable es
maravillosa. Una media de 20 kilómetros por día me ahorran el gimnasio
y ahorran una proporción pequeña pero digna de emisiones tóxicas por mi
movilidad. Consumo electricidad verde de verdad y suelo tener siempre a mano bombillas eficientes para
aprovechar descuidos en lugares donde la ineficiencia alumbra por
fuerza. Más allá de Kyoto con su protocolo, yo me aplico en que mis
emisiones de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera vayan bajando cada
día, con suerte y constancia este 2006 quizás mi alegría no decaiga en
proporción a mi particular reducción de consumo energético.
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