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Ya
no son los expertos en cambio climático quienes vaticinan los desastres
a los que nos enfrentamos por el aumento de las emisiones con efecto
invernadero. Mientras los niveles de gases de efecto invernadero se
situaban en 280 ppm (partes por millón) de CO2 antes de la revolución
industrial, ahora se elevan a 430 ppm. Si las emisiones anuales se
mantuvieran al ritmo actual, se elevarían a 550 ppm en el año 2050.
Pero si el incremento se acelerara con la misma intensidad con que está
creciendo ahora, se podría alcanzar esa cifra en el año 2035. Sin
embargo, eso no es todo. Nadie puede preveer lo que pasará cuando por
el aumento de la temperatura global se empiecen a fundir los suelos
congelados de la tundra Siberiana ricos en gas metano y que tiene un
efecto invernadero diez veces mayor que el CO2.
Un economista, Nicholas Stern por encargo del Gobierno británico ha
estudiado el impacto del cambio climático y ha advertido que sobre los
serios riesgos globales. Su opinión tiene una buena dosis de sensatez.
Afirma que aunque nadie puede predecir las consecuencias del cambio
climático con absoluta certeza sabemos lo suficiente como para entender
los riesgos que supone y eso exige una urgente respuesta global. La
economía mundial caerá un 20% si no se frena el calentamiento del
planeta. Si no se tomara ninguna medida para frenar las emisiones, el
volumen de gases de efecto invernadero se triplicaría al final del
siglo XXI, provocando un aumento de la temperatura de 5 grados. Si así
fuera, se perdería un tercio de los cultivos en África y caería la
fertilidad de la tierra en grandes extensiones agrícolas de otras zonas
del planeta, el nivel del mar amentaría de tal forma que anegaría
países como Bangladesh, Vietnam y la costa andina de América del Sur e
inundaría grandes ciudades como Londres, Shanghai, Nueva York, Tokio y
Hong Kong. Si se toman las cifras del año 2004, la riqueza generada
anualmente en la tierra se mermaría en más de 10 billones de dólares
(7,8 billones de euros al cambio de ayer), o incluso más. Stern llega a
esa conclusión tras aplicar el modelo PAGE2002 a los datos de
predicciones climáticas de 2001. Todo eso se puede evitar con medidas
que costarían una vigésima parte. Stern se fija el objetivo de
estabilizar las emisiones de gases de efecto invernadero en una
horquilla de 450 ppm a 550 ppm. Para eso, las emisiones en 2050
tendrían que equivaler a la cuarta parte de las actuales.
Está claro que frente a esta amenaza que la película Una verdad
incómoda de Al Gore ilustra con suficiente detalle exige una respuesta
ciudadana. En realidad en la misma web de la película se puede uno
bajar un documento sobre las 10 acciones que uno puedo hacer para
contribuir a frenar el cambio climático. Pero está claro que más que
saber, que también hay que actuar.
Con una bicicleta plegable, uno puede combinar su movilidad con los
transportes colectivos y moverse casi con un mínimo de CO2. Está claro
que podemos iluminar nuestras casas con bombillas de bajo consumo o
algo tan sencillo como buscar el punto de confort climático en
temperaturas que consuman el mínimo. Con 20 ºC en invierno y hasta 28
ºC en verano el margen de ahorro es importante. Nadie puede obviar que
las tarifas eléctricas están por debajo del coste real, pero también es
cierto que las renovables siguen siendo la hermanita pobre frente a los
desarrollos e inversiones en la generación con combustibles fósiles.
El activismo puede andar sobre dos ruedas y la invitación de la
Coordinadora ConBici para el día 12 de noviembre con una bicicletada en
28 ciudades españolas es una buena iniciativa. Pero, lo importante es
que la bici esté más presente en la movilidad urbana.
El activismo puede centrarse en el ahorro del agua. Ya he comentado en este diario las posibilidades de la cisterna consciente para ahorrar en el lavabo.
Ahorrar agua es también ahorrar energía y mucha (de bombeo, de
potabilización, de saneamiento, etc.) Así que lo dicho ahorrar a tope
incluso menado... Pero si de cultura se trata también me ha llegado
algo que vale la pena no perderse como son los próximos programas
de la Televisión Catalana en el Canal 33 Quequicom, dedicados a la casa
eficiente, los hidrocarburos, etc.
Pero más allá de todo sólo tenemos nuestra corazón y pensar en lo que
vamos a dejar a las generaciones futuras, en definitiva, a nuestros
hijos e hijas. La misma ilusión que pese a la incomprensión hacia la
energía solar de aquellos que todavía afirman que no funciona, puso la
Plataforma Solar de Almería (PSA) hace 25 años, en concreto el 28 de
octubre de 1981. Este centro, pionero a nivel mundial, ha sido capaz de
concebir, investigar, innovar y trasladar a la industria sistemas
avanzados para sacar el mejor rendimiento de la radiación del Sol, con
el fin de producir electricidad, desalar agua o dejar sin carga tóxica
las aguas contaminadas.
El cambio climático ya es cultura porque nos lo hemos ganado a pulso.
El pulso entre el clima nosotros no puede tener más que un final. Que
adoptemos un estilo de vida más simple y de esto para quien quiera hay la simplicidad en la práctica sin trampa ni cartón.
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